Hasta que puedas quererte solo
De Pablo Ramos
Cecilia Parrillo
Alfaguara, Bs. As., 2016.
El que tiene sed de escribir
Con total seguridad, supe que cualquier puerta iba a ser "esa puerta" y que sin duda me llevaría a uno de esos lugares horribles que existen en determinadas dimensiones del Universo y que están ahí, cerca, a una botella de distancia.
Pablo Ramos [1]
Este libro está tejido por varios hilos de los cuales podría servirme para entramar un comentario. Podría adentrarme en la cuestión de los grupos de "Alcohólicos Anónimos"; en la cuestión de las adicciones; en las referencias a escritores como Hemingway, Borges, Abelardo Castillo, San Agustín, Liliana Heker, Conrad, Cheever, entre otros; en su adoración al cineasta Herzog y al flaco Spinetta; o en las alusiones místicas. Pero no voy a detenerme en ello. Elijo cernir algo de lo que es la literatura para Pablo Ramos.
Este libro es el último de una serie de novelas y cuentos ‒tales como El origen de la tristeza [2] y La ley de la ferocidad [3]‒ que recorren la vida de un mismo personaje, llamado Gabriel, y lo que conlleva el goce mortífero de sus adicciones, con un fuerte tinte autobiográfico. En este libro se nombra como Pablo, corre un poco el velo de la ficción y nos devela algunos secretos de los relatos anteriores. Sitúa el origen de Gabriel del siguiente modo: "Mi hermano: el origen de mi literatura, la persona que usé para crear el personaje principal de casi todo lo que llevo escrito. Usé sus dos nombres, Gabriel y Alejandro, y sus características más blandas que, sumadas a mis miedos, mis carencias y mis defectos, formaron el Gabriel literario". [2]
También hallamos aquí una nueva versión del padre, donde le resta ferocidad y le suma cierta ternura. Tal como él señala: "Escribir para luego corregir, y corregir para corregirse. Y corregirse para volver a escribir desde ese ser mejorado (…) que yo escriba es la prueba de esto. Creo que la Ternura es el hecho estético por excelencia, porque es la inminencia de una revelación que no se produce (…) no se trata de llegar a ella sino de 'moverse hacia ella'; hacia el otro. Otro punto de vista, otro mar, otras tierras, otros cielos". [3] Podemos preguntarnos si es un intento de ir más allá de sí mismo, de construir un Otro sin certeza absoluta; permitirse creer en un "Dios hecho a imagen y semejanza de la duda". [4]
A su vez, es interesante lo que plantea en relación al vacío. "Había algo que estaba vacío y que pensábamos que debíamos llenar". [5] "El vacío, ese hueco que intentamos llenar porque suponemos que todo debe estar lleno. Y es ahí donde entra la droga para acompañar, completar y anestesiar la soledad (…) la cocaína es mientras se la consume y se la tiene, un alma artificial". [6] Podemos situar aquí una relación ente el vacío y el acto de escribir, como aquello que permite restar algo del goce mortífero.
A mi entender, hallamos ‒en su estilo de relatar y describir los personajes‒ su pasión por la escritura y la ficción, más allá de la marca autobiográfica, su sed de escribir. Como si la misma literatura de Pablo Ramos fuese una droga que le resulta necesaria para seguir viviendo. Tal como él dice: "escribir es, entre otras cosas, civilizar el dolor" [7], "Escribo porque busco, movido por una necesidad incontenible, no una descripción metafórica, sino las palabras que rompan el símbolo y lo traspasen". [8]
Concluyo la reseña con unas frases del escritor que terminan de dar luz sobre el lugar que para él ocupa la escritura y aquello que la ficción posibilita. "Fue nomás poner la hoja en la máquina y saber que yo podía, en esa pieza de pensión y a partir de ese momento, hacer lo que quisiera en esa hoja, podía ser quien quisiera, podía odiar mucho más a los que odiaba, podía amar mucho más a los que amaba, podía triunfar en el odio y en el amor. Podía escribir sobre la realidad y modificar todo lo que no me gustara o me hiciera sentir traicionado por ella". [9] "Yo cambié, no mi literatura. Porque mi literatura siempre estuvo ahí (…) Y decidí escribir en serio. No escribir para ver qué pasa, sino escribir para ver qué me pasa". [10] "La única fe posible para un hombre como yo es la fe de las palabras escritas". [11]
NOTAS
- Ramos, P., Hasta que puedas quererte solo, Alfaguara, Bs. As., 2016, p. 40.
- Ramos, P., El origen de la tristeza, Alfaguara, Bs. As., 2004.
- Ramos, P., La ley de la ferocidad, Alfaguara, Bs. As., 2007.
- Ramos, P., Hasta que puedas quererte solo, op. cit., p. 52.
- Ibíd., p. 33.
- Ibíd., p. 46.
- Ibíd., p. 54.
- Ibíd., p. 55.
- Ibíd., p. 11.
- Ibíd., p. 56.
- Ibíd., p. 153.
- Ibíd., p. 156.
- Ibíd., p. 157.