Febrero 2008 • Año VII
#17
Misceláneas

Segregación y racismo

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Lo Indecible
100 x 220 cm
Diana Chorne

La segregación es abordada por Lacan como un efecto de discurso. Pero será diferente su funcionamiento en distintos modos del lazo social: el capitalismo, la universalización científica, la globalización, también el nazismo, son examinados para ubicar sus efectos segregativos.

A su vez, el texto indaga cómo Lacan diferenció varios conceptos: la segregación diferenciada del racismo, el racismo diferente a la noción de raza. A partir de estas distinciones, se puede establecer el lugar que tiene el goce del Otro en relación a la segregación.

 

Segregación y discurso

Me propongo abordar los procesos de segregación y racismo dentro de una problemática más general que incluye los fenómenos y la estructura de la violencia. Esto supone situar a la segregación y el racismo dentro de las formas que adopta el malestar en la cultura.

La segregación es inherente al discurso, es decir a las formas que adopta el lazo social. Hay una segregación propia de todo lazo social, se trata entonces de algo estructural.

En El Seminario 17, El reverso del Psicoanálisis [2], Lacan destaca "En la sociedad… todo lo que existe está fundado en la segregación", "Nunca se ha terminado completamente con la segregación [...] Nada puede funcionar sin ella…. Es el efecto del lenguaje". La primera referencia surge en el Seminario en el contexto del cuestionamiento del complejo de Edipo. Lacan vuelve a interrogar el texto de Freud Tótem y tabú para destacar las consecuencias que siguen al asesinato del padre: el pacto fraterno y la emergencia de la ley. Nos dice "Este empeño que ponemos en ser todos hermanos prueba evidentemente que no lo somos. Incluso con nuestro hermano consanguíneo, nada nos demuestra que seamos su hermano, podemos tener un montón de cromosomas completamente opuestos". "Sólo conozco un origen de la fraternidad…. Es la segregación". "Incluso no hay fraternidad que pueda concebirse sino es por estar separados juntos, separados del resto, no tiene el menor fundamento, como acabo de decirles, el menor fundamento científico". Ahora bien, tenemos una tesis, que es la de Lacan en 1967, en su "Proposición del 9 de Octubre" [2], primera versión, que hace de la segregación, de su desarrollo creciente, algo que no es estrictamente efecto del discurso de la ciencia, si bien le es correlativa. Cito a Lacan "Se trata del advenimiento, correlativo a la universalización del sujeto procedente de la ciencia, de un fenómeno fundamental cuya irrupción puso en evidencia el campo de concentración. ¿Quién no ve que el nazismo solo tuvo aquí el valor de un reactivo precursor?"Tenemos aquí planteadas diferentes cuestiones. ¿Dé que se trata cuando hablamos de universalización? ¿Por qué en la civilización de la ciencia la única vía para tratar las diferencias sería la segregación? En verdad el significante y el goce no tienen el mismo régimen, el primero es universalizable, el otro no. El discurso de la ciencia hace funcionar un para-todos, lo que conlleva el intento de suprimir las diferencias al nivel del deseo y del goce.

La universalización que podemos llamar científica consiste en una tendencia a la homogenización de los modos de gozar en la civilización. Esta universalización no pasa por el significante Amo, el discurso de la ciencia conlleva una precarización, un debilitamiento del S1. Debemos también considerar el papel que cumple el mercado, es decir aquello que se juega al nivel del manejo de los medios de producción. Lo que hace funcionar al proceso de producción capitalista es la plusvalía que Lacan asimila al plus-de-gozar del capitalista. La producción intensiva del plus-de-gozar en todos lados y para todos, solo logra reanimar más violentamente la falta-en-gozar constitutiva del sujeto en toda civilización. La producción es sin límite, pero no logra eliminar las paradojas del mercado. Por otro lado hay un empuje a gozar, empuje a consumir, que busca suturar la división del sujeto con el consumo de los productos. Resulta paradigmática la propaganda de una conocida marca de indumentaria deportiva que nos dice "Nothing is impossible."

Todo puede consumirse, y también los productos derivados de las innovaciones de las tecnociencias se vuelcan al mercado. La ciencia aliada a la técnica interviene sobre los fantasmas de completud (sexuales, de procreación, de la estética de los cuerpos) ofreciendo una promesa: Todo es posible, desde el cambio de sexo, a la elección de los rasgos del niño por venir.

La lógica capitalista impone una voracidad ilimitada, es la misma que se encarna en los imperativos del super yo, más se le ofrece, más demanda.

El proceso de la llamada globalización no logra hacer desaparecer las diferencias, hay siempre algo que resiste a toda homogenización posible. Es notable como en diferentes lugares del mundo se intenta resolver estos problemas a partir de un tratamiento que podríamos llamar espacial, los unos en un lugar y los otros en otro lugar. Se trata de una solución que podríamos llamar por vía del reparto del territorio. Vemos así como irrumpen fenómenos que son estrictamente correlativos, el surgimiento de villas miserias, favelas, pueblos jóvenes como se los denomina en diversos lugares de América Latina, en los que se registran episodios de violencia que son reflejados por los medios periodísticos, y por otro lado la construcción de countries, barrios cerrados que buscan preservar a sus habitantes de estos fenómenos de la violencia urbana.

El discurso capitalista nos permite situar la articulación entre la lógica del Para Todos impulsada por la ciencia, el empuje a la producción masiva impuesta, con la excepción de algunos (otra raza, otras religiones), que constituye el resorte de los efectos de segregación, con sus múltiples manifestaciones que incluyen la intolerancia radical de los "modos de vida diferentes". El discurso capitalista, que Lacan escribió solo una vez, a partir de una modificación del discurso del amo, que consiste en invertir los sitios del sujeto y del significante amo, produce efectos de desregulación del goce, que se intentan resolver mediante el llamado a la restauración del Amo antiguo en sus formas tradicionales, llamados a la autoridad que reestablezca un orden perdido.

Podemos entonces preguntarnos si la segregación es un efecto de discurso,

¿Cómo el discurso analítico podría ser no segregativo, considerando que de todos los discursos que conocemos, es el único que no aboga por la justicia distributiva? El discurso analítico pretende escapar a la segregación por la vía del uno por uno, el analista está en la ciudad y se presenta como un objeto versátil, a ser tomado en las diversas configuraciones transferenciales que se presentan en la práctica. Es el desafío y la apuesta que se le presentan hoy al analista cuando aborda los así llamados nuevos síntomas de la actualidad. Es una apuesta por la eficacia del psicoanálisis.

 

Racismo y Extimidad

Freud aborda los lazos colectivos y toma también en consideración el racismo a partir del narcisismo yoico, en particular los fenómenos que clasifica bajo el rótulo de narcisismo de la pequeña diferencia.

En Psicología de las masas y análisis del yo [3] Freud trae la deliciosa historia de la sociedad de puercoespines, que extrae de un texto de Schopenhauer para mostrar cuan difícil es soportar una aproximación demasiado íntima con el semejante. Posteriormente destaca que relaciones conyugales, amistades, relaciones entre padres e hijos dejan un depósito de sentimientos hostiles, del mismo modo para grupos étnicos que tienen una competencia celosa, como el alemán del sur respecto del alemán del norte, y es mucho más fuerte en las comunidades en que las diferencias son aún más pronunciadas.

De esa manera encontramos la aversión de los galos por los germanos, de los arios por los semitas, de los blancos por los hombres de color. Es necesario, desde nuestra perspectiva, en el abordaje de la problemática del racismo, el establecimiento de rasgos diferenciales, o sea los significantes que permiten identificar al menos dos conjuntos diferenciados, ordenados y jerarquizados. El racismo supone un problema de frontera, no siempre una frontera espacial que separe un país de otro. Puede ser una frontera interna que, en un mismo país, separe dos conjuntos diferentes. El racismo sigue una lógica del Todo: todos los blancos, todos los negros.

En el capítulo titulado "La identificación", en Psicología de las masas y análisis del yo, Freud va a pensar las formaciones colectivas a partir de la referencia al Ideal del Yo, instancia privilegiada del Otro, y a partir de éste los fenómenos del racismo van a ser retomados. El extranjero, en su alteridad, que siempre introduce lo extraño, lo diverso, conmueve en el sujeto su posición siempre frágil respecto de un Ideal del Yo que está profundamente del lado del Otro. La reunión de los semejantes entre ellos contra el extranjero permite que se reduzca la distancia con el Ideal, que los Yo se apoyen en su número, en su unión para acercarse. En el racismo lo pulsional está en juego, el racismo no es un problema de agresividad aunque implique la violencia.

En su texto L´Etourdit [4] Lacan nos presenta su noción de raza, lo cito: "me explico, la raza de que hablo no es la que una antropología sustenta por decirse física, la que Hegel muy bien señaló por el cráneo y que lo merece todavía por encontrar en él, mucho después de Lavater y Gall, lo más grueso de sus medidas. Pues, como se vio en un intento grotesco de fundar con ello un Reich llamado tercero, con eso no se constituye ninguna raza (y ese mismo racismo en los hechos tampoco) ésta se constituye por el modo en que se trasmiten según el orden de un discurso los puestos simbólicos, los puestos con que se perpetúa la raza de los Amos y no menos la de los esclavos, de los pedantes igualmente, a los que hace falta para responder por ellos los pederastas(pédants-pédés) de los machacones agregaría yo a quien no pueden faltar los machacados".

Hasta aquí la cita. Vemos entonces que la raza se constituye por el modo de transmisión de los puestos simbólicos según el orden de un discurso. Este implica un orden establecido en el campo de lo Real por la vía del lenguaje. Un discurso permite establecer un orden entre lugares y entre los elementos que vienen a ubicarse en esos lugares.

El racismo de los discursos en acción, como dice Lacan, no se reduce a un puro problema de lenguaje, o al problema de la identificación, sino que concierne a lo que en el discurso no es lenguaje, es decir al goce. El discurso supone un orden que implica modos de gozar, no solamente el goce sexual, sino diversos modos de gozar, el goce de morir, el goce en juego en la violencia, en el asesinato, podemos utilizar el término goce en un sentido amplio. El racismo se puede pensar en relación al goce del Otro. Es un odiar, un no soportar el goce del Otro. Definir al racismo como el rechazo de la diferencia no alcanza, ni tampoco sólo definirlo a partir de la lucha de clases (perspectiva marxista).

En el texto "Televisión" Lacan es interrogado ¿De donde le viene a Ud. La seguridad de profetizar un ascenso del racismo? Y por qué diablos decirlo?. Lacan responde: Porque no me parece divertido y sin embargo es verdadero. Destaca que en el extravío de nuestro goce no hay más que el Otro para situarlo. Por otro lado cuando uno se mezcla, fantasmas inéditos surgen. Efectivamente mientras se mantiene una distancia, la amenaza que implica la proximidad del goce del Otro puede ser soportada, el problema se plantea cuando uno se mezcla, se junta, y el otro aparece como el extranjero, el invasor, el que viene a disputar los puestos de trabajo, a gozar de las mujeres, a ocupar el espacio común. Si Freud pudo escribir "El porvenir de una ilusión", Lacan señala que el porvenir será de las formas más crudas del racismo y nos plantea la posibilidad amenazante del retorno de un pasado funesto.

En su curso de la orientación lacaniana J.-A. Miller utiliza el término Extimidad[5] y destaca: "Extimidad no es lo contrario de intimidad [...] lo íntimo es Otro, como un cuerpo extranjero, un parásito". Esta noción lo lleva a problematizar el concepto del Otro, el fundamento de su alteridad, lo que hace que el Otro sea realmente Otro. Concluye sosteniendo al goce como lo que instituye la alteridad del Otro y no el significante. En lo Simbólico cada significante vale siempre por otro a partir del principio que un significante es posible de ser sustituido por otro.

Partiendo de este concepto de Extimidad ¿Cómo entender el sintagma lacaniano"El Otro no existe", desde el interior del funcionamiento del Otro? Este sintagma adquiere su sentido cuando a la inexistencia del Otro le agregamos la existencia del objeto a. El objeto a, como plus-de-gozar funda la alteridad del Otro, es decir lo que es Real en el Otro Simbólico. No se trata de un lazo de integración, de interiorización, o de identificación, sino de una articulación de extimidad. En el racismo tenemos una relación subjetiva con un Otro como tal, desplegando un odio que se dirige hacia lo que funda la alteridad.

No se trata sólo de agresividad imaginaria que se dirige al semejante, en el racismo se odia a la manera particular en la que se imagina el goce del Otro. Podemos decir que es la proximidad del otro lo que funda el racismo y, desde el momento en que hay acercamiento, hay confrontación de modos de gozar incompatibles. Por esto siempre se planteó un modo de resolución de las cuestiones raciales a partir del llamado espacio vital. La verdadera intolerancia es la intolerancia al goce del Otro. De la uniformización de los modos de goce y de la producción de un sujeto en falta de goce, surge la idea de lo Otro, y los procesos de segregación que van con el racismo.

Ernesto Derezesky es psicoanalista, AME de la EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis).

NOTAS

  1. Lacan J., El Seminario Libro 17, El reverso del Psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1992.
  2. Lacan J., "Proposición del 9 de octubre de 1967", Barcelona, Petrel.
  3. Freud S., Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1984.
  4. Lacan J., "El atolondradicho", Escansión 1, Buenos Aires, Paidós, 1984.
  5. Miller J.- A., Extimidad, El analiticón, Barcelona. Correo Paradiso, 1987.

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