AÑO XV
Octubre
2021
40
Misceláneas

Psicoanálisis y virtualidad

Silvia Baudini, Elena Levy Yeyati

Graciela Hasper - Sin título
1997. Acrilico sobre tela, 140x200 cm

…tomen por modelo al cirujano que deja de lado todos sus afectos y aun su compasión humana, y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única: realizar una operación lo más acorde posible a las reglas del arte.
Sigmund Freud

Nos proponemos avanzar algunas reflexiones acerca del momento actual y la virtualidad, su incidencia en el discurso analítico. La pandemia ha abierto un campo nuevo, si bien no dejaba de existir antes era tomado como algo excepcional, con cierto "prejuicio" o dificultad para los analistas. No era raro que lleváramos a control casos que eran recibidos por vía virtual con una pregunta, "¿es legítimo?".[1]

Ante el pedido que nos dirige quien quiere hablar con un psicoanalista, y mientras dejamos en suspenso el juicio atributivo sobre la práctica "¿es o no analítica la práctica a distancia?", no anteponemos un "no", un "yo no consiento a esto". Sin estar esclarecidos, hemos recibido muchas demandas. Muchas provenientes de quienes quieren volver a hablar con quien fuera su analista en tiempos de la "vieja normalidad". De algún modo, es como un estar al lado, o del lado, del paciente. Como ante el muro del lenguaje, donde el analista siempre está del lado del paciente, nos ponemos a la par. Estamos concernidos por esta nueva realidad o supercosa [2] llamada "pandemia". ¿Es seguir el análisis por otros medios? Como analistas, ¿desestimaremos la práctica remota por completo?, ¿cómo legitimar esta práctica en tiempos en que la virtualidad es una elección forzada?, ¿es posible otorgarle credenciales dignificantes?, ¿dónde buscar los fundamentos analíticos de las prácticas remotas?

Dar razones siguiendo el ultimísimo Lacan

¿De qué legitimidad hablamos en psicoanálisis? En su clase del 8 de mayo de 1978, Lacan dice: "Puede decirse legítimamente que las cosas saben comportarse". ¿Cómo lee J.-A. Miller esta frase? Diferencia legítimo de verídico. "No estamos aquí en lo verdadero, sino que tenemos el derecho [...] es un término que atañe a la sociología".[3] Miller señala también, en este Curso, el interés de Lacan por la sociología, de hecho trumanos es un término que va en esa dirección, "lo humano es por esencia social".[4]

Ese legítimamente de las cosas que saben comportarse abre al campo de la sorpresa, entendemos la sorpresa como lo que cesa de no escribirse, es decir, la contingencia.

Si el analizante vive en la confusión que introduce lo simbólico, el analista es aquel que, por elevar la dignidad de su acto al corte, quirúrgico, sabría comportarse como las cosas.

¿Qué avanza Lacan aquí con el uso del término legitimidad y referida no al campo de los prejuicios sino al de las cosas? Hay un campo del hacer en juego puesto que Miller lo refiere a los objetos matemáticos y a su manipulación, tal como Lacan lo hacía en su ultimísima enseñanza. Diferencia las cosas que saben comportarse de los seres humanos, los trumanos, que no saben comportarse a causa de la "estructura" simbólica. Estructura lo escribe entre comillas, porque es otra estructura la que está elaborando. Se trata de la estructura cósica, que implica la manipulación, y que podemos leer en la introducción de los Escritos, cuando Lacan dice "poner de sí" (mettre du sien).[5] Este poner de sí no es algo intelectual, consideramos que es incluir la presencia del cuerpo en el acto analítico y que, más arriba, ubicamos como acto quirúrgico.

La conexión del poner de sí con el acto quirúrgico es lo que efectúa el gesto del analista, el corte, que hace de la palabra otra cosa que palabra. Pensamos ahora el poner de sí como ofrecido al cuerpo hablante, no a la producción del sujeto de pura lógica. Poner de sí lo pensamos sosteniendo que el analista, por no ser solo palabra, no escamotea su cuerpo en esa co-presencia. Si poner de sí lo entendemos como un "semblante de cuerpo afectado" [6] ¿se podría esto poner en juego en la pantalla?

¿Qué reflexiones podemos extraer que nos orienten para ubicar la práctica del psicoanálisis y la virtualidad? Si no podemos hacer uso de lo visual como gesto, de la manipulación que muestra ¿cómo hacer entrar la dimensión del acto en la virtualidad?

Consideramos que la pantalla se ubica en un plano imaginario y si bien la voz está presente, por la audición ‒con su resonancia de espectáculo‒, imaginario y simbólico están allí fundidos. Podemos decir que se trata de un campo donde predomina lo semántico.

Hay un pasaje en Lacan del inconsciente transferencial, que es un inconsciente de elucubración de saber, estructurado como un lenguaje, al inconsciente real que ubica fuera de sentido, inconsciente de la Une-bévue. J.-A. Miller dice que el inconsciente transferencial tiene su punto de partida en un hecho extremadamente tenue, y que en el ultimísimo Lacan "se trata de un retorno a la cosa misma".[7]

La una-equivocación es del orden de lo mínimo. La estructura mínima se opone a lo que es el campo de la elucubración: o la elucubración o las cosas. Y vale poner la una-equivocación en relación con la contingencia, la sorpresa. El fenómeno anideico de de Clérambault es un elemento, estructura mínima o cosa. Lacan aclara lo que quiere decir anideico: "no conforme a una sucesión de ideas" y agrega que es algo que se presenta como ruptura y como incomprensible.[8] Seguimos aquí con la referencia a la sorpresa, aquella del lapsus, por ejemplo. Pero basta con que se le preste atención, dice Lacan, para salir del inconsciente real.[9] Es decir, que basta con que se conforme a una sucesión de ideas. El inconsciente real no se verifica por el sentido sino por la legitimidad de las cosas que saben comportarse. Las cosas de las que aquí se trata no son los objetos mundanos cualesquiera.

De este modo, la clínica actual da cuenta de esta estructura mínima, muy lejos de la clínica de los desencadenamientos, de la psicosis o neurosis extraordinarias. Al no ser el nombre del padre "la columna vertebral del mundo […] cuando el padre palidece [...] entramos en el mundo de lo ordinario, de los hechos tenues que hay que interpretar para que encuentren una coloración".[10]

¿Cómo se trasmite lo ordinario, lo tenue de cada quien? En el encuentro y en la conversación con el analista, la palabra toma vida. ¿Qué queremos decir? Que la palabra se desprende de su valor de sentido común para tomar su lugar de cuerpo hablante, es decir, una palabra que se engancha a un cuerpo, que resuena o no en el cuerpo. Citamos el texto de C. Dewambrechies: "El neologismo parece extraordinario, pero el neosemantema que utiliza una palabra ordinaria para darle una acepción singular (delirante) es más frecuente. Pero perfectamente puede no ser escuchado ‒cosa que ilustra la actualidad, a menudo de manera trágica". Vemos, entonces, el valor que tiene poder captar esa singularidad de la palabra de cada uno, uno por uno. Los dispositivos virtuales con la deformación que introducen ‒voz, cuerpo, imagen‒, por más sofisticados que sean, hacen de las palabras objetos de uso común, "mundanos cualesquiera". Dewambrechies agrega "de manera trágica", lo que nos advierte de algunos riesgos a los que estos dispositivos nos enfrentan.

La paradoja de la no relación sexual: orientaciones

Seguimos a J.-A. Miller [11] cuando en una entrevista dice que el diván encarna la paradoja que implica llevar el propio cuerpo a la sesión, y al mismo tiempo, despojarlo de su motricidad, de su capacidad de actuar, de su estatura erecta, su visibilidad. La co-presencia de los cuerpos en sesión encarna una paradoja fundamental: la de la no relación sexual. La virtualidad haría desaparecer esa lógica. Todos los modos de presencia virtual, incluso los más sofisticados, tropiezan con esto.

He ahí un escollo, una dificultad, un obstáculo, y tal vez una locura. La virtualidad tropieza con la desaparición de la paradójica puesta en acto de la no relación sexual que es lo que hace posible que el goce se vaya limpiando del sentido para reducirse a su núcleo sinthomatico. No hay relación sexual, hay goce Uno. Una afirmación que se ordena a partir del anudamiento de las tres consistencias. La prueba es la psicosis cuando se desencadena y el Uno se retira, el cuerpo se va a la deriva, en ella la relación sexual amenaza siempre. Pensamos en un caso que se presenta durante la pandemia: alguien cuya certeza pasa por ser escuchado por los medios de comunicación, se resistía a hablar. ¿Cómo recibirlo? Se le indica a un familiar que esté presente, que un cuerpo otro allí haga de soporte. Puede de este modo hacer la llamada y aceptar una siguiente.

Pero tampoco podemos decir que la ausencia de encarnación de la no relación sexual en la virtualidad equivale necesariamente a hacer existir la relación sexual. En la neurosis, el amor vela esta ausencia. La cuestión nos remite a la transferencia.

Transferencia

En estos dispositivos, la relación es más amorosa, hay más lugar para la transferencia positiva, pero no por eso existe la relación sexual. La erotización o la erotomanía transferencial encuentran condiciones favorables porque cuando falta la presencia del analista que corta, cobra, muestra los billetes en el acto, deniega un pedido cualquiera, la transferencia negativa no surge o está más acotada.

Creemos, sin embargo, que se puede hacer un buen uso de esta vicisitud. Ante el riesgo de un acting suicida en un paciente psicótico, la analista se ofrece de modo calculado a la transferencia erotómana posibilitando los llamados diarios. Modo audaz de hacer pasar la no relación sexual por el amor (erotómano) que desemboca en una contingencia: un acercamiento diferente con su ex mujer, disipándose la angustia suicida.

Cuerpo e imaginario

¿De qué cuerpo se trata en un trabajo por vías virtuales? El cuerpo imaginario, leído en las distintas épocas de la enseñanza de Lacan, puede servir para avanzar en la vía de las razones.

En el primer Lacan, [12] hay una elucidación de lo imaginario que, a partir de la estructura paranoica del yo y su relación con sus objetos, ofrece referencias para entender los modos en que la virtualidad incide en cierta suspensión de la dialéctica con el otro. La mala conexión a la red, la coagulación de las imágenes en video llamadas, el aplanamiento de las imágenes o su fragmentación evocan esos "momentos de estancamiento semejantes en extrañeza a la figura de los actores cuando deja de correr la película". Cuando se detiene la acción que subtiende el deseo, los modos de constitución del yo y de sus objetos mundanos, bajo atributos de permanencia, se tornan inquietantes: lo familiar se vuelve extraño. Donde la familiaridad no proviene del otro que nos habla, sino de nuestra relación con el umbral del mundo visible. Es por allí que una discordancia estructural se reaviva.

Podemos situar aquí, una de las claves que dan cuenta del mayor cansancio que experimentamos bajo este modo de trabajo, todo un esfuerzo por hacer existir el cuerpo en la pantalla, que predomina en su carácter de imagen visual. En ese sentido, levantar la voz expresa cierto deseo de dominar la escena, de hacernos (más) presentes. E incluso, ¿no habría allí como una intención de atravesar la pantalla que nos pondría del lado del acting o de un curioso pasaje al acto? Todos actores de La rosa púrpura de El Cairo.[13]

En cuanto al lado analizante, el goce en este momento de la enseñanza de Lacan es imaginario y la resonancia de la palabra, en los orificios del cuerpo, no está en juego. Llegando a la ultimísima enseñanza tenemos un imaginario que incluye afecto, es decir, que toma en cuenta la resonancia de la palabra en el cuerpo y su efecto de afecto. Si imaginar lo real tiene que ver con algo que se muestra ¿cómo pensar lo real en el campo de la virtualidad?, ¿cómo pensar aquellos casos en que hay más elaboración en estas circunstancias?, ¿cómo explicar que, o si efectivamente sucede que, se secrete algo del goce en la elaboración online?

Interpretación analítica

Hacia el final de su enseñanza, Lacan afirma que la interpretación ‒despegada de la suposición de saber, de la transferencia‒ llega mucho más lejos que la palabra, que su enunciación. Son efectos que se producen porque el analista dice o silencia, efectos de un sentido que podríamos llamar real, que provienen de su jaculación. Dice Lacan: "Que sepan ‒los analistas‒ que lo imaginario que ellos trenzan no por serlo deja de ex-sistir". Y también: "Si podemos hacer que lo imaginario ex-sista se debe a que está en juego otro real […] Yo digo que el efecto de sentido ex-siste y por eso es real".[14] Si asumimos que esta hipótesis es verdadera, debemos revisar qué sucede con la interpretación ‒no solo los contenidos, sino también la voz, su impostación, o los silencios del analista‒ en los medios virtuales. Objetivamente, hay un achatamiento de la voz, una metalización, una distorsión a nivel del objeto voz en su intención prosódica. Tocado el real de la sonorización humana creemos que el efecto jaculatorio se vería afectado.

Lacan habla de lo que libera síntoma [15] en relación a jugar con el equívoco. ¿Cómo puede llevarse a cabo ese trabajo en relación al equívoco en los medios virtuales?

Llevar el cuerpo a análisis

Una analizante dice que extraña la caminata que hacía desde las agobiantes obligaciones domésticas al consultorio. Así empezaba sus sesiones, en el camino. La distancia entre el lugar familiar y el consultorio la libera. Hay a quienes ese andar, que es como tomarse un trabajo adicional, les hace falta. Mientras que otra analizante dice que, cuando todo pase, no cambiará la comodidad que le brinda lo virtual por una sesión presencial en el consultorio, nunca más. ¿A mayor imaginario no anudado al cuerpo mayor confort en estos dispositivos?

El psicoanálisis online 24/7

Lo dicho hasta aquí también puede valer para el trabajo de Escuela, ¿de qué conversación se trata vehiculizada por la pantalla? ¿Es posible sustraerse a la fascinación de la imagen y poner la palabra como algo más que un continuum, es decir, hacer que la palabra vehicule otra cosa que saber? ¿Cómo no aplastar lo vivo de una trasmisión a partir de un acuerdo sin fisuras con las palabras que circulan? Conocemos la multiplicación de actividades en nuestra comunidad con colegas de todas partes del mundo que intervienen en actividades de Escuelas lejanas en la geografía. Esto es inédito en lo que respecta a su masividad, era algo que ocurría en Escuelas que tienen geográficamente separados sus secciones y sus miembros. Pero ahora la imposibilidad de viajar hace que sea posible estar presente sin que ello pase por el traslado de los cuerpos. Esa "facilidad" ¿qué efectos produce?, ¿cómo incide sobre el discurso analítico? Son preguntas que aún no podemos responder, pero formularlas implica una cierta posición. No consideramos a priori que eso va bien. Tampoco se trata de conservar en la memoria la letra de los libros quemados ‒Fahrenheit 451‒ y repetirla en reuniones secretas. El psicoanálisis es algo vivo, y su discurso vivifica los cuerpos. Pero ¿de cualquier manera?

Buenos Aires, septiembre 2020

NOTAS

  1. Este tema es de interés máximo para la AMP y sus Escuelas. Tenemos presente, por ejemplo, la serie de contribuciones de varios miembros publicadas en el boletín Discontinuidad de la EOL. Disponible en http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=publicaciones&SubSec=on_line&File=on_line/discontinuidad.html
  2. Ian Hacking explica que es un error considerar la realidad como una sola "supercosa", sino que definimos la realidad negociándola… "obligados a renegociarla, a medida que se desarrollan nuestro lenguaje y nuestra vida". ¿La construcción social de qué?, Paidós, Buenos Aires, 2001, p. 170.
  3. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 192.
  4. Ibíd., p. 185.
  5. Lacan, J., Ecrits, Seuil, París, 1966, p. 10.
  6. Baudini, S., "Fanáticos o afectados", Enigmas del cuerpo 7, Publicación del Departamento de Estudios "Psicoanálisis y cuerpo", CIEC, Córdoba, Marzo 2016, p. 21.
  7. Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, op. cit., p. 254.
  8. Lacan, J., El Seminario, Libro 3, Las psicosis, Paidós, Buenos Aires, 1984, p. 15.
  9. Lacan, J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11", Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 599.
  10. Dewambrechies- La Sagna, C., "Clínica de la conversación", La Conversación clínica,Uforca, Grama, Buenos Aires, 2020, p. 18.
  11. Entrevista a J.-A. Miller por E. Favereau del 3 de julio de 1999. Publicado en Liberation. Disponible en https://www.liberation.fr/amphtml/cahier-special/1999/07/03/le-divan-xx1-e-siecle-demain-la-mondialisation-des-divans-vers-le-corps-portable-par-jacques-alain-m_278498?__twitter_impression=true
  12. Lacan, J., "La agresividad en psicoanálisis", Escritos 1, Siglo veintiuno editores, México, 1987, p. 104.
  13. The Purple Rose of Cairo film de Woody Allen.
  14. Lacan, J., "RSI, Clase del 11 de febrero de 1975", Lacaniana N° 28, Grama, Buenos Aires, agosto 2020, p. 18.
  15. Lacan, J., Le Seminaire, Livre XXIII, Le sinthome, Seuil, París, 2005, p. 17.