AÑO XVII
Mayo
2023
42
Dosier: “Clínica universal del delirio”

Tercera noche: Forclusión generalizada: hay, hay, hay…

1 de noviembre de 2022

Daniel Millas

Atilio Pernisco
Hours Series / oil on canvas 12"x12"

Podemos constatar que aquellos conceptos que Lacan estudia y elabora en sus primeros seminarios con relación a la clínica de las psicosis retornan en su ultimísima enseñanza adquiriendo un lugar propio en las otras estructuras clínicas. Lacan llega al punto de proponernos pensar el psicoanálisis mismo desde la psicosis.

Como lo afirma Miller en el párrafo propuesto para el trabajo de esta noche,[1] el modo generalizado de la forclusión implica en todos los casos que existe para el sujeto un sin nombre, un indecible. Que el rechazo del goce se produce siempre y por lo tanto la cuestión es saber con qué artificio se lo domestica.[2]

Tomaré esta referencia como un eje a partir del cual desarrollar algunos puntos sobre este tema.

1. Forclusiones

En su escrito sobre la psicosis, Lacan parte de privilegiar los efectos de un "No hay" absoluto como causa de una serie de efectos que se manifiestan en la psicosis. La forclusión del significante del Nombre del Padre viene a establecer la causalidad significante de las psicosis. Como correlato, se ubica la intrusión de un significante en lo real, de un Uno solo que por efecto de la forclusión del Nombre del Padre se presenta sin que el sujeto lo reconozca como propio. Lacan lo denominó "objeto indecible".[3]

Se establece entonces un "No hay" ‒el Nombre del Padre como significante de la ley del Otro‒ y un "Hay" ‒la presencia de un objeto sin nombre‒ que rechazado de lo simbólico retorna en lo real. La "forclusión generalizada", en cambio, conduce a establecer para todo ser hablante el primado de un "Hay". Un "Uno solo" que encarna ahora un goce repetitivo, no negativizable en su iteración, excluido de la relación con el sentido.

El "No hay" en juego ya no remite a la carencia de un significante garante de la consistencia del Otro, sino a un agujero inherente a lo simbólico mismo. La "forclusión generalizada" implica entonces una nueva axiomática en la que se trata de considerar en todo ser hablante un régimen de goce más allá del falo y la castración.

Si bien el término es el mismo se corresponde con momentos diferentes de la enseñanza de Lacan. De todos modos, es preciso enfatizar que la distinción entre neurosis y psicosis sigue vigente.

2. Artificios

Miller, en El ultimísimo Lacan, refiere que en la psicosis el automatismo mental es una sumersión del Otro en el Uno. Tiene que ver con el Uno sin el Otro, "con el Uno que absorbió el caos del discurso universal, y que lo siente y lo vive dentro de él".[4]

Recuerdo el testimonio de un paciente que tuve la oportunidad de entrevistar en una Presentación de Enfermos. El desencadenamiento se había producido a los 21 años, en ocasión de ser llamado a cumplir con el servicio militar. Comenzó a padecer un insomnio que durante meses no le permitía descansar. Luego surgieron una serie de ideas delirantes, tanto persecutorias como religiosas, que culminaron en un episodio de excitación maníaca por el que debió ser internado.

Después de muchos años de tratamientos a lo largo de los cuales atravesó varias internaciones encontró una estabilización duradera. Fue a partir de la invención y la puesta en práctica de un artificio que, como un ritual ineludible, llevaba a cabo cada noche. El sujeto sostiene la idea de tener una conexión especial con Dios, sin necesitar la mediación de sacerdotes ni de concurrir a la iglesia. Solo acostumbra a leer la Biblia antes de irse a dormir. Me explica que, si bien cada versículo cuenta con un número limitado de palabras, cada una de ellas se abre, a la vez, a una cantidad enorme de sentidos posibles, de manera tal que, en determinado momento, comienza a perderse. Cuando se encuentra haciendo esta experiencia de apertura a una suerte de polisemia infinita, algo se produce que viene a detenerla. Se trata de lo que llama "un goce esplendoroso" localizado en el pecho, signo inequívoco de la presencia de Dios en su cuerpo. Esto le produce una satisfacción intensa, luego de la cual todo se aquieta y se duerme apaciblemente.

Ante la ausencia de un operador simbólico que ordene el campo del sentido, le responde en lo real un goce que, operando como un lastre en la palabra, viene a detener la metonimia infinita de la cadena significante.

Se trata de un goce que no le resulta enigmático y que no requiere de una elaboración de sentido ya que cuenta con el asentimiento del sujeto.

3. Punto de basta sí o no

En la "Conversación de Arcachón", Miller afirma que, tal como generalizamos la forclusión, es preciso generalizar el Nombre del Padre. Para este fin propone el punto de basta. El punto de basta generaliza el Nombre del Padre caracterizándolo como un aparato que hilvana y engancha.

Este abordaje pone de relieve la diferencia entre una clínica estructuralista, en la que el Nombre del Padre constituye el rasgo distintivo, y una clínica borromea, en la que un anudamiento sintomático puede sostenerse sin su apoyo. Para remitirse a esta última, Miller propone simplemente la siguiente fórmula: punto de basta sí o no.[5]

Algunas consecuencias de esta elaboración. En primer lugar, la generalización de la forclusión no implica un abandono de la clínica estructuralista, sino una ampliación de la función del Nombre del Padre que permite captar las consecuencias que tiene sobre el goce una operación significante. Por otra parte, tampoco se trata de introducir una continuidad entre neurosis y psicosis, sino de una gradación dentro del amplio campo de las psicosis.

Como señala Miller, en los dos casos tenemos punto de basta. En las neurosis el punto de basta es el Nombre del Padre. En las psicosis, el punto de basta es algo diferente pero que cumple con la función de mantener ligados el sentido y el goce del cuerpo. A partir de esta consideración, Miller dice que es posible hablar irónicamente de las neurosis como un subconjunto de las psicosis.[6]

Esta perspectiva irónica es la que nos orienta en la ultimísima enseñanza de Lacan en tanto está determinada por una nueva concepción de lo real. No se trata del real de las psicosis, ni tampoco de un real articulado al saber. Se trata de un real sin ley, excluido del sentido, que lleva a radicalizar las consecuencias de considerar el Nombre del Padre como un artificio.

4. Una puntuación sin texto

Esta noción de lo real tiene consecuencias que van a producir importantes mutaciones sobre el estatuto del trauma, del inconsciente, del síntoma y de la interpretación, dando cuenta de una orientación que excede el dominio del Nombre del Padre.

Lacan afirma que nos confrontamos con una debilidad mental de los sistemas de pensamiento, que estos finalmente no son más que elucubraciones, delirios, ante un real que permanece inaccesible.[7]

Ya no se trata, entonces, del inconsciente como un saber no sabido, sino que el inconsciente viene al lugar de una falla irreductible en el saber. El inconsciente es una elucubración de saber que se instituye a partir de nuestra incurable debilidad mental.

De manera que, si tal como lo afirma Lacan, el inconsciente es lo que responde del síntoma,[8] la cuestión ahora es cómo acceder al goce que no responde al desciframiento del inconsciente. Es preciso para eso que la interpretación analítica efectúe un forzamiento, una operación de desarticulación que reconduzca al sujeto a la contingencia que determinó los elementos absolutos de su existencia.

En Sutilezas analíticas,[9] Miller diferencia dos momentos en el análisis: el de la exploración del inconsciente y sus formaciones, que pueden ser descifradas, y un momento en el que ya no responde el inconsciente. La respuesta proviene en cambio de un goce que no tiene como referencia el sentido, ni la historia del analizante. De un goce que, como "una puntuación sin texto"[10] ‒según esa temprana expresión de Lacan‒, se presenta imprevistamente dando lugar a un acontecimiento de cuerpo. Ya no a descifrar o comprender, sino a leer a partir de las marcas que se produjeron a lo largo del recorrido del propio análisis.

Miller sostiene en otra oportunidad que la única lucidez al alcance del parlêtre es hacerse incauto de un real:

[…] montar un discurso en el que los semblantes atrapen un real, un real en el que creer sin comulgar con él, un real que no tiene sentido, indiferente al sentido y que no puede ser distinto de lo que es.[11]

La dignidad de esta creencia es que ya no espera la transustanciación del sentido en real. Es el resultado del consentimiento dado tanto a lo que "Hay" como a lo que "No Hay". A aquello que abre el camino a saber arreglárselas con lo que resta como un goce opaco en el síntoma.[12] Un goce que sin ser "esplendoroso" llegue a estar despojado de los espejismos de la verdad y pueda ser vivido como satisfactorio.[13]

* Escrito presentado en la Noche del Directorio de la EOL el 1 de noviembre de 2022. "Forclusión generalizada".

NOTAS

  1. La frase a la que hace referencia el autor, se encuentra en este mismo Dosier sobre "La clínica universal del delirio" en el artículo "Presentación" de Gabriela Camaly. [N. de R.]
  2. Miller, J.-A., Los signos del goce, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 381.
  3. Lacan, J., "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis", Escritos 2, México, Siglo XX, 1984, p. 517.
  4. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Buenos Aires, Paidós, 2014, p. 163.
  5. Miller, J.-A., "La conversación de Arcachon", Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós,1999, p. 319.
  6. Ibíd., p. 395.
  7. Lacan, J., (1974-1975) Seminario 22 "RSI", clase del 21 enero de 1975. Inédito.
  8. Ibíd., clase del 10 de diciembre de 1974.
  9. Miller, J.-A., Sutilezas analíticas, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 89.
  10. Lacan, J., "Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud", Escritos 1, Buenos Aires, Siglo XXI, 1985, p. 373.
  11. Miller, J.-A., "El inconsciente y el cuerpo hablante", Conferencia pronunciada en la clausura del IX Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Asociación Mundial de Psicoanálisis, 17 de abril del 2014 [en línea], wapol.org
  12. Lacan, J., (1976-1977) Seminario 24 "L´insu que sait de l´Une-bévue s´aile à mourre", clase del 11 de noviembre de 1976, Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.° 29, Buenos Aires, Grama, abril 2021, p. 11.
  13. Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 600.