
Ilustración: Ezequiel Sarudiansky
Instagram: @_zek3_
Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida,
le pedí que a su antojo dispusiera de mí
J. Sabina
Lacan señala que los jóvenes no podrían pensar en un encuentro sexual sin el despertar de sus sueños, ya que “lo que Freud delimitó de lo que él llama sexualidad”,[1] hace agujero en lo real. Ubica así a la pubertad como escansión en una historia.
Es lo que suele llamarse crisis de la pubertad. El término, de origen griego, tiene varias acepciones. κρισις: separación, elección, decisión, resolución.
Eso que Freud llamó sexualidad
Freud investiga en un principio las parálisis histéricas; en ellas el sujeto ha sufrido un traumatismo: golpe o palabra y, tiempo después, desarrolla una parálisis. Descubre allí, un lapso de tiempo entre el suceso y el síntoma y agrega que estas no responden a la anatomía sino a un modo de nombrar el cuerpo. Las compara con la hipnosis, allí el sujeto recibe una orden que, una vez despierto, ejecuta sin saber porqué.
¿Qué sería lo que, en la histeria traumática, favorece el cumplimiento de esa orden?
Freud responde: un estado hipnoide al momento del acontecimiento, como así también la imposibilidad de una correcta abreacción.
Si bien todavía sostiene el principio de constancia que abandonará en 1920, vemos aquí un excedente en relación al trauma.
Es fundamental señalar que establece un lazo entre trauma y palabra. Lo dice así:
Existe […] un propósito de expresar el estado psíquico mediante uno corporal, para lo cual el uso lingüístico ofrece los puentes.[2]
En relación a la histeria no traumática, descubre en el origen una vivencia teñida de afecto y concluye que:
existe una total analogía entre la parálisis traumática y la histeria común, no traumática […] la única diferencia es que […] aquí se asiste a […] toda una historia de padecimiento.[3]
Se apoya en la afirmación de que el síntoma en la histeria traumática, está determinado por el afecto de terror y no por el acontecimiento. Así se trata siempre de un trauma psíquico.
Agrega que los recuerdos son teñidos de afecto por su relación a una representación inconciliable conectada a un acontecimiento sexual vivido prematuramente.
Un ejemplo prínceps de su teoría traumática es el caso Emma. Ella llega a Freud por no poder entrar sola a tiendas:
nos encontramos aquí ante el caso de que un recuerdo despierte un afecto que no pudo suscitar cuando ocurrió en calidad de vivencia, porque en el interín las modificaciones de la pubertad tornaron posible una nueva comprensión de lo recordado. Siempre comprobamos que se reprime un recuerdo, el cual solo posteriormente llega a convertirse en un trauma. El motivo de este estado de cosas radica en un retardo de la pubertad con respecto al restante desarrollo del individuo.[4]
Entonces: prematuración, un lapso y un recuerdo reanimado en la pubertad que, vía un efecto retardado se resignifica. Encontramos en el caso la atracción, propia del despertar sexual, que uno de los vendedores despierta en la joven.
Freud nombra al recuerdo πρωτον ψευδος, del griego, mentira o error primero. Una mentira o error en el origen. No se trata para él de algo efectivamente acontecido en el sentido de la realidad objetiva.
Somos hablados, somos sexuados
Así como somos hablados porque el lenguaje nos preexiste, podemos decir que la sexualidad también surge prematuramente. Somos prematuros en relación a ambos. Ese estado hipnoide, posición de pasividad, fue el modo en que Freud intuyó esto. La hipnosis es la posición pasiva por excelencia. Frente al sometimiento a la palabra del hablanteser, él puso a hablar a sus pacientes, viendo que ese procedimiento mismo tenía efectos. Y le hablaron de lo que no marcha: la sexualidad.
Eric Laurent nos dice que Freud pensó “poder reducir la sexualidad a un trauma”,[5] pero abandonó esta teoría y pensó que es en la sexualidad misma que había que encontrar la causa necesaria del malestar en la sexualidad y no en la contingencia.
En el mismo texto señala que “… la inmersión en el lenguaje es traumática porque comporta en su centro una no-relación”.[6] Por esto, Lacan pudo decir que el traumatismo es, en última instancia, el trauma sexual y, podemos pensar, que por esto Freud se encontró con la sexualidad en el corazón del trauma.
Laurent afirma que es en este sentido que Lacan pudo decir que el analista es traumático, como el lenguaje mismo: él no cree más en el sentido, empuja a hablar, traumatiza el discurso común para autorizar otro, el del inconsciente. Si no lo hiciera, sometería a sus analizantes.
Ubicamos entonces, retomando el proton pseudos freudiano, la “… singularidad absoluta del modo en que cada uno accedió y respondió a ese troumatisme propio de la especie, y el goce, también singular, que de dicho encuentro se habrá fijado en cada uno para siempre”;[7] troumatisme imposible de recordar, pero del que “… algunos recuerdos encubridores (pantalla) podrán constituir el índice de aquel encuentro inmemorial con lalengua, esta dimensión estructural del trauma incluye siempre la respuesta del sujeto (una decisión insondable)”.[8]
Entonces, el acontecimiento traumático es
… encuentro de dos sustancias, la del significante y la del goce […] que se conjugan contingentemente para hacer existir el dato original alrededor del cual se construye la vida de un sujeto […] accidental e inasimilable en Freud e incomprensible e ilegible en Lacan, el trauma muestra una opacidad respecto de cualquier sentido posible. [9]
Podemos pensar que esa decisión insondable se reedita en la pubertad, que esa marca en la historia, dato original mentiroso, equivocación-una del sujeto que velaba el agujero, vuelve a mostrar su opacidad en ese momento de separación y de resolución que implica la crisis de la pubertad, por ello a Freud, el trauma se le presenta en dos tiempos.
NOTAS
- Lacan, J., “El despertar de la primavera”, Otros escritos,Paidós, Bs. As., 2012, p. 587.
- Freud, S., “Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos” (1893), Obras completas, Vol. III, Amorrortu, Bs. As, 1987, p. 35.
- Ibíd., p. 32.
- Freud, S., “Proyecto de psicología para neurólogos” (1950 [1895]), Obras completas, Vol. II, op. cit.
- Laurent, E., “El revés del trauma”, Conferencia en las Jornadas realizadas en abril de 2002 en Nueva York, Virtualia #6 [en línea]. Consultado en http://www.revistavirtualia.com/articulos/696/destacados/el-reves-del-trauma
- Ibíd.
- Gorostiza, L., “El trauma y lo inconmensurable”, e-Mariposa, Grama, Bs. As., 2015, p. 28.
- Ibíd.
- Salman, S., “Proximidad del trauma y lo femenino”, e-Mariposa, op. cit., p. 35.