Febrero 2006 • Año V
#14
Sala de lectura

Mutaciones del sujeto contemporáneo

De Gabriela Basz, Eric Laurent, Miquel Bassols, Leonardo Gorostiza, Silvia Ons, Marcelo Barros, Paula Vallejo, Hugo Mujica, Graciela Musachi, Jorge Assef, José Luis Tuñón, Gastón Cottino, Samanta Schweblin

Esteban Stringa

Colección de la Orientación Lacaniana, Bs. As., 2016.

Es un libro a ser leído –tal como se nos sugiere en el prólogo en la línea de "El malestar en la cultura". [1] Las mutaciones de la subjetividad contemporánea de la que se ocupan los autores son tratadas a partir de las características de dos modos de nombrar la época. La posmodernidad, entendida como el declive del padre y las identificaciones que sostenía, que lleva a sujetos representados por sus maneras de gozar. Y la hipermodernidad que acentúa la conceptualización de los fundamentos de la modernidad: individualismo, mercado y tecnología. El libro apuesta –nos dice G. Basz– a dar lugar a la mutación subjetiva que Lacan llamó deseo del analista.

Está dividido en tres apartados. En el primero, "Cicatrices del Padre", el texto de E. Laurent –producido un mes después de los atentados de París (noviembre de 2015)– se pregunta si el hecho de que haya causa no nombrable de los atentados, un verdadero objeto causa, habilita a decir que los terroristas son simplemente "normales". Sitúa, además, el lugar de la comunidad a partir de la religión islámica en la sociedad de los hermanos, una fraternidad del goce, ya no un lazo común al padre. En el mismo apartado, M. Bassols en su texto plantea que si el Nombre del Padre es un semblante más, no puede disolver la experiencia de malentendido traumático entre los sexos haciendo que la pantalla del fantasma sea cada día más tenue. Deja, así, al sujeto más cerca del pasaje al acto. La violencia de género y los atentados que producen experiencias traumáticas de masa son dos de los ejemplos contemporáneos que toma de los efectos de lo real imposible de simbolizar.

En el segundo apartado, "Un orden de hierro", L. Gorostiza, a partir de una experiencia y una novela del psicólogo conductista B. Skinner, encuentra un paralelo entre una comunidad ideal guiada por los principios del conductismo y la entronización actual del discurso universitario. Que todo pueda ser previsible y controlable por los expertos es también acorde al discurso capitalista que rechaza la imposibilidad en la que se funda todo discurso. S. Ons, desde su experiencia clínica, localiza nuevos fenómenos de masa a escala discreta en las fiestas electrónicas. Allí lo común no es el líder o una idea rectora sino, con la ingesta de pastillas, experimentarse hermanados en una percepción corporal del sonido. El texto de M. Barros hace visible que, cuando el Nombre del Padre declina, lo único que queda es lo que Lacan llamó un orden de hierro responsable de los fenómenos de violencia que irrumpen en el capitalismo tardío. P. Vallejo trabaja las mutaciones a partir de los discursos, en especial el capitalista. El desafío para el psicoanálisis es el tratamiento de un sujeto que prescinde del Otro sin haberse servido de él. El apartado culmina con un reportaje al poeta y sacerdote H. Mujica.

En el tercero, "Entornos del vacío", G. Musachi, a través de la literatura y la arquitectura, se pregunta quién es el nuevo protagonista de la ciudad y qué es lo que hace comunidad. En su bello texto dice que entre los fantasmas que aflojan lazos y el padre transformado en síntoma se juega la existencia de huraño y la ciudad. Pero, aclara, ninguna identificación masificante lo llevará más allá de lo que su síntoma permita. J. Assef, tomando las películas de zombis y su versión actualizada, el hiper-zombi, ubica el retorno ominoso del empuje al exceso de nuestra cultura: seres que no se vinculan entre sí, que son producto del exceso tecno-científico y tras su objeto de consumo. J. L. Tuñón postula que ante los cambios surgidos en el régimen del arte tal vez ya no sea el artista el que lleve la delantera al psicoanalista en su materia pues este ha aprendido a hacer algo con su condición de desecho. El artista parece tener solo para ofrecer la presentación de su propio cuerpo. G. Cottino en su texto formula la hipótesis de que, a diferencia de la escritura moderna que se apoyaba en el inconsciente estructurado como un lenguaje, la literatura actual se presenta como una escritura de goce cuyo texto imposible solo puede ser alcanzado, no interpretado, por otro texto de goce. El apartado culmina con una entrevista a la escritora S. Schweblin.

NOTAS

  1. Freud, S., "El malestar en la cultura" (1930), Obras completas, Vol. XXI, Amorrortu, Bs. As., 2001.
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