Julio 2001 • Año I
#2
Coloquio Jacques Lacan 2001 en Buenos Aires

Encuentros con Lacan

Alejandra Glaze

Bajar este artículo en PDF

Los días 21 y 22 de abril se realizó el Coloquio de homenaje a Jacques Lacan a 100 años de su nacimiento, organizado por el Campo freudiano, con el auspicio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Más de 600 personas pudieron escuchar las diversas historias que configuraron el movimiento psicoanalítico en nuestro país, dicho a través de más de 30 testimonios subjetivados del encuentro, a veces inicialmente traumático, con la enseñanza de Jacques Lacan. Tal como lo buscó y lo subrayó en la apertura Flory Kruger, organizadora del evento, las voces fueron múltiples en matices y experiencias, representando diferentes generaciones (desde los "fundadores" hasta los "analistas jóvenes") y extracciones (desde el núcleo duro de los masottianos hasta el análisis didáctico de APA y APdeBA). En esa oportunidad, también se produjo el tercer encuentro entre Horacio Etchegoyen y Jacques-Alain Miller.

El comienzo fue conmovedor. Judith Miller, hija de Jacques Lacan, dio inicio al Coloquio con unas emotivas palabras sobre su padre. Los comentarios a propósito de su obra, alternaban con recuerdos como los que ubica a ambos en su coche, rumbo al seminario: "…antes de llegar estaba completamente absorbido, concentrado en su reflexión, mudo, casi inaccesible". Contrariamente, lo que no dejó de sorprender a aquellos que insisten (para bien o para mal) en el hermetismo del analista lacaniano, "a la salida hablaba con varios, preguntando si se entendían bien sus lecciones, si se fue captando lo que transmitía. Preguntaba mucho, porque nunca estaba satisfecho. Usualmente decía que no había logrado decir una larga parte de lo que había preparado". J. Miller describió el rasgo que define a la singularidad de este coloquio en Buenos Aires: "Aquí y sólo aquí analistas de la APA y de APdeBA exponen con analistas de la orientación lacaniana en el mismo lugar, y en el mismo momento, con la civilidad que implica el hecho de hablar juntos, sobre el punto por el cual la enseñanza de Lacan impacta en cada uno".

En la mesa Homenajes: Uno por uno, a Jacques Lacan, participaron Asbet Aryan (APdeBA), Alicia Azubel, Samuel Basz (EOL), Graciela Brodsky (EOL), Jorge Chamorro (EOL), Abel Fainstein (APA), Elida Fernández, Germán García (EOL), Carlos Moguillansky (APdeBA), Andrés Rascovsky (APA) y Mónica Torres (EOL). La coordinación estuvo a cargo de María Novotny de López y Luis Erneta. Este último, como para dar la clave de afinación, recordó su único encuentro con Lacan en Caracas: "En mi recuerdo, un silencio expectante, tenso, casi audible, tramaba el clima necesario para escuchar hablar por vez primera a quien hasta allí sólo era presencia textual. Esta vez no sería en ausencia o en efigie. Lo que escuché con algunos otros, fue una especie de soplido rudo, ruidoso, que todavía me resuena y que me llevó por un instante al borde de la perplejidad. Luego, suavemente, vinieron sus primeras palabras: 'no soy demasiado inquieto'."

Las exposiciones fueron una galería de retratos diversos; surgió un Lacan médico, otro psiquiatra, otro psicoanalista, otro político, otro conocedor de disciplinas múltiples. Y tampoco faltó el autorretrato surgido del cruce permanente de ese encuentro de un psicoanálisis proveniente de Europa, con el marco sociopolítico de nuestro país, en décadas signadas por la noche de los bastones largos y el Cordobazo, hasta las rondas de las madres de Plaza de Mayo y el retorno a la democracia.

E. Fernández describió, a propósito de la entrada de Lacan en la Argentina: "en la Facultad de Psicología leíamos, estudiábamos y discutíamos Melanie Klein, Bion y Meltzer, con el mismo fanatismo e idea de universalidad que siguió caracterizando a algunos claustros y a algunos profesionales porteños, como un estigma de religiosidad fundamentalista que intenta ocultar quizás el desamparo y la distancia con respecto a los países en los que nacían las teorías y pensamientos que devorábamos ansiosamente (…) Los psiquiatras nos escuchaban hablar con tanta certeza de los pechos malos y los pechos buenos, los penes contenidos en el vientre de la madre y el spliting del yo, que nos buscaban rápidamente una clasificación psiquiátrica que nos contuviera (…) los pacientes padecían nuestro acmé juvenil, así como han padecido los siguientes arrebatos lacanianos". Es en ese marco, que sitúa la entrada de Lacan como aquello que comienza a hacer ruido en esa formación, de la mano de Sciarreta: "Leer a Lacan, entre otras cosas, me indignaba. Lo que creíamos saber se daba vuelta, lo que usábamos como herramienta fundamental había que guardarlo como una herramienta en desuso… había mil temas que para Lacan eran fundamentales, que nos encontraban en una ignorancia vergonzante".

J. Chamorro esbozó el recorrido de su lectura de la obra de Jacques Lacan y sus propias conclusiones, a partir de la reducción a siete puntos. Así fue de la localización de los impasses freudianos a la construcción de una ficción consistente; el pasaje por el análisis de los efectos terapéuticos hasta el encuentro de cada sujeto con algo de su ser; la intersección psiquiatría/psicoanálisis; la transmisión "que hace del matema un instrumento de precisión"; ya en la clínica, la posición del analista que se sostiene en la interpretación, por un lado, y de la reducción, por el otro, en el discurso escrito y la sesión corta; el síntoma, como alteración del mundo pero al mismo tiempo camino de la singularidad; y finalmente la orientación lacaniana, que pretende con la compacidad interna, producir "un rigor que apunte al entusiasmo de sostener nuestra posición en sus diferencias".

A. Faintein, como presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), y en una sola frase, sentó su posición en relación, tanto al Coloquio como a la enseñanza de J. Lacan: "No se nos escapa la significación que adquiere nuestra presencia en este ámbito, siendo, junto con APdeBA, sociedades componentes de la IPA. El hecho de que las condiciones de producción teórica de Lacan, no sean ajenas a sus relaciones con la IPA nos ubica, de hecho, como interlocutores de la misma. Ser sus interlocutores, sin embargo, no nos vuelve iguales. Muchos de nosotros mantenemos diferencias con algunas de sus teorizaciones, y especialmente, con el modo de conducción de sus análisis. Nuestra lectura de Lacan y el impacto de la misma en la clínica, forma parte de una concepción pluralista del psicoanálisis ajena a cualquier dogmatismo".

S. Basz se refirió a su encuentro con Jacques Lacan en 1979, en el que éste último le hizo sólo una pregunta: la de cuál era la situación del psicoanálisis y de los psicoanalistas en nuestro país, y no acerca de los lacanianos en particular, o de la manera en que entre nosotros circulaba su enseñanza.

G. Brodsky, al igual que lo hiciera anteriormente L. Erneta, situó su encuentro con Lacan en Caracas 1980: "Fue un encuentro con su mirada a la salida de un ascensor, un almuerzo –de los más difíciles que conocí–, y un seminario que creó entre sus alumnos y sus lectores de entonces un lazo que se mantiene, reforzado, veinte años después (…) A pesar de no haberlas tenido todas con nosotros, somos una generación… ¿Cómo llamarla? Afortunada. Tuvimos la ocasión y la tomamos. Tuvimos una cita, y no faltamos".

Apelando al algoritmo darwiniano, "Diversidad, selección, herencia", G. García etiquetó de ese modo a la entrada del lacanismo en Argentina, y pasó a hablar de su recorrido personal, como uno de los efectos de ese momento fundacional, puntuando su origen literario, su encuentro con Oscar Masotta y su inscripción en la institucionalización del movimiento. Así, y en relación al inicio de su propia práctica, dijo: "Ya no era saber qué pasa con uno, ni convertirse en erudito del psicoanálisis, sino saber cómo funciona eso y si de verdad funciona. El encanto semántico, los cabos sueltos de la sintaxis, conducían a un momento pragmático, de la misma manera que la lectura en grupo condujo a la creación de la Escuela en 1974. Aquella Escuela [Freudiana], como se sabe, no soportó la dictadura militar. Masotta murió en el exilio, y varios de los que firmamos su fundación pertenecemos a la EOL, embarcados en otra diversidad, otra selección, en otra herencia, la de un psicoanálisis transformado de manera irreversible por Jacques Lacan".

Marcas de un encuentro, llamada en los pasillos "la mesa de los jóvenes", contó con las intervenciones de Gabriela Basz, Guillermo Belaga, Florencia Dassen, Leonardo Gorostiza, Fabián Naparstek, Marina Recalde, Pablo Russo, Mauricio Tarrab, Adriana Testa, Luis Tudanca y Manuel Zlotnik, todos colegas de la EOL, coordinados por Osvaldo Delgado y María Leonor Solimano, quienes nuevamente dieron cuenta del efecto sobre ellos del encuentro con la enseñanza de Lacan.

G. Basz trató de fijar el instante en que había pasado de la adhesión adolescente a una bandera que justificaba diferencias, a una inclusión responsable: "Lacaniana ya no es una bandera sino el lugar del saber que orienta mi lectura, mi práctica. Las marcas de una identificación se deshacen para abrir el camino a una elección singular".

L. Gorostiza dividió su recorrido en siete escenas, algunas de las cuales fueron la del médico recién egresado, ante el paisaje desolador de la disolución de los grupos de estudio debido a la llegada del Proceso; la del primer buen encuentro con el control, L. Erneta; la de la lectura "traumática, perplejizante" de los Escritos; y la de septiembre de 1989, en que escucha a J.-A. Miller en Buenos Aires, en la gestación de una nueva comunidad analítica. M. Tarrab destacó que no hay una lectura neutral de Lacan, puesto que ella deja inevitablemente marcas y mueve a cambiar el rumbo: "Luego de algunos años de extravío y escepticismo (…) [en una época signada] por la pendiente de una renuncia al campo del lenguaje para convivir con comodidad sospechosa con técnicas no verbales (…) emergió para mí la enseñanza de J. Lacan como una interpretación, señalando el horizonte que conviene al psicoanálisis para hacerlo una práctica digna de esta época, y para mí mismo si quería hacer algo serio al respecto".

A. Testa se focalizó en el "Lacan lector": "En rigor, tendríamos que decir que Lacan nos deja como problema la práctica misma de la lectura: ¿cómo leemos?, ¿para qué?, ¿qué hacemos con lo que leemos? ¿En qué contexto de recepción leemos lo que elegimos leer?", ubicando el retorno a Freud lacaniano, como una decisión política y un modo inédito de lectura de los textos del psicoanálisis. También hablando a propósito de esa lectura, M. Zlotnik ejemplificó los subrayados de Lacan a propósito del recorrido que Freud hiciera acerca del historial del presidente Schreber y el concepto de proyección aplicado a la psicosis.

En Diálogo acerca de Jacques Lacan, Horacio Etchegoyen (ex-Presidente de APdeBA y de IPA) y Jacques-Alain Miller (Delegado General de la AMP) protagonizaron un nuevo capítulo de la conversación que se viene sosteniendo desde hace unos años, con la presencia en la mesa de Luz Casenave y Oscar Sawicke.

H. Etchegoyen se refirió a su propia relación con la enseñanza de Lacan: "Yo no soy lacaniano ni lo quiero ser. Pero desde mis años en Mendoza, donde Leonardo Avenburg me habló de Lacan, lo fui leyendo (...); y en una entrevista de la Revista Vertex ­en la época de la campaña por la presidencia de la IPA­, dije que una de las cosas que iba a hacer era darle un lugar a Lacan en la enseñanza de la IPA". J.-A. Miller, a su turno, dijo: "Tengo nostalgia de la vieja IPA. De la IPA dura, de la IPA terrorista, de la IPA de la ego psychology, porque con esa IPA se podía chocar. ¡Que suerte ha tenido Lacan de tener esos colegas enfrente de él! (…)". Y retomando la fórmula expresada por Etchegoyen, para culminar con lo que podría pensarse como una definición de la orientación lacaniana, dijo: "No soy lacaniano; en nombre propio no puedo decir no soy lacaniano, nadie me creería (…) Lacan tenía algunas reservas sobre este ser lacaniano, porque su lección fue no repetir (…) Pero hay que decirlo: en eso fracasó. Fracasó porque hay lacanianos que pasan su tiempo repitiendo a Lacan. No se si hay más una orientación lacaniana, que un ser lacaniano. Una orientación lacaniana es ir en una cierta dirección que parece tener algo que ver con lo que hacía Lacan".

Luego la conversación giró en torno a la verticalidad necesaria y la horizontalidad deseable de las instituciones, para lo cual Etchegoyen apeló a una anécdota que dejó a todos los concurrentes pensando: "Cuando vino Meltzer a la Argentina, que fue mi analista, dijo: 'Lo mejor que pueden hacer con APdeBA es disolverla y formar grupos de estudio informales'. Entonces alguien le dijo: ¿pero entonces cómo hacemos para invitarlo a usted?".

Posteriormente, en la mesa llamadaSíntomas de la cultura, coordinada por Vera Gorali y Ernesto Sinatra, estuvieron presentes el politólogo José Nun, el filósofo Guillermo Ranea, los semiólogos Oscar Steimberg y Oscar Traversa y el escritor Juan José Saer, casualmente de visita a nuestro país.

J. Nun realizó observaciones a propósito de los totalitarismos institucionales, tomando como punto de partida el transitado párrafo del Seminario 11 a propósito del Dios oscuro con que Lacan se refiere al nazismo. G. Ranea se detuvo en la paradoja de que los enunciados actuales cuya eficacia y progreso no cabe poner en tela de juicio, chocan con un creciente escepticismo por parte de la sociedad, llegando a postular la fábula de una ciencia acéfala. J. J. Saer destacó el hecho de que Lacan fuera un gran escritor, y situó la diferencia de estilo con Freud, en la distinta manera de encarar los textos de cada uno de ellos, en función de la historia de la ciencia en ese momento, finalizando con una descripción pesimista del marco actual del discurso de la llamada posmodernidad. O. Steimberg abordó el tema de la moda no sólo de los objetos, sino también de las ideas (incluida la entrada de Lacan en Argentina). Con respecto al destino actual de las vanguardias de principios de siglo XX, en las que Lacan había encontrado su marco discursivo, se mostró más alentador que Saer. A su entender, con la posmodernidad, esas vanguardias quedaron despojadas de sus utopías: los museos no fueron incendiados como querían los futuristas, pero quedaron como patrimonios de todas sus operaciones retóricas. O. Traversa dio una versión actualizada de las maneras de la mesa de Levi-Strauss, preguntándose no por el sujeto de la ley que dejaba para el psicoanálisis, sino el enigma de cómo es que la ley se constituye.

Para finalizar, la mesa llamada Intercambios, con la coordinación de Adela Fryd y Jacques-Alain Miller, obedeció a la única consigna de contestar preguntas hechas por el auditorio. Para esta tarea fueron convocados Enrique Alba (APdeBA), Carlos Basch (APA), Felisa Fisch (APdeBA), Manuel Gálvez (APdeBA), Juan Carlos Gorlero (APA), Juan Carlos Indart (EOL), Graciela Musachi (EOL), Ricardo Nepomiachi (EOL), Ricardo Seldes (EOL) y Raquel Zak de Goldstein (APA).

En un apretado resumen, las preguntas siguieron dos rumbos: quedaron circunscriptas a preocupaciones de los miembros de la EOL acerca de cómo se puede ser lacaniano dentro de la IPA, y acerca del aparente autoritarismo e intolerancia que reside en el interior del Campo freudiano; mientras que las de los miembros de APA y APdeBA, acerca de qué quieren los lacanianos de ellos, y más crudamente, qué quiere Jacques-Alain Miller.

Las preguntas recibieron respuesta, aunque, desde luego, de una manera muchas veces lateral. La actualidad de esas cuestiones fue, por lo general, prologada con el testimonio de un pasado encuentro con Lacan: cómo se las arreglaban para hacer con eso un lazo posible en sus respectivas instituciones. Analistas de APA y APdeBA describieron cómo se encontraron con el psicoanálisis, en unos casos, y con la enseñanza de Lacan, en otros, incluso partiendo de una especialidad médica –como es el caso de J. C. Gorlero o F. Fisch–. E. Alba dijo: "Son 30 años de haber estado planteándome cómo se puede ser lacaniano dentro de la IPA. Cuando en ciertas situaciones me hacían esta pregunta, yo decía ¿y qué piensan los lacanianos que hay uno de la IPA entre ellos? Hoy lo que podría decir es que no sé si soy lacaniano, lo que si sé es que aún para mí la lectura de Lacan, es el eje fundamental por donde pasan mis reflexiones sobre mi práctica". C. Basch sostuvo que su pertenencia a APA nunca fue un obstáculo para su relación con los analistas lacanianos por fuera de la institución, pero en cambio, sí fue una fuente de malentendidos, que a veces fueron fecundos y productivos. "A menudo era tomado como uno de los representantes de aquello que para ellos eran un signo de interrogación: Lacan".

J. C. Indart respondió no sin ironía, a las viejas críticas ortodoxas que siempre vieron con triunfante sospecha que el lacanismo tuviese como pioneros maestros en Argentina, a gente que no provenía de una formación médica o psicológica reglada, ni había pasados por sus divanes: "Es por la enseñanza de Lacan que sentí el 'tú eres eso', y llegué a tener 600 alumnos (…) Hoy en día pienso que en cierto modo inconsciente buscaban un maestro en el sentido que nos referimos al maestro de la escuela primaria. En ese contexto no veo que sea para nada sorprendente que recibiese a jóvenes que se formaban en psicoanálisis, y que pudiesen pertenecer a APA o APdeBA (…) Pero es totalmente cierto que yo no conocí en mi vida una locura imaginaria tan intensa a nivel personal como grupal que la desatada por el lacanismo. Escribí en esos años 'Interpretación es' evocando con cierta parodia la infatuación en la que estábamos sumergidos. Pero también escribí que 'la verdad desencadenada es así', y esa es una respuesta que les doy (…) Hoy esa verdad está muy civilizada (…) Como psicoanalistas tenemos que saber que hay momentos en que la verdad se desencadena así, con su locura, y es una tarea común, colectiva, ordenar poco a poco eso hasta los carriles de una verdad en su medio decir".

G. Musachi ubicó el inicio de su lacanismo también en un encuentro, en este caso con Germán García:"Lo recuerdo bien, era una tarde que me encontraba con él por primera vez para estudiar psicoanálisis lacaniano, y escuchábamos por la radio que habían asesinado a Rucci". A propósito de la supuesta falta de moderación lacaniana respondió: "…trato de no orientarme en el personaje, que a veces en su intolerancia puede ser muy estimulante (…) me oriento en la convicción que encuentro en ellos de que el psicoanálisis siga existiendo, es decir, de que haya una historia del psicoanálisis que pueda continuarse respecto a una convicción".

R. Nepomiachi relativizó una supuesta fragilidad de la AMP aludida por J.-A. Miller en su conversación con Etchegoyen: "Hay que saber que la experiencia de la AMP, creada hace poco menos de 10 años, responde por la contingencia, es decir (…) [que] nuestras formas organizacionales no son más que un medio para el psicoanálisis, y es en ese punto que se trata de la contingencia, y esto hace que permanentemente nos encontremos frente a los problemas de la vida asociativa y de la vida de nuestra comunidad, y nos sostenemos en ese sentimiento de fragilidad que nos da la enorme posibilidad de intervenir permanentemente y con decisiones que en su momento llevaron, por ejemplo, al Dr. Lacan, a disolver su propia Escuela".

Continuando con los problemas de la vida asociativa a los que aludía Nepomiachi, a Ricardo Seldes le tocó responder por las presuntas intrigas y tormentos dentro del marco de la EOL, diferenciando ambos términos: los tormentos serían monótonos y destructivos; en cambio, las intrigas podrían tener algún lado interesante, en tanto requieren de más inventiva. "La enseñanza de Lacan y su política del deseo es lo que hoy hace que nosotros sigamos prefiriendo tener una Escuela un poco histérica, que se pregunte por lo que no se sabe, que se pregunte por lo que no podemos, por lo que falta".

Ya en el cierre, Jacques-Alain Miller sostuvo: "Para Lacan no había una armonía entre un analista y el psicoanálisis, por el contrario, había una tensión entre los dos. A tal punto que decía: mi función en el mundo es avergonzar a los analistas. ¡Viva el psicoanálisis porque sin el psicoanálisis no habría psicoanalistas! Queremos a Lacan porque nos da una idea realmente digna de lo que puede lograr hacer un analista".

En pocas palabras, este Coloquio dio ocasión para exhibir una buena parte de los efectos producidos en la comunidad analítica argentina por la figura y el pensamiento de Jacques Lacan; a través de los testimonios que se pudieron escuchar, surgió tanto la voluntad de afirmación como la pregunta acerca del porvenir de ese mismo psicoanálisis, nacido con Lacan.

NOTAS

* Alejandra Glaze es psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL), de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP)y del Centro Descartes.
* Reseña publicada en Psicolibro [http://www.psicolibro.com/] Nº 52, mayo de 2001.
* Fotos extraídas del Album Jacques Lacan, Imagenes de mi padre por Judith Miller, Paidós editorial.

El Caldero Online Cuatro+Uno EntreLibros
La Red PAUSA ICdeBA IOM2
EOL Wapol FAPOL Radio Lacan