No soy un robot
Paula Suarez López
El presente escrito es un estado de trabajo sobre el chiste, la resonancia de la risa y la inteligencia artificial. Se intentarán abordar algunas cuestiones como la gratuidad, el deseo y lo extimo.
La compañía OpenAI fue fundada en 2015 por notables investigadores anunciando su propósito: crear un programa intelectualmente superior a cualquier sujeto para beneficiar a la humanidad. El resultado de la investigación fue bautizado "inteligencia artificial".
Sería conveniente despejar el uso del término inteligencia para poder avanzar. Si se define el término inteligencia rápidamente, la pensamos como la capacidad de entender o comprender, de resolver problemas, de aprender de la experiencia. Aquí, el primer punto: la experiencia queda del lado del ser humano, no de las máquinas. El humano carga en la máquina los datos que obtiene de su propia experiencia y luego esos datos son utilizados por el algoritmo.
Sin embargo, desde la lógica de los datos, desde el campo de estudio de los sistemas, se piensa inteligente a cualquier sistema que pueda elegir entre al menos dos opciones, esta es su definición técnica. Por este motivo, desde este discurso, se puede nombrar a este nuevo producto como inteligencia.
A los especialistas suelen preguntarles: ¿pueden las máquinas hacer una revolución y dominar a la humanidad, tal como sucede en las películas? Un fantasma común al que ellos responden que, por el momento, no se está realizando ningún tipo de investigación para darles autonomía a las máquinas. Respuesta que es recibida con gran alivio.
La IA y el deseo
En el mismo sentido, escuchamos que la IA se propone cumplir con lo que el usuario le pida, con la condición de que coloque lo que el usuario quiere en un prompt de modo claro. Un prompt es un conjunto de palabras en forma de instrucción o pregunta con los que se puede interactuar con sistemas de inteligencia artificial para generar contenidos o conversaciones. Es decir, es un comando para que se realice una tarea concreta. Ahora bien, ¿qué sujeto sabe con claridad qué es lo que quiere? Si el sujeto es un sujeto dividido, tiene conciencia e inconsciente, y éste último hace de las suyas para aparecer en escena, el sujeto no sabe lo que quiere y si lo sabe, es muy difícil formalizarlo claramente. Por lo tanto, podemos pensar que la IA no puede comprender el deseo humano: la neurosis misma se opone a que las máquinas dominen a la humanidad.
Acerca de la gratuidad
Otra cuestión para reflexionar es la gratuidad y es aquí donde introduzco los desarrollos realizados por Dessal[1], quien tradujo la presentación de la compañía OpenAI, y se detuvo en las tres negaciones realizadas en la web de la empresa, relacionándolas con un pasaje de La Biblia. La presentación es la siguiente:
"OpenAI es una compañía de investigación no remunerada. Nuestro objetivo es hacer avanzar la inteligencia digital de manera que sea lo más beneficiosa para la humanidad en su conjunto, al no estar constreñida por necesidad alguna de generar un retorno financiero. Dado que nuestra investigación está libre de obligaciones financieras, podemos enfocarnos en un impacto humano positivo"[2].
Tres negaciones consecutivas.
Recordemos el pasaje de La Biblia "San Matìas 26:34", en donde Jesús le dice a Pedro "En verdad te digo que hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces". Esa noche, luego de la última cena, es la noche del arresto de Jesús y el comienzo de su juicio, evento crucial en la narrativa de los Evangelios, con un final tortuoso.
En esta misma línea nos encontramos con los desarrollos freudianos sobre la negación[3]. Hay un ejemplo muy claro de la clínica de Freud: un señor que le relata un sueño en el que aparecía una mujer y Freud le dice, diga lo que se le ocurra, aplicando la regla fundamental; asociar libremente. El señor le dice, no sé quién es ella, pero seguro no es mi madre. Freud llega a la conclusión de que efectivamente es su madre, ya que nadie ha traído la representación de su madre más que el inconsciente del sujeto, de un modo que podría ser aceptable para él mismo, es decir, en forma de negación. Respecto a la gratuidad, podríamos pensar entonces que si el servicio es gratis, lo que se vende es al usuario o sus datos.
Una experiencia poco graciosa
Después de analizar detenidamente las novedades de la IA, ya estaba lista para realizar la prueba. Utilicé el chat GPT y mi predilección por el humor me llevó a solicitarle que invente un chiste. Esto es lo que respondió:
-¡Claro! Aquí tienes uno.
-¿Por qué los pájaros no usan Facebook?
-Porque ya tienen Twitter.
Acto seguido, busqué esta respuesta en internet y ya figuraba en la red como registrado hace unos años atrás en varios blogs de humor. Intenté algunas veces más y el resultado fue el mismo.
Entonces, el chat GPT no distingue entre copiar e inventar. No tiene agudeza, ingenio, no puede crear, no puede hacer un chiste. Mucho más difícil es pensar si los entiende o si simplemente lanza una respuesta que es interpretada como chiste por el sujeto que la recibe. Por otro lado, al no tener un cuerpo, no podemos hablar ni de pasión, ni de las resonancias de una poesía, ni de la risa que provoca un chiste.
Redoblé la apuesta y solicité esta vez un chiste obsceno; me pide disculpas y me responde que no puede cumplir con mi pedido, sin explicar el motivo. Podemos pensar que la IA tiene reservorio de chistes, pero realizados desde lo políticamente correcto, lo cual difícilmente cause gracia. Además ¿quién determina qué es lo políticamente correcto? Preguntarnos quién controla a los programadores es una pregunta similar a la pregunta sobre ¿quién vigila al vigilador?[4].
Encuentro con lo contingente
La vida humana nos lleva necesariamente al encuentro con otros, otros diferentes. Para vivir con estas diferencias se necesita hacer un esfuerzo, a veces incómodo. Pero las relaciones políticamente correctas, en el mundo humano donde la contingencia aparece incansablemente porque no somos máquinas, simplemente no existen de modo constante. Sería conveniente tener presente que el psicoanálisis propone respetar la diferencia como principio ético.
El escritor argentino Carlos Gamerro al referirse al tema[5], se detuvo en el sentimiento inquietante que produce la relación con las máquinas y lo ejemplificó con el famoso invento del matemático Alan Turing en el año 1950. El llamado "Test de Turing" permite distinguir entre un ser humano y una máquina a partir de sus respuestas a preguntas abiertas. Gamerro explica que lo que nos inquieta es la duda sobre si lo que está del otro lado respondiendo es humano o es una máquina.
Podemos agregar a este ejemplo, otro similar. El momento en que, navegando por internet, nos encontramos con una máquina que nos hace el test para que le demostremos que no somos un robot, paradojal, un humano confirmando a una máquina que no es un robot. Puede sorprendernos también este sentimiento de lo no familiar dentro de lo familiar al que se refiere el término alemán Unheimlich, traducido como ominoso, que utilizó Freud[6] para hablarnos de esta inquietud y que Lacan retomó llamándola extimidad.
Interrogantes
Nos encontramos, una vez más, con que el tema es el uso de los avances, no los avances mismos. La ciencia avanza y no se ocupa de las consecuencias de esos avances. Tenemos el claro ejemplo de Oppenheimer con su bomba atómica. Los para qué tienen que ser respondidos antes de avanzar sin rumbo.
Un último punto para reflexionar sobre lo que nos prometen los avances sobre la IA: la posibilidad de predecir el día y la causa de la muerte o la posibilidad de conversar con nuestros seres queridos fallecidos. ¿Qué sabe la IA sobre la muerte? Difícil poder responder. Los seres humanos tampoco saben sobre la muerte, pero se supone que saben sobre la castración: una falta que mueve las cosas vivas y que es una oportunidad de inventar, un lugar necesario para que surja el ingenio y por qué no las risas.
NOTAS
- Dessal, G. (2023) "El psicoanálisis ante la deriva de las nuevas tecnologías". Extraído de https://zadigespana.com/2023/11/27/el-psicoanalisis-ante-la-deriva-de-las-nuevas-tecnologias/
- Ibíd.
- Freud, S. (1925) "La Negación" en: Obras completas, Tomo XIX, Amorrortu. Buenos Aires, 2008, p. 253-258
- Juvenal y Persio (2022); Sátiras; Biblioteca Clásica Gredo. Titivillus; p. 116.
- Gamerro, Carlos. 1-8-2024 Noche de Biblioteca de la Escuela de orientación lacaniana "hIAncia. Psicoanálisis//inteligencia artificial" disponible en www.entrelibroseol.com
- Freud S. (1919) "Lo ominoso",en: Obras completas, Tomo XVII, Amorrortu, Buenos Aires, 2008, p. 217-252