AÑO XV
Octubre
2021
40
Destacados

Lo femenino es lo Otro por excelencia

Entrevista a Christiane Alberti

Pedro Lipovetzky, 2021-Diseño para Virtualia

"Para quien se interroga sobre lo femenino, la historia del feminismo constituye una enseñanza imprescindible tanto clínica como política".

Así comienza el editorial que escribe Christiane Alberti en LQ 914. A partir de ese texto, Virtualia elabora la siguiente Entrevista.

Virtualia: Empecemos por lo que usted ubica, siguiendo a Annie Le Brun como "neofeminismo". Nos gustaría escuchar su propia lectura de ese fenómeno.

Christiane Alberti: El feminismo presentó muchos cambios desde la famosa época de las sufragistas. Cuando Annie Le Brun habla de neofeminismo se trata del feminismo de los años 70. Pero es interesante subrayar que su crítica destaca, ya en esos años, los límites de una tendencia dominante del discurso feminista actual. Digo una tendencia, dado que no se trata de cuestionar la validez de la lucha feminista cuando lucha por la igualdad de los derechos, cuando combate las injusticias y la violencia contra las mujeres en nombre del universalismo ilustrado. El eje esencial de la crítica de Annie Le Brun, que arroja luz sobre el feminismo que conocemos hoy, se refiere a la lógica identitaria que conlleva el discurso neofeminista. Se trata de una crítica a la ideología feminista cuando vira hacia el discurso "corporativista". En efecto, está muy presente en el discurso neofeminista actual, que reivindica una especificidad femenina que sería exclusividad de las mujeres, así como lo masculino sería la especificidad de los hombres, y al hacerlo borra las diferencias específicas, aquellas que conciernen a las mujeres tomadas una por una, en favor de las diferencias de género. Es un discurso que tiende a hacer consistir el conjunto de todas las mujeres, en definitiva, La Mujer.

A diferencia de las feministas de los siglos XVIII y XIX, que pretendían borrar la diferencia ilusoria que legitimaba el poder de los hombres sobres las mujeres, el neofeminismo tiende a reestablecer la realidad de una diferencia genérica, la cual se hace siempre en detrimento de la singularidad de cada mujer.

Especialmente en nombre de esta reivindicación, podemos entender que se trata de imponer una forma de ser, un modo de gozar y una manera de hablar. El feminismo, como discurso, puede reconducir a los mismos impasses que pretende combatir: la dictadura de lo mismo, y sobre todo, una forma de vigilancia del lenguaje y de los cuerpos.

Virtualia: Usted destaca que Le Brun no ignora nada de la realidad de la miseria de las mujeres en la historia y en el mundo. Recordamos que la AMP es un órgano consultivo de "ONU Mujeres" cuya misión es justamente encontrar soluciones a las inequidades que sufren las mujeres en el mundo. ¿El psicoanálisis tiene algo para aportar a los sectores que buscan soluciones a las condiciones de desigualdad que afectan a las mujeres aun hoy en el mundo?

Christiane Alberti: Si la AMP es un órgano consultivo es porque los psicoanalistas no pueden ignorar los asuntos del mundo social y político. Es lo que los condujo a tomar posición sobre el matrimonio igualitario en Francia, o más recientemente, en el debate sobre la cuestión trans. Pero seamos precisos. Los psicoanalistas no intervienen en nombre de un discurso político o de una ideología. Su posición transciende sus convicciones personales. Esta se basa en la experiencia y la práctica del psicoanálisis, y, como tal, los psicoanalistas están en condiciones de arrojar luz y combatir todas las formas de segregación que afectan a las mujeres. Porque la respuesta del psicoanálisis es siempre, y en todas partes, antisegregativa. La experiencia del análisis lleva a un sujeto a tomar distancia de las identificaciones de masa, las que siempre empujan a los individuos a situarse en un grupo frente otro: ellos y nosotros.

Virtualia: Usted señala que en su crítica, Le Brun nos conduce directamente al corazón de los discursos contemporáneos. ¿Cómo piensa que podemos intervenir, estratégica y políticamente desde la orientación lacaniana, con los movimientos feministas contemporáneos, que como usted dice, "hacen del otro un intruso a priori"?

Christiane Alberti: En efecto, la guerra de los sexos se trasladó al espacio público y la guerra política a nivel de lo íntimo, con la nota de satanización de los hombres, que no era nueva en el feminismo del otro lado del Atlántico.

El psicoanálisis de orientación lacaniana esclarece cómo el declive de los bienes comunes y de los fundamentos del lazo social va acompañado de un empuje global hacia la segregación. Y el movimiento feminista no es una excepción, especialmente cuando toma la forma radical del discurso separatista: las mujeres separadas de los hombres en la vida amorosa o social. Un neofeminismo radical, que puede llegar hasta el separatismo lésbico, reconduce así a cada mujer, a su cuerpo (incluso a su color), a una fragmentación infinita. El resultado sería un ataque a la cultura y al lazo social, si consideramos que la estructura de las comunidades que surgen está fundada en el imaginario de los cuerpos, en que nos parecemos. ¿Una comunidad de hermanos sin el mito del padre muerto? La única respuesta al real pulsional sería entonces el grupo, en definitiva, una falsa hermandad, una sororidad de cuerpos. Exit del sujeto, exit del deseo, y ni una palabra sobre el goce.

Se trata de interpretar esta aspiración a la "separación", como bien lo nombró Jacques-Alain Miller, como la forma social más perniciosa de la pulsión de muerte, que podríamos llamar "pulsión segregativa". Exacerba las tendencias que conducen al enfrentamiento de nosotros contra ellos; nosotras, las mujeres, contra ellos, los hombres. En una época en la que los lazos sociales fundamentales se desmoronan, el separatismo es un impasse: la urgencia más bien está en trabajar para responder a la pregunta: ¿cómo vivir con el otro?

Virtualia: Le Brun pone en tensión el discurso del neofeminismo que, "para hablar en nombre de todas las mujeres, busca borrar la individualidad de cada mujer", con su propia posición de la que intenta dar razón diciendo: "He basado mi causa en el vacío". Usted subraya la importancia de sostener el vacío, que se revela como causa en una cura analítica, sin que se transforme en estandarte. En esa línea propone que la causa de cada uno se pueda unir al impulso de la acción colectiva. ¿Cómo hacer una transmisión desde nuestra orientación que ponga en tensión el vacío, la causa, con el movimiento colectivo, frente a lo aplastante del neofeminismo?

Christiane Alberti: En efecto, es una cuestión compleja, a la vez táctica y estratégica. Pero sobre todo, ustedes formulan la pregunta sobre la especificidad de la relación con la causa analítica. Porque esta causa se inscribe a contracorriente de lo político en tanto que discurso de dominación, se aleja de un ideal de causa colectiva. Entonces, ¿cómo fundamentar que es desde de nuestra condición de psicoanalistas que es concebible una intervención? En la enseñanza de Lacan no faltan referencias de la relación del psicoanalista con lo político. Siempre se trata de estar conectado con la subjetividad de una época. Nuestro compromiso se basa en una elección fundada en la causa de un sujeto y no en una elección por una causa política o ideológica. Lo que nos causa a actuar es de otro registro.

¿De qué causa de trata? Es la causa que en nosotros más que nosotros, nos empuja a avanzar, a decir, a hacer: la causa del "en nosotros, eso quiere". Esta causa, en una cura analítica, se revela como un vacío y entonces allí está la paradoja: ¿cómo el vacío de la causa puede anudarse a una acción colectiva? La causa de un sujeto no se presta, en absoluto, para ser un estandarte ni aparece en el horizonte como un ideal.

Sin embargo, no se avanza por la escena del mundo mostrando ese vacío; es necesario, de alguna manera, llevarlo y sostenerlo. En otros términos, lo que un sujeto extrae de una cura se convierte en el motor del acto y, alojado en el Otro, es enganchado al lenguaje, al S1. Se une así al impulso de la acción colectiva o a la solidaridad de un colectivo.

Por este fin, la causa se conecta al otro, pasando por una nominación necesaria: la causa analítica nombra el vacío en el que se basa. Una vez nombrada, esta causa puede tomar los semblantes de la acción colectiva que implican la esperanza de una mutación (el ideal necesario para llevar y sostener el vacío). Entonces, no es incompatible con la acción en el campo político, a condición de no confundir esa nominación con los significantes del ideal, siempre que se tenga en cuenta el vacío correlativo a la causa.

Virtualia: En una serie de casos de nuestra práctica, constatamos que el fantasma y las ficciones de la ideología feminista dominante se retroalimentan produciendo, algunas veces en esas mujeres, una sobreevaluación enloquecedora destinada a comprobar si su conducta es suficientemente feminista o deconstruida cuando están con otros. ¿Cómo piensa la clínica con estas nuevas manifestaciones del malestar actual?

Christiane Alberti: En efecto, se dio un paso en el orden del discurso hacia una cultura del contrato donde los derechos y deberes de cada uno están codificados en normas estrictas, en particular, para garantizar lo políticamente correcto feminista o el consentimiento, gran significante amo contemporáneo, cuyo objetivo siempre está puesto en buscar una protección contractual del "débil" frente al "fuerte". La tendencia activista tiende a reducir este enfrentamiento a un cuerpo a cuerpo que apela a la ley del más fuerte.

En el plano de la clínica y de la práctica, la experiencia cotidiana de la práctica del psicoanálisis permite saber que el odio es un resorte importante de nuestra subjetividad, que se encuentra en el corazón de la experiencia humana. Sin embargo, es un malentendido pensar que un análisis conduce a seguir el propio inconsciente. Un análisis conduce a revelar el propio inconsciente, precisamente, para desactivar todo aquello que perjudica a un sujeto, tanto en su vida personal como en su vida social, las tendencias más oscuras, las más deletéreas que uno descubre en sí mismo como más fuertes que uno mismo.

Curar en sí mismo estas inclinaciones oscuras puede permitir a un sujeto formar parte de un lazo social auténticamente civilizado.

Virtualia: ¿Cómo piensa un diálogo posible entre feminismos y psicoanálisis?

Christiane Alberti: Sí, el diálogo es posible porque siempre contamos con la práctica de la conversación, cada vez que las condiciones lo permiten. Nuestros coloquios, nuestros congresos, nuestros fórums, nuestras publicaciones son lugares de conversación con el público. Nuestras publicaciones también son modos de intervenir en el debate contemporáneo. Y el hecho de que la próxima Gran Conversación Internacional de la AMP haya elegido como título "La mujer no existe" da cuenta de que los psicoanalistas tienen la intención de intervenir en el debate contemporáneo, en particular sobre la cuestión de las mujeres, en la era post me too.

Virtualia: En el video de TV Lacan, usted habla de un "feminismo de los cuerpos". ¿Cómo entiende esta cuestión?

Christiane Alberti: El eco viral que acompañó el movimiento global me too muestra que el feminismo, en tanto discurso, ha cambiado: pasamos de un feminismo político en el sentido moderno, es decir, un feminismo de los sujetos (universalismo de los derechos) a un feminismo de los cuerpos. La novedad es que el feminismo, en tanto que discurso, se desplazó a nivel del propio cuerpo. Esto indica, a la vez, una continuidad histórica –según Michèle Perrot, la historia del feminismo es "una historia del cuerpo de las mujeres"‒ con el MLF o el Women's lib de los años 70, en la medida en que se trataba también de los derechos a disponer del propio cuerpo, y uno de los famosos slogans era "Nuestros cuerpos, nosotras mismas"; y una discontinuidad histórica, en el sentido de que es el propio cuerpo el que deviene en el lugar de la emancipación, el lugar de la lucha política e incluso el cuerpo en piezas sueltas: los pechos, la vellosidad, el flujo menstrual. Esto pone en evidencia que lo que no fue tratado por el feminismo universalista, ni en cierto modo por el movimiento LGBT, ahora parece manifestarse bajo la forma de una reivindicación feminista o de "feminidad" del propio cuerpo, en una fragmentación infinita y, en consecuencia, en una segregación infinita. En suma, a medida que se ganan batallas por la igualdad de los derechos, se desnuda progresivamente aquello que de lo femenino apenas encuentra alojamiento en el discurso universal, siempre virilizante.

Virtualia: Refiriéndose a Le Brun, plantea que hay una búsqueda de feminización del lenguaje para neutralizar la dominación patriarcal y que esta propuesta, in extremis, podría desencadenar en "censura". En Argentina hay un movimiento que propone, para ir más allá del género, un "lenguaje inclusivo" que finaliza las palabras con la vocal "e". Allí se advierte no un efecto de censura, sino más bien, un intento de renovar el lenguaje considerando la diversidad. ¿Existe en Francia un movimiento similar? ¿Qué opina al respecto?­

Christiane Alberti: Sí, también en Francia la noción de acoso se generalizó a tal punto que se tiende a "purificar" la propia lengua de los malentendidos, y sobre todo, a vaciarla de todo aquello que podría resultar ofensivo. Se trata también de la pretensión loca de querer hablar fuera de cuerpo y fuera de género. Este movimiento, que tiende a ejercer un verdadero control policial sobre el lenguaje, retoma una idea que no es nueva: descomponiendo la palabra llegaremos al extremo de la cosa, la destrucción del falo. Este rasgo, en sus extremos, resuena como una verdadera "censura" antiilustrada. Uso el término "censura" en el sentido en que Barthes en su Sade, Fourrier, Loyola pudo decir que la verdadera censura no consiste en prohibir, sino en apresar en estereotipos, en obligar a hablar de cierta manera.

Seamos dialécticos. Por un lado, está la negativa, el rechazo; se trata de recusar todo aquello que, en la lengua, puede resonar como una dominación masculina, en definitiva, todo lo que es del orden de lo viril. Pero esto, ¿no va en la vía de promover un nuevo amo? ¿Y en particular, ocupar, desconociéndolo, el lugar de amo de la lengua?

Por otro lado, está la aspiración. ¿Podemos ver en esta rabia purificadora de la lengua, con sintagmas fijos y eufemismos, el intento desesperado de encontrar o de imponer la palabra justa, la palabra verdadera, la palabra nueva para alojar aquello que precisamente no puede nombrarse –porque no es un lenguaje‒ a saber, la parte femenina de todo parl­être? La palabra nueva emerge fundamentalmente de lo que falta.

Entonces, ¿no debemos leer este movimiento en el marco de lo que Jacques-Alain Miller nombró "aspiración a la feminidad" contemporánea? Aspiración porque estamos fundamentalmente separados de ella, lo femenino es el Otro por excelencia. Lo femenino, cuya creciente importancia señala Jacques-Alain Miller, no es del orden de un nuevo amo, por la clara y simple razón que escapa en tanto tal a todo dominio, a todo saber y ex-siste a los semblantes del género.

Al querer cambiar la lengua en un sentido radical, se impone un "muro de lenguaje" sin ningún matiz: al rechazar todo semblante nos conduce a una lógica sobre el cuerpo, no sobre la conversación entre los sexos, sino sobre el silencio consustancial de la violencia: la violación o el homicidio. En esta vertiente no se apunta a los hombres, sino a "todos los hombres", es decir, al universal de "Todos los hombres son mortales": "todos" no tiene ningún sentido, nos dice Lacan, "todos" solo se concibe vía la muerte.

Lo que comenzó por querer cambiar la lengua (con la tarea interminable de lo políticamente correcto, la expulsión de las microagresiones, la feminización de la lengua), expulsar el falo de la lengua, desemboca en el cuerpo, y lógicamente, en la ausencia de diálogo entre los sexos.

En vista de ello, un análisis es la oportunidad de actualizar con un analista, no solo los malentendidos que tenemos con el otro sexo, sino los malentendidos que cada uno tiene consigo mismo. Desde este punto de vista, es una experiencia antisegregativa, porque la diferencia que extraemos, nos da la identidad de un género especial, el del síntoma, es decir, una marca singular que no se puede colectivizar y que, en consecuencia, escapa a lo que, para Lacan, constituye la inclinación de todo discurso, a saber, la dominación.

Virtualiua: En ese video señala que Lacan les reconoce a las mujeres haber inventado la lengua. ¿Podría ampliarnos esa idea?

Christiane Alberti: Les propongo que esperen y tengan paciencia porque esta pregunta será objeto de un argumento en la Gran Conversación. Desde el mes de septiembre, se publicarán una serie de argumentos en la página web de la Gran Conversación https://www.grandesassisesamp2022.com/la-femme-nexiste-pas-2/ y allí podrán leer un aporte formidable de Philippe La Sagna que se centra justamente sobre esta cuestión.

Entonces, ¡nos vemos on-line!

https://www.grandesassisesamp2022.com

Traducción: Laura Valcarce
* Christiane Alberti, Directora de la Gran Conversación Virtual Internacional de la AMP, "La mujer no existe", 31 de marzo al 3 de abril de 2022.