Octubre 2001 • Año I
#3
Destacados

Las pequeñas diferencias y la diferencia absoluta

Alexandre Stevens

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Guillermo Kuitca
"La consagración de la primavera, 1983
Acrílico sobre tela.
130 x 270 cm.
Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires

La cuestión de la formación del psicoanalista puede ser examinada a partir del punto de capitón que constituye para nosotros, en la Escuela de Lacan, el pase. Pero esta formación puede ser situada igualmente más allá de este punto de capitón, como su suplemento. En este trabajo se examinará la formación del psicoanalista bajo estos dos ángulos (1).

 

Las pequeñas diferencias y la diferencia absoluta

“El deseo del análisis –dice Lacan- no es un deseo puro, es un deseo de obtener la diferencia absoluta” (2). Si nos dice que no es un deseo puro, es porque el único deseo puro es el deseo de muerte, rechazo del viviente. Pero es interesante remarcar que Lacan utiliza la fórmula “deseo del análisis” y no “deseo del analista”. Ciertamente, este deseo es soportado por una presencia del analista, pero la fórmula utilizada por Lacan sitúa también el deseo de la Escuela como Escuela para el psicoanálisis y no como Escuela de psicoanalistas. Desde ese momento la Escuela es un instrumento de combate para el discurso analítico y el deseo que porta: obtener la diferencia absoluta. Considerar que la Escuela debe tomar a su cargo “el deseo del análisis”, ya la constituye como “Sujeto del pensamiento” (3). El sujeto del pensamiento no es un sujeto colectivo sino un sujeto al trabajo en la colectividad, como el sujeto del pensamiento Bourbaki para las matemáticas.

¿Cuál es esta diferencia absoluta? Lacan da la indicación: “Allí solamente puede surgir la significación de un amor sin límite, porque está fuera de los límites de la ley, donde sólo él puede vivir” (4). En estos términos de límite y de franqueamiento se sitúa este deseo. Este franqueamiento es él mismo un pasaje al límite, de la misma manera que la serie infinita encuentra su nombre, su marco, por el pasaje al límite. Por ejemplo la serie infinita de los números enteros encuentra su límite en el pasaje a la nominación por el infinito. De la misma manera, la serie de significantes amos del sujeto (I o S1) encuentra su límite en su franqueamiento, en el objeto a, porque más allá de la serie de significantes, el objeto es quien lo ordena. A partir de allí podemos captar este decir de Lacan: “el resorte fundamental de la operación analítica, es mantener la distancia entre la I y la a” (5).

En estos pasajes de El Seminario 11 existe, pues, la idea de un franqueamiento necesario. Lo nombra allí “franqueamiento del plano de las identificaciones” (6). o atravesamiento del fantasma (7). Se trata de un pasaje de la serie de identificaciones al objeto pulsional a, que no forma parte de la serie sino que la ordena. Lacan lo retoma en su Proposición de octubre cuando escribe: “Lo no-sabido ordena el marco del saber”. El elemento externo, éxtimo, a la serie –el objeto a, no sabido- ordena la serie de los significantes. El último capítulo de El Seminario 11 es de este modo el origen de la instalación del pase en la Proposición de octubre tres años más tarde.

Esta idea del fin de análisis como franqueamiento ya está, sin embargo, presente en Lacan mucho antes. En El Seminario 2, señala: “Si se forman analistas, es para que haya sujetos tales que en ellos el yo esté ausente”(8), es decir sujetos sin yo. Lacan señala que por supuesto es imposible, pero que se trata de “apuntar al paso de una verdadera palabra(…) del otro lado del muro del lenguaje”. Notamos que no es el mismo franqueamiento: en El Seminario 11, se trata del franqueamiento de lo simbólico (la serie de los significantes) hacia los límites de lo simbólico del lado del objeto pulsional, mientras que en El Seminario 2, se trata del franqueamiento de lo imaginario (el desconocimiento del yo, los prejuicios) hacia lo simbólico (el otro lado del muro del lenguaje). Pero lo que es puesto en la mira en los dos casos, es el franqueamiento del plano de los semblantes: semblantes imaginarios en El Seminario 2 para alcanzar lo simbólico (que era considerado más real); semblantes simbólicos en El Seminario 11 para alcanzar el objeto a, que era considerado entonces como lo que hay de más real. Lacan ubicará el objeto a entre los semblantes en el momento de El Seminario 20 (9), que de este modo es un momento de cuestionamiento del pase como franqueamiento definitivo.

Sin embargo en El Seminario 2, Lacan no habla de un deseo de diferencia absoluta sino más bien de obtener que el sujeto se separe de lo que Freud llama “su pequeña diferencia”, es decir el narcisismo, la particularidad que distingue al sujeto del conjunto universal de sus semejantes. El sujeto debe dejar caer su o sus pequeñas particularidades imaginarias para alcanzar, más allá, una verdadera posición de sujeto en el significante, una palabra plena. Esto sigue siendo, por otra parte, válido para el pase del cual Lacan dice que no se puede darse aires. El procedimiento no permite hacer pasar su pequeña diferencia narcisista por la diferencia absoluta. Pero en El Seminario 11, lo que es abordado no se limita a dejar caer su particularidad que es su manera de ser-uno-entre-otros en el universal de todos los otros. Se trata al contrario de encontrar su singularidad absoluta en el objeto pulsional más allá del límite de los significantes, singularidad que no se deduce del universal de todos, sino que se constituye en el uno por uno.

A partir de la pequeña diferencia y de la diferencia absoluta, dos tipos de escuelas pueden fundarse. Una primera sería una Escuela de sujetos singulares al servicio del discurso del analista, es decir una Escuela para el psicoanálisis; es la Escuela que quería Jacques Lacan. La segunda, una escuela de psicoanalistas definidos por sus pequeñas diferencias, es decir una asociación de profesionales, lo que es lo contrario de lo que queremos.

 

Puntos de capitón y fuga del sentido

En El Seminario 2 como en El Seminario 11, el fin del análisis consiste en encontrar el punto de capitón de la cura. En la primera versión de la Proposición de octubre, Jacques Lacan escribe este punto en el grafo. La diferencia absoluta como punto de capitón de una cura se escribe arriba a la izquierda, en el lugar del S (). Es el franqueamiento del plano de las identificaciones o el atravesamiento del fantasma, pero es también el pasaje a analista, o sea un franqueamiento para el analizante en la cura.

Es necesario remarcar que un punto de capitón no dura sino un momento como lo decía recientemente Eric Laurent en el curso de Jacques-Alain Miller. Lo cito de memoria: “síntoma, fantasma, el pase, son puntos de capitón; mi nombre no es más sujeto-no-identificado o Nemo sino fuga del sentido, es decir el agujero en el sentido que llama siempre un complemento”. El pase está en el corazón de la escuela pero no es el todo de la Escuela, no es el punto final definitivo de un trayecto. Una cosa es situar el pase como mira, lo que en el grafo se inscribiría en “I” y no en S (), otra cosa es situarlo como punto de capitón con sus efectos de inversión, de après-coup de un franqueamiento. El pase, desde este punto de vista, debe hacerse permanentemente, es decir que hay que situarlo más bien en S ().

Allí se plantea la pregunta acerca de la formación del analista. Sabemos que Lacan insistió sobre el fin de la cura como siendo lo esencial de esta formación. Se oponía de este modo a toda instalación de un sistema de “baronías” o de una lista de “controladores”, como existía en la IPA. La posición del analista se determina entonces, al fin de su cura. Por esto pudo decir que no hay formación del analista, solamente formaciones del inconsciente. Se trata entonces de analizar estas formaciones hasta el final, y el pase es la demostración de ello.

Pero tenemos hoy que plantearnos también la pregunta del otro punto de capitón inscripto en el grafo por Lacan en la primera versión de la Proposición de octubre, así como lo remarcó Jacques-Alain Miller en el Seminario del Consejo de la AMP en enero. En este grafo, el AME está situado a la izquierda en el piso inferior, en el lugar de s(A). Este punto recibe sus determinaciones (indicadas por las flechas): del piso superior, es decir de S() y del “atravesamiento del fantasma”; de las coordenadas simbólicas del piso inferior donde puede leerse en las dos flechas que unen A a s(A) la relación del sujeto al saber constituido, de A hacia s(A), y al saber constituyente, de s(A) hacia A, según la estructura del chiste; y finalmente del corto circuito imaginario del piso inferior que designa los lugares de reconocimiento social del AME.

Para la formación del psicoanalista como en el pase no se trata, como lo querría el Estado con relación a las psicoterapias, del punto de terminación de un cursus, sino de una dinámica, de la cual podemos establecer el trípode: análisis personal, control y enseñanza que comporta la dimensión de lectura de textos. Notemos la observación de Lacan: “Una enseñanza verdadera, es decir que no cesa de someterse a lo que se llama la innovación” (10) Esta observación incluye en la enseñanza una dimensión de no-saber y recuerda lo que escribe Lacan en su “Intervención sobre la transferencia” a propósito del saber constituyente (saber nuevo) y del saber constituido (saber ya allí). El saber constituyente es el que nos interesa porque muerde sobre lo real. “Una enseñanza verdadera”, según la expresión de Lacan, sería entonces la que agrega un grano de sal al saber ya adquirido.

El AE testimonia del real encontrado en la experiencia de su propia cura, el AME (como punto de capitón de la formación) puede testimoniar de la conducción de una cura o de su control y entonces de lo real presente en el acto analítico. Allí no hay franqueamiento que se haga de una vez para siempre, ya que hay que reintroducirlo en cada cura y sostener en cada momento de una cura. En cuanto al AP, es definido como aquel que “no se autoriza sino de sí mismo (y de algunos otros)”. Desde el punto de vista asociativo, esto provoca un efecto de no segregación, pero desde el punto de vista estructural subraya la soledad del acto. Estas definiciones muestran una cierta dinámica de continuidad y no de franqueamiento.

La formación del analista garantizada por la Escuela, es también la garantía que su práctica es analítica como lo subrayó Jacques-Alain Miller en el comunicado publicado después del Consejo de la AMP en enero. La dimensión continuista de esta formación corresponde a la última enseñanza de Lacan: la insignia (S1, a) es lo imposible del nombre para inscribir la no-relación y el fuera de sentido, la fuga del sentido. Esto nos sumerge en el corazón del debate actual de la Escuela Una que apunta a la diferenciación radical del psicoanálisis con las psicoterapias, porque allí donde la psicoterapia aspira a la producción de sentido, el psicoanálisis tiene como mira la invención de un saber nuevo a partir de un punto fuera de sentido, invención en la que el Witz es el paradigma. Se desprende de esto que la formación del psicoanalista implica la exigencia de poder suspender el sentido, como ya nos lo indica Lacan en el primer tiempo de su enseñanza, en ocasión de El Seminario 3, cuando nos advierte de no comprender demasiado rápido.

Desde el momento que captamos, a partir de la última enseñanza de Lacan, que el significante es goce, es más difícil concebir la diferencia absoluta entre I y a y su atravesamiento. Se trata más bien de una serie dinámica de modificaciones del goce hasta toparse con la ausencia de nombre. Es también lo que hay que proseguir en el control y en la enseñanza. Como lo decía Jacques Lacan: “Hago el pase continuamente”. Es un nombre de la formación.

Traducción: María Inés Negri

NOTAS

  1. Este texto es una reescritura a partir de dos intervenciones: una en la Jornadas de la Revue de la Cause freudienne y de Quarto (10/03/01), la otra es una conferencia dada en la EOL en Córdoba (marzo de 2001).
  2. Lacan, J., El Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, pág. 279, Ed. Paidós, Buenos Aires.
  3. Según la proposición de Jacques-Alain Miller.
  4. Lacan, J., op.cit. pág. 279
  5. Ibíd. pág. 276.
  6. Ibíd. pag. 276.
  7. Ibíd. pag. 277.
  8. Lacan J., El Seminario 2, El yo en la teoría de Freud y en la técnica del psicoanálisis, pág. 369, clase del 25.05.55, Ed. Paidos, Buenos Aires, 1983.
  9. Como lo mostró Jacques-Alain Miller en su curso sobre "Los semblantes".
  10. Lacan J., Escritos.
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