AÑO XVII
Mayo
2023
42
Dosier: “Clínica universal del delirio”

Presentación de las Noches

Gabriela Camaly

Atilio Pernisco
Hours Series / oil on canvas 12"x12"

Este Dosier reúne los trabajos presentados en la serie de "Noches de la Orientación Lacaniana" convocadas por el Directorio de la Escuela[1] durante el año 2022 acerca de la "clínica universal del delirio". El sintagma fue extraído de la conferencia "Ironía" dictada por Miller en Buenos Aires, en ocasión del V Encuentro Internacional del Campo Freudiano en el año 1988. Hemos considerado que, después de casi treinta y cinco años, aquella intervención ha forjado una orientación fundamental para la práctica del psicoanálisis y se presenta hoy, más que nunca, absolutamente actual y necesaria.

En esa ocasión Miller afirmó:

Me he planteado, en toda su generalidad, el problema de la clínica diferencial de la psicosis y he creído clarificante para comenzar oponerle una clínica universal del delirio. [...]. Llamo clínica universal del delirio a aquella que toma su punto de partida de lo siguiente: que todos nuestros discursos solo son defensas contra lo real.[2]

Algunos párrafos más adelante, agrega: "Todo el mundo está loco ‒es decir, delirante‒ es una verdad que pertenece a la clínica diferencial de la humanidad y de la animalidad".

Para decirlo de manera simple: todo aquel que habla delira. El lenguaje afecta al cuerpo de tal manera que lo desnaturaliza para siempre. Luego, es necesario preguntarse por las diferencias entre los modos de delirar. Si todo el mundo está loco, no lo está de la misma manera. Lejos de desvanecerse, la clínica diferencial toma un nuevo relieve en la perspectiva del delirio generalizado. Allí se vuelve aún más interesante la clínica diferencial de los pequeños detalles que dan cuenta de la estructura y los matices de cada tipo clínico, así como también, los signos únicos e irrepetibles de cada sujeto en su manera de gozar. El "uno por uno" y la singularidad de la relación entre el goce y las palabras se vuelve el elemento clínico que es necesario saber leer para orientarse en la dirección de la cura. Esta perspectiva ha sido puesta al trabajo en la primera de las tres noches y constituyó el marco referencial de las siguientes.

En la segunda noche, la propuesta de trabajo se centró en la conceptualización inédita de la "segunda metáfora paterna" realizada por Miller durante el desarrollo del curso Extimidad en los años 1985 y 1986. En esas clases retoma la formalización de la metáfora paterna a la luz de la introducción del goce que hace Lacan en el escrito "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano". Esta lectura le permite formalizar una "metáfora paterna revisitada", tal como él mismo enuncia.[3] A partir de allí, se siguen las consecuencias lógicas que se producen en la práctica del psicoanálisis y, por ende, en las elaboraciones que vendrán luego en la enseñanza de Lacan. Lo formula así:

Se trata de lo que llamé, en Lacan, la fórmula de la segunda metáfora paterna que corresponde punto por punto a la fórmula del Nombre del Padre. Aunque resulta fundamental no olvidar esta primera fórmula, en la clínica misma hay que referirse a la segunda fórmula que plantea la significación del falo como menos (-φ) y que obliga a operar con la inexistencia y la inconsistencia del Otro y no con la función de su consistencia. Me parece que esto tiene consecuencias importantes para la práctica analítica.[4]

Tomamos la indicación al pie de la letra. Encontramos en esta elaboración la clave de lectura fundamental que permite percibir el movimiento por el cual Lacan se verá llevado en su enseñanza a pluralizar el Nombre del Padre hasta convertirlo en un operador cualquiera, un "sinthoma", entre otros, que permite mantener unidos los tres registros para que ninguno se suelte, para que la estructura en la que se sostiene el ser hablante ‒sea cual fuere‒ no se desbarate.

Finalmente, en la tercera noche de esta serie abordamos la "forclusión generalizada", consecuencia lógica de la introducción del goce no negativizable por el sentido que aporta el lenguaje. Tomamos como referencia fundamental el curso Los signos del goce donde Miller formaliza, por primera vez, la idea de una forclusión que no se circunscribe al significante del Nombre del Padre. Hay una imposibilidad estructural para todo ser hablante de domesticar el goce por medio del sentido. De alguna manera, el Nombre del Padre siempre es impotente para contener las intrusiones de goce.

Una vez que Miller ha demostrado dicha imposibilidad estructural, entonces afirma:

La consecuencia de esto sobre el modo generalizado de la forclusión, lo que implica la función Φx, cuando no se trata solo de la psicosis, es que exista para el sujeto un sin nombre, un indecible. La cuestión entonces es saber mediante qué función ese sin nombre resulta domesticado. Dado que el rechazo del goce se produce en todos los casos, la cuestión es saber qué lo domestica. Pues bien, el síntoma lleva a cabo esa contención. Por eso, la función del padre es la función del síntoma.[5]

La cuestión es, entonces, cómo operar con el goce que no tiene nombre, imposible de subjetivar, que no se negativiza, no desaparece, no se cura. Eso insiste como modalidad del sujeto, marca de singularidad.

El lector notará que la "clínica universal del deliro", la "segunda metáfora paterna", o bien, la "forclusión generalizada" son sintagmas que no existen formulados como tales en la enseñanza de Lacan, pero se desprenden de la misma a partir del trabajo inagotable de elucidación que Miller supo hacer desde la muerte de Lacan hasta hoy. Este trayecto permite percibir el movimiento lógico que subyace en la enseñanza de Lacan y el real en juego en la experiencia analítica que le permite afirmar que "todo el mundo es loco, es decir, es delirante".[6]

El recorrido de la enseñanza de Lacan no es lineal; tampoco es progresivo. Lacan avanza bordeando siempre un imposible de cernir. Elabora los conceptos en el límite de lo que podemos capturar. Miller toma los conceptos de Lacan entre sus manos, los da vuelta del derecho y del revés ‒como un guante o como un toro‒, los lee y los interpela hasta extraer de ellos la lógica en la cual se sostienen y, finalmente, los convierte en herramientas operatorias de las que nos servimos para la práctica del psicoanálisis. En eso consiste la brújula de la "orientación lacaniana".

NOTAS

  1. Directorio de la EOL 2022-2023 conformado por Alejandra Breglia, Esteban Klainer, Lucas Leserre, Virginia Notenson y Gabriela Camaly (directora). En la primera noche de trabajo participaron Julieta Bermant, Diana Campolongo y Fabián Naparstek. En la segunda noche contamos con las presentaciones de Silvia Mizrahi, Patricia Moraga y Gabriel Racki. En la tercera, intervinieron Gloria Aksman, Roberto Mazzuca y Daniel Millas. En las tres ocasiones, a partir de las presentaciones, se produjo una intensa conversación y un muy fructífero trabajo de escuela.
  2. Miller, J.-A., "Ironía", Revista Consecuencias, n.º 7, noviembre 2011 [en línea], http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?file=arts/alcances/Ironia.html
  3. Miller, J.-A., Extimidad, Buenos Aires, Paidós, 2010, p. 202.
  4. Ibíd., p. 227.
  5. Miller, J.-A., Los signos de goce, Buenos Aires, Paidós, 1998, pp. 380-381.
  6. Lacan, J., "Lacan por Vincennes", Revista Lacaniana de Psicoanálisis, n.º 11, Buenos Aires, Grama, octubre 2011, p. 11.