Diciembre 2001 • Año I
#4
Dossier

La Escuela del Pase

Guillermo Belaga

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Julieta Espósito
Nacimiento. 2003.
Óleo sobre lienzo.
200 x 200 cm.

Guillermo Belaga, AE de la EOL, destaca sin duda dos consecuencias fundamentales para él debidas al pase: el subjetivar la Escuela y la ubicación libidinal en la comunidad analítica. Desde allí, lee la experiencia de la Escuela en dos tiempos: antes y después de la instalación del procedimiento del pase, donde se trastoca una cuestión de "generaciones" y de jerarquías y grados en una responsabilidad sobre la cuestión del practicante y de las finalizaciones de los análisis, más allá de lo terapéutico.

Estuve desde el "Movimiento hacia la Escuela", ese movimiento fundacional que se generó a fines de 1991. Y si bien integré la Escuela desde sus inicios, sólo el pase permitió subjetivarla, y sobre todo ubicarme libidinalmente en la nueva comunidad analítica.

Por el contrario, debo al recorrido analítico del final –que se extendió desde un tiempo antes de la fundación hasta 1997–, la configuración de una sensibilidad, de una pasión que se anudó al ethos de la Comunidad, al hábito lingüístico de la misma.

Asimismo, la decisión del pase como elección forzada, tiene algunas coordenadas ligadas a este pasaje clínico, lo que justamente marca su virtud y encuentra de este modo, aludida, entre líneas, la presencia del analista en el testimonio como AE.

 

1. De la "Transferencia de masa" a la Escuela como SSS

Para ubicar las "pistas", los detalles de este primer tiempo, conviene remitirse a lo que señalaba J.-A. Miller en ocasión de una conferencia que tuvo lugar en Buenos Aires en las vísperas de la fundación de la EOL.

Ahí, frente a una pregunta hecha por Graciela Musachi sobre los pasos a seguir dijo lo siguiente: "... encontrar a alguien que pueda leer un texto de fundación, una declaración de intenciones, estatutos de hecho [...]. Puedo imaginar contentos a los que estén en la lista, inquietud en los que no estén ya, aunque estarán después" [1].

Es verdad, que en aquel momento se postulaba el pase a la entrada como un medio para ingresar, cuestión que luego efectivamente se demostró estar más del lado de la demanda de "masa", que en la precisión de lo que es un miembro y su relación particular a la Escuela.

Volviendo a la cita, continúa diciendo: "Imagino a los grupos de Buenos Aires pensando en su disolución. [...] Para la BIP, ya no será ocasión de martes de la disolución, sino de un martes. El Simposio, que quiere decir juntos, se va a "desimposiar". Y tendremos nuevos problemas al desaparecer todos los anteriores".

Anunciaría, también "que habrá nuevas quejas, pero el efecto del nuevo significante, muy rápido nos hará cambiar de época".

Así, en principio la Escuela tuvo su generación más antigua, que a pesar de sus líneas de fractura, pudo crear la Escuela, y otras que supuestamente no tenían líneas de fractura.

 

2. Sobre "viejos" y "jóvenes"

Un "latiguillo" que rápidamente quiso organizar a la "masa" fue que había "viejos" y "jóvenes". No sin el oportunismo de algunos que quisieron emparejarse a los fundadores, enfundándose en el primer título, y otros que lanzaron sus dardos, todos esperaban, que los de la generación más antigua, se cansaran. Cuestión que evidentemente no hicieron, y está bien que así haya sido.

Es que el Otro de la Escuela se encarna en nombres propios, y sin duda, esos nombres son los que han permitido la transferencia de trabajo y que la EOL tenga su autoridad analítica en la Ciudad.

Al respecto, si por transferencia de trabajo entendemos el tomar el "relevo" del trabajo del psicoanálisis, para los que no pertenecen a esa generación que posibilitó la fundación, quedaría demostrar que están a la altura de dicha apuesta.

Otras cuestiones que han restado consistencia a ese latiguillo, son la desregulación que introdujo el Pase -a partir de 1994- a nivel de las jerarquías y grados iniciales, y la nueva política en relación a lo que debe ser un miembro de la AMP, que privilegia al practicante y relega en consecuencia al "joven".

 

3. La EOL II

La Escuela se ha ido perfilando desde el pase –instaurado en 1994- de otra manera.

Desde el punto de vista de la comunidad epistémica [2] la misma ha ido definiendo claramente el más Uno de la orientación no sin las turbulencias, no sin las imposiciones, y resonancias de las otras Escuelas de la AMP.

¿Pero qué aporta el pase a la comunidad libidinal?

Desde su testimonio el AE verifica que cada uno está sólo con el Otro del significante, sólo con su fantasma, "del cual un pié está en el Otro", sólo con su goce, éxtimo [3]. Así, como dice Miller, la Escuela es una suma de soledades subjetivas, y eso se capta en el análisis.

Lo que cada uno de los miembros sabe, y fue palpable para los que tuvieron que disolver sus grupos anteriores es que en la posibilidad de sostener una comunidad, está la elección subjetiva propia, una elección alienante e incluso forzada, y que implica una pérdida. El soportar –no sin resistencias– la instauración de otro lugar de enunciación, que otro con nombre propio, lo ocupe.

Para concluir, la Escuela como lugar de actuación fantasmática, puede extraer de la radicalización de la cura del AE –del modo en que alguna cosa cambia en lo referente a la relación del sujeto en lo real, a su fantasma como ventana a lo real–, que se trata de anteponer la exigencia a sus futuros miembros: el conclusivo atravesamiento del fantasma.

Sin duda, en los próximos años veremos una Escuela, que como sujeto interpretable, demuestre por sus miembros un más allá de la dimensión terapéutica.

NOTAS

  1. MILLER, J.-A.: "El analista y sus semblantes". En De mujeres y semblantes, Cuadernos del pasador nº1, Bs. As., 1993, págs.11-59.
  2. LAURENT, E.: "Intervention à l´Assemble gènèrale de l´EBP en avril 2001". ECF-debats envoi 255.
  3. MILLER, J.-A.: "Teoría de Turín, sobre el sujeto de la Escuela". Intervención en la Scuola lacaniana de Psicoanalisi, el 21 de mayo de 2000. (inédito).
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