Julio 2003 • Año II
#8
Sala de lectura

Los decires del amor

De Oscar Zack

Jazmín Torregiani

Ed. Grama, Buenos Aires, 2012

 

Algo nuevo en el amor

A lo largo de su texto, Oscar Zack nos recuerda de diferentes maneras que el amor en tanto hecho del lenguaje, para ser experimentado necesita de palabras, palabras de amor. Se detiene sobre este punto, lo desmenuza, dando cuenta de que las palabras de amor, los decires del amor, se producen justo en el punto de lo imposible de decir sobre la relación sexual. En el lugar mismo en que la relación entre los sexos sólo puede maldecirse.

De este modo, y a partir de algunos extractos de Lacan en "Televisión", nos conduce a adentrarnos en el hecho de que: "El impasse sexual secreta las ficciones que racionalizan el imposible del que proviene"[1],imposible necesario para la emergencia de amor, ¿Qué es lo que hace que el elegido sea uno y no otro? He ahí el enigma, refiere el autor, ahí donde fracasa el lenguaje para intentar nombrar aquello que es del orden de lo innombrable.

El autor nos recuerda desde el inicio de su texto que las cuestiones del amor han comenzado a ser abordadas por las neurociencias y su complemento psicoterapéutico, las terapias cognitivo conductuales, que mantienen la aspiración de que a partir de la implementación de ciertos protocolos se podría domesticar la pulsión y eliminar el síntoma. Dará cuenta a partir de su recorrido que ese dominio no es más que una mera ilusión que se sostiene en el plano imaginario, situando que la elección del partenaire amoroso responde a razones lógicas, a razones inconscientes, a razones fantasmáticas, que casi nunca coinciden con las racionalizaciones imaginarias que cada sujeto se suele dar al respecto. De este modo dirá que en la actualidad, poner de relieve el condicionamiento singular e inconsciente que precede al encuentro amoroso se vuelve fundamental frente perspectivas que lo intentan reducir a la conexión entre neurotransmisores.

Refiere que el campo del amor es impensable sin las marcas libidinales de los primeros lazos afectivos, y que ello supone una lógica en la que la elección amorosa queda ineludiblemente sujeta a la repetición edípica. Pero nos propone dar un paso más, que consiste en ubicar que la apuesta analítica entraña que un análisis llevado hasta su fin, permita que el encuentro amoroso no quede reducido a las coordenadas de la repetición. Nos dice que en los textos de la llamada "última enseñanza" de Lacan hay que destacar que [Lacan] habla de algo nuevo en el amor. Alude al nuevo amor en términos de aquel que puede producirse a través de la experiencia analítica, en tanto se pone en marcha un nuevo discurso a partir del cual el sujeto se ve compelido a generar las condiciones de un nuevo decir y a consentir los efectos del mismo: "…por la vía del análisis, por la vía de transitar una experiencia analítica, por la vía de hacer la experiencia del amor transferencial, es que se puede acceder, no siempre, a un nuevo amor, nuevo amor no encorsetado por la repetición. Dicho de otra forma: poder salir de la cárcel del goce, salir del destino repetitivo al cual la pulsión de muerte condiciona las elecciones del sujeto, requiere del pasaje por una suerte de médium, que se llama la experiencia analítica".[2]

Sirviéndose de precisas referencias lacanianas de esta época, el autor sitúa que en el amor transferencial la posición del analista implica encarnar el vacío del deseo para posibilitar que el analizante pueda dar con las respuestas fantasmáticas que le permitieron no sólo velar el deseo del Otro, sino que además condicionaron sus elecciones, y así, a partir de este hallazgo, poder encontrar una nueva solución frente los avatares de la vida y el amor.

Será un sujeto, nos dice el autor, que sabrá que todo amor viene al lugar de ser una suplencia al "no hay relación sexual", al malentendido estructural entre los sexos. Condición que permite renunciar a la ilusión de que el partenaire se constituya como un todo y que abre el camino a la invención.

En este punto cabe señalar la referencia que hace del poeta Ovidio, quien por medio de su pluma anticipa y sintetiza gran parte de este desarrollo: "Maestro de los alegres amores, lleva tus discípulos a mi templo donde se lee la inscripción, sabida en todo el universo, de que cada ser debe reconocerse a sí mismo. Solamente quien se reconozca podrá amar con sabiduría, pues atemperará sus condiciones a los inconvenientes de las empresas".[3]

Para concluir podemos decir que en su libro, Oscar Zack da cuenta de que la oferta del psicoanálisis es hacer del imposible estructural su causa. Un amor que no rechace el imposible de la relación entre los sexos, sino que resguarde el vacío.

NOTAS

  1. Lacan, J.: "Televisión", en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 558
  2. Zack, O.: Los decires del amor, Grama, Buenos Aires, 2012, p.21
  3. op.cit., p.54
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