Diciembre 2001 • Año I
#4
Dossier

Hace diez años

Oscar Sawicke

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Julieta Espósito
Sin Título. 2005.
Fibra y acrílico sobre madera.
20 x 66 cm.

Igual, pero a la vez diferente, es como considera Oscar Sawicke a la Escuela de la Orientación lacaniana hoy. Igual, en tanto conserva su dimensión de apuesta respecto de lo que conviene al porvenir del psicoanálisis; diferente en cuanto a la responsabilidad de los analistas para responder por los problemas de la época –que no son los mismos que diez años atrás.

Recordar los diez años de la Escuela de Orientación Lacaniana nos lleva casi automáticamente hacia una serie de hechos acaecidos, circunstancias y anécdotas. Pero también podemos recordar de otra forma y en otra dirección. Recordar la fundación de la Escuela de Orientación Lacaniana desde una dimensión de apuesta, con la convicción de que eso era lo mejor para el psicoanálisis en nuestro medio.

En aquel tiempo los grupos relacionados con el Campo freudiano no usaban el significante "escuela" en sus nombres. La Escuela advino al lugar no ocupado hasta ese momento por los que constituimos su fundación. La decisión de apropiarse de ese lugar y del término Escuela se realizó para trabajar por el psicoanálisis desde una institución regida por los conceptos lacanianos.

Además, en esa ocasión, a instancias de Jacques-Alain Miller, adoptamos estatutos livianos y suaves, para instrumentar la gestión necesaria para nuestros objetivos.

Desde aquí, definir lo mejor para el psicoanálisis no pierde vigencia. Hoy la Escuela de la Orientación Lacaniana es igual a su momento de origen, pero también es diferente. Puso en funcionamiento el dispositivo del pase. La Asociación Mundial de Psicoanálisis instala un significante nuevo en el mundo que estableció una relación de reciprocidad entre las diferentes Escuelas.

También debemos considerar que el avance de la ciencia como nunca hasta ahora acentúa cada vez más su voluntad de aniquilar el efecto sujeto, tratando de instalar siempre un real posible, que hace a una realidad diferente de aquella en la que se fundó la Escuela de Orientación Lacaniana.

Recordar, entonces, la fundación de la Escuela  de Orientación Lacaniana es poner énfasis en la necesidad de los analistas de responder a las cuestiones de nuestra actualidad, que necesariamente nos lleva a interrogarnos sobre la formación con una cierta garantía para no sucumbir a los avatares de la historia.

Razones que llevan a afirmar que recordar la fundación de la Escuela de Orientación Lacaniana es mantener un cierto principio de identidad: que siempre sea igual, es decir siempre diferente, en tanto sensible a los problemas acuciantes, también siempre diferentes, que ponen en riesgo el porvenir del psicoanálisis.

Con Jacques Lacan y la lectura de Jacques-Alain Miller aprendimos que la historia se escribe con el deseo, con el peso de la responsabilidad del sujeto. Podemos afirmar así que, por definición –como se dice en matemática de un axioma o un imperativo desde otra perspectiva– la Escuela es el rechazo de cualquier definición establecida para siempre.

Si la Escuela de Orientación Lacaniana tiene y mantiene su lugar lo hace en tanto responde al real de su época.

Hace diez años fue la fundación de la Escuela de Orientación Lacaniana; hoy no se trata de la rememoración de esos tiempos, puesto que algo así no sería mas que una degradación de esa fundación. Se trata de reinventar, de dar lugar a la sorpresa, saber hacer con el "no hay", en la dimensión de la apuesta, con la convicción de lo que es mejor para el psicoanálisis.

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