Abril 2001 • Año I
#1
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La eficacia del psicoanálisis

Ricardo Seldes

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La musa 
[Cynthia Grinfeld]
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Los analistas también somos producto de los cambios en el discurso del amo en que estamos inmersos, pero cómo esto influye en la eficacia del psicoanálisis y en el modo de acoger la diversidad del síntoma, comprendiendo allí de qué goce se trata, es el eje sobre el que se ubica la cuestión de la práctica del analista hoy.

La comunidad que compone la Escuela de la Orientación Lacaniana vuelve hoy a encontrarse hoy para dialogar sobre los problemas del psicoanálisis, en la vastedad de las significaciones que de esta expresión se quiera deducir. El mismo título de las II Jornadas apunta a interrogar por la eficacia del psicoanálisis, no desde siempre, sino en la actualidad. ¿Es tan eficaz como lo era antes? El inconsciente, después de haber sido forzado por nosotros, no va a tardar en volver a cerrarse, anticipó Freud sin que Lacan lo desmintiera. Y Freud quiso decir con esto algo totalmente preciso, que constituyó toda la inquietud de los analistas llamados postfreudianos. "Lo inconsciente no se entrega ya como en los tiempos de Freud, y allí reside el gran cambio decisivo, la revisión desgarradora a la que, en la década de 1930, tuvo que constreñirse su técnica", patentiza Lacan para referirse a un principio que atraviesa a los psicoanalistas: no existe ningún pretexto para volver a dormirse. Que hoy en día los pacientes lleguen al consultorio del analista con sus interpretaciones bajo el brazo, con la pauta preformada de regulación de horarios y honorarios, señala la caída del antiguo bastión del encuadre standarizado, emplazamiento del atalaya desde donde el analista encontraba cierta comodidad en denunciar las resistencias. Problema crucial, ya que se trataba de un modo articulado de presentificarse lo real, cuando en esta experiencia del decir, se pide al sujeto que se libere de las referencias habituales. Ese sujeto, el del inconsciente, cuya inconsistencia lógica lo hace más liviano que cualquier ser que habita en esta tierra.

El mundo ha cambiado en las últimas décadas del siglo XX, así nos dicen los organizadores de las II Jornadas, y el psicoanálisis ha cambiado también, para no divorciarse de la subjetividad de su época. ¿Cuál es la actualidad del inconsciente? ¿Cual es el estatuto del sujeto allí donde eso piensa sin saber, no solamente lo que eso piensa, sino incluso que eso piensa? El inconsciente está estructurado como un lenguaje, se apronta en cualquier tiempo para concentrar el hecho de que todos los lenguajes están centrados en un imposible de decir, y, lo afirmamos con la certeza de la locura, no hay sistema lenguagero que no tenga un poco de lo imposible, es decir un inconsciente estructurado como un lenguaje que apunte a nombrar lo imposible de decir de lo sexual.

Se habla con toda justeza de los nuevos modos de gozar "que responden a la conmoción de nuestra cultura en el tiempo de la inexistencia del Otro", nuevos modos de sufrimiento al cual la ciencia responde con su clásico imperativo ¡forcluyan al sujeto que se acabó la rabia!

Y el retorno desde lo real es siempre más espectacular, en la época en que el reality-show quiere chuparse al tipo que pretende ser escuchado.

Pero he ahí que nosotros nos volvemos a reunir, y nos alegramos en esta comunidad que se reencuentra para debatir por el porvenir, aunque nuestro ánimo esté sacudido por las ausencias que no se comprenden ni se descifran.

***

Es verdad que lo que atraviesa la época es que el cambio de discurso en la modernidad ha producido una modificación en el discurso del amo, el discurso de la ciencia instalado en el lugar del discurso del amo. Su consecuencia inmediata es la llamada tiranía del saber, es que el saber no es como en el saber antiguo un saber hacer, sino la producción de S1 dispersos, sin que la verdad pretenda se interrogada como tal, como verdad de la vida, la que puede dar lugar a las charlas de café más apasionantes, si es que se tiene el tiempo de encontrarse con los amigos.

Porque el amigo funciona en el café como aquel que puede preguntar sobre el saber que cada uno guarda sobre lo insondable de la relación sexual, sobre la vida y sobre la muerte, y en las II Jornadas les preguntamos a nuestros amigos colegas que es lo que han entendido sobre la eficacia del psicoanálisis en la actualidad y sus incidencias en la época.

Ya el hecho de que nos disponemos a interpretar la sociedad moderna como un efecto del discurso de la ciencia permite pensar que contamos con los medios para dar la cara a la sociedad sobre este problema. Y acá es donde nos encontramos reunidos. Para ubicar esos problemas y para determinar la responsabilidad que nos cabe ante ese discurso homogeneizante.

Como plantea Lacan en la época de La tercera la primera regla a aplicar a nuestra posición es la de enfrentar lo real, y eso lo hacemos más que los científicos, y en tanto lo real es lo que no anda, además estamos obligados a resistir, a poner el hombro. Y esto lo subrayo, para lograrlo hay que estar acorazados contra la angustia que es una manera fuerte de decir que hay que poder aguantar. Y ante lo que llama chismes de consumo como a la TV devoradora, o los cohetes a la luna, Lacan declara que su posición no se encuentra ni entre los alarmistas ni entre los angustiados ante la pasión devoradora de los pequeños y grandes gadgets y sus consecuencias.

Por eso ubicarnos en ese cambio del discurso del amo, quiere decir no sólo que estamos inmersos y que por eso tenemos que responder, sino, como bien ha planteado Marie-Hélène Brousse, es que también somos productos de eso, estamos determinados por el cambio en el discurso del amo. ¿Qué hacemos? En principio el mismo dispositivo analítico tiene una acción sobre el discurso histérico generalizado, ese productor de S1 dispersos, porque los aloja, los organiza, y los pone en relación con un goce. La operación del discurso analítico es poner en relación los S1 de la libre asociación con el objeto de goce. Y no sólo eso, sino que cualquier analista que escucha, puede armar una pequeña enciclopedia de la vida cotidiana sólo con lo que recoje cada día en su consultorio.

¿Estamos preparados para acoger esa diversidad de síntomas? Digámoslo de otra manera, ¿está cada uno listo para comprender de que goce se trata? Me permito recurrir a Eric Laurent para responder a estas "simples" preguntas, y considerar que la eficacia de la que se trata, es la de permitir al mayor número de sujetos tener acceso a lo que el psicoanálisis les puede ofrecer. Y entonces nuestra apuesta más importante es la de formar analistas que puedan responder a una nueva función, un psicoanalista abierto en sus indicaciones, uno que sabe que no se le habla de la misma manera a un sujeto neurótico, perverso, psicótico o un inclasificable, es decir un sujeto que no logra ubicarse por sí mismo en sus referencias. Y no olvidarnos que lo que está en juego en las personas que vienen a consultarnos es su satisfacción. Si no encuentran ninguna satisfacción en el análisis no volverán, de allí esa famosa apreciación de Lacan en la conferencia en Yale, ese fenómeno, prácticamente impensable, de que tantas personas lleguen al análisis, releva un real problema. "¡No sólo llegan a nosotros sino que retornan! ¿Que es lo que puede inducirlos a encontrar una satisfacción tal en el análisis, cuando pasar por el análisis es una experiencia tan poco confortable?...No todos son capaces de hacerlo. Es necesario tener una cierta dosis de eso, haber escuchado suficientemente sobre él para saber que puede tener ciertos efectos –esos efectos sobre los cuales cuentan realmente las personas que emprenden un análisis, aquellos que yo llamo los analizantes. Ellos cuentan sobre esos efectos, particularmente, teniendo a la vista las cosas que traban su camino..."

Hablar sobre los efectos de un psicoanálisis es un modo de decir que hablaremos sobre la satisfacción antes, durante y después del análisis, sobre la vigencia del psicoanálisis también, sobre las categorías clínicas, sobre su lugar en las ciencias, en la cultura, en la ciudad. El tema "La eficacia del psicoanálisis" pone nuevamente a prueba la Escuela como una herramienta cuyo principal uso es que favorezca el discurso analítico. Contamos con una nueva ocasión para que la Escuela de la Orientación Lacaniana se prodigue en la comunidad, invite al debate y sostenga la innegable disposición a la invención que nos proporciona este particular modo de lazo social.

Mayo de 2000

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