Marzo 2018 • Año XVII
#34
Economías del goce

A 50 años de los Escritos: una lectura metapsicológica

Laura Arias

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Eduardo Stupía
Paisaje
2007 - Grafito sobre papel montado sobre tela
200 x 250 cm

El presente artículo desarrolla una reflexión en torno al concepto de goce en los Escritos [1] de Lacan desde los tres aspectos que presenta el título. De entrada, situaremos el punto de vista tópico, es decir, lo imaginario, lo simbólico y lo real para ubicar en qué lugar de estos registros situamos el goce.

A partir de la primera conceptualización que Lacan elabora sobre el goce, lo situamos en el eje imaginario, por encontrarnos con algo que hace obstáculo a la elaboración simbólica. Este goce imaginario no procede del lenguaje, de la palabra, de la comunicación, sino que está unido al yo como instancia imaginaria. Se goza de la imagen, júbilo; el infans se mira en el espejo y dice yo y produce goce unido al yo como instancia imaginaria. El cuerpo viene de lo imaginario a partir de lo especular.

El Yo (Je) es el resultado de ese estadio del espejo en tanto va a ser símbolo de una unidad, la imagen proporciona la unidad, inédita antes de él, que ya no es la de la imagen sino la de un reflejo de la imagen en el cuerpo. Imaginario significa efecto de una imagen y decir que el cuerpo es imaginario es decir que la imagen es asumida por el sujeto a través de una serie de identificaciones. En "Acerca de la causalidad psíquica", [2] Lacan sostiene que la relación del hombre con su cuerpo se hace por la imagen especular; la causalidad psíquica es la imago, esto es la representación inconsciente. El sentido va a estar dado según opere o no el significante del Nombre del Padre que produce como efecto un cuerpo perturbado tanto por el significante como por el Otro. Goce unido al yo como instancia imaginaria en el que se presenta, a partir del estadio del espejo, la relación del yo con el Otro al que responde.

En los primeros textos de Lacan, el goce es imaginario, debido a que: "toda experiencia en la medida en que nos aporta de concebir el yo como centrado sobre el sistema percepción-conciencia, como organizado por el principio de realidad". [3] De entrada, entonces, está lo imaginario-simbólico, puesto que en el estadio del espejo se encuentra lo simbólico en juego. El infans ve su imagen en el espejo, pero es el Otro el que sanciona.

La importancia del imaginario en el pensamiento de Lacan no se detiene en 1953, sino que se prolonga al menos hasta 1959 con el seminario La ética del psicoanálisis. [4]

Lacan se orienta por lo imaginario-simbólico, por la palabra como dadora del sentido. Es la etapa de la intersubjetividad, del Otro de la palabra, del Otro del sentido. Lacan, durante este periodo (que se prolonga unos diez años), en una línea estructuralista, sostiene la primacía de la palabra y del lenguaje. Primer movimiento de la enseñanza de Lacan: introducción de lo simbólico. Primacía de lo simbólico frente a lo imaginario. Destacamos los textos de "Función y campo de la palabra…"[5] yel Discurso de Roma [6] que dentro de lo simbólico ocupa casi la totalidad de su enseñanza. Es el inconsciente estructurado como lenguaje, fase de la estructura lingüística, de la metáfora y la metonimia (Saussure y Jakobson), determinación de los efectos de sentido. En julio de 1953 en la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, pronuncia la conferencia Imaginario, Simbólico y Real. [7]

Si en 1953 plantea la palabra como mediadora, es a partir de 1964 que excluye que la palabra sea fundamento.

Permanece un goce imaginario que no accede a lo simbólico, un goce que no se dialectiza. Es la disyunción entre significante y goce. Aquí podemos pensar lo libidinal de Freud como un goce imaginario, como obstáculo a la elaboración simbólica. Lo imaginario-simbólico lo podemos ilustrar con una afirmación de Lacan cuando sostiene en "Subversión del sujeto…" que las pulsiones se estructuran en términos de lenguaje.

"…permite situar a la pulsión como tesoro de los significantes". [8] En dicho texto, respecto de ese Otro, donde el destino del sujeto se pierde en ununiverso de significaciones, indica que en algún lugar hay goce. Esto solo puede asegurarlo por medio de un significante, y por fuerza ese significante falta.

Producto de la imaginación, de la imagen, Lacan destaca el lugar del fantasma en la estructura simbólica "…una vez definida una imagen puesta en función en la estructura significante". [9] El fantasma se asimila a la cadena significante, es conexión entre lo simbólico y lo imaginario que produce un borramiento del goce por el significante, esto es, el significante anula el goce. No obstante, a través del fantasma hay una recuperación de goce, puesto que el fantasma condensa lo que el goce conlleva de vida. Sin embargo, el fantasma no va a ser suficiente para introducir la dimensión de lo real y a causa de eso se orienta hacia el síntoma. Lacan descubre que el goce no se absorbe todo en lo simbólico, ya que lo imaginario continúa su existencia en su propia dimensión, es decir, algo de lo imaginario no se asimila a lo simbólico.

En el Seminario 7, presenta el goce por fuera de lo simbolizable, lo lleva a presentar el goce como real, das Ding; la Cosa por fuera del significante lo lleva a decir que el goce es real y lo vincula con el horror. "El goce es el mal". [10] Así, la verdadera satisfacción no va a estar ni en lo simbólico ni en lo imaginario, sino en lo real. La satisfacción inscribe la reducción del goce a un lugar vacío y como tal susceptible de ser llenado, al que se accede por forzamiento más allá de la piedad y la compasión tal y como lo sitúa Lacan en el Seminario 7 y en "Kant con Sade" [11] donde presenta la disyunción entre significante y goce. El goce, entonces, lo ubica en lo real, fuera del sistema, goce del lado de la Cosa.

Das Ding, aquello de lo que no se puede hablar, no se puede nombrar la cosa. Sin embargo, en "Kant con Sade", seguimos verificando que el goce es imaginario-simbólico porque está la referencia al Otro. Por ejemplo, ese texto indica que el goce no se alcanza por transgresión o por forzamiento, el goce está en toda su locura. El goce es perverso y el que goza se hace instrumento, voz o mirada del Otro. Es por la barra que cae sobre el Otro (A) (la falta del Otro) que Lacan ve la posibilidad de pasar de la palabra (del simbólico) a lo real.

El fantasma como articulación imaginaria-simbólica, ventana sobre lo real es un aparato de goce para abordar la realidad por la disyunción entre significante y goce. Todo aquello que no puede ser simbolizado y se presenta como real, aquello que se presenta como vacío, conduce a Lacan a referirse al objeto perdido, que se encarna como un elemento de goce, objeto a como objeto de la pulsión, de esta manera, se accede al goce por la pulsión en un circuito de ida y vuelta, lejos de la transgresión heroica (período en el cual Lacan aún no cuenta con el nudo ni con el plus de goce).

En este momento de su enseñanza (1964), el a es objeto de la pulsión, tal y como desarrolla, por ejemplo, en el Seminario 11 [12] sobre el circuito de la pulsión y la cadena significante que rodea un vacío. Ese vacío es la hiancia en la cadena. Aquí, el fantasma es imaginario y el objeto a participa de los tres registros (algo de real tiene, pues hace gozar).

Despejados los envoltorios del fantasma, la cuestión simple es toda la teoría anterior que señala un modo de gozar del significante articulado (simbólico-imaginario). Sin embargo, a partir de 1968, a Lacan no le alcanza con la falta de lo simbólico-imaginario, (incompletud el Otro), y aparece el agujero de la inconsistencia del Otro. El objeto a suple la pérdida de goce, goce como plus de goce que jamás colma la pérdida.

Esta elaboración le permite decir a Lacan que no hay Otro y que el goce propio nada tiene que ver con un Otro. Momento en el que introduce el plus de goce según el modelo de la plusvalía marxista. Tenemos, entonces, goce en la primera enseñanza: fantasma. Fantasma que adquiere un lugar determinante hasta los años 66 en adelante y que se corresponden a los Seminarios 14, "La lógica del fantasma" [13] y 15, "El acto psicoanalítico". [14] En un análisis se trataría de sacar sentido gozado de los a, lo que venga en el fantasma va a ser el lugar del goce, que no solo está aprisionado en la captura del objeto a sino que se extiende por todas partes donde hay significante. Despejamos fantasma, obtenemos vaciamiento de goce; sin embargo, el fantasma sigue en una relación inercial.

El recorrido realizado hasta aquí nos permite, entonces, presentar nuestra hipótesis: la consecuencia en cuanto a la localización del goce en los registros (pregunta tópica) es que en los Escritos el goce es imaginario-simbólico y que Lacan al situar lo real con el objeto a se desengaña en los años 69-70, período del Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, [15] donde encontramos a la repetición como repetición de goce, por ejemplo, el síntoma como repetición de goce. Es en El Seminario 20, Aun [16] que Lacan presenta una inversión de todo el trayecto realizado hasta ese momento; la mutación del goce se realiza en este seminario donde presenta la no relación del significante y del significado, de goce y del Otro, del hombre y la mujer, bajo el modo del no hay relación sexual. En el lugar de todos los términos que aseguraban la conjunción, va más lejos que el inconsciente estructurado como un lenguaje. Por ello, decimos que en los Escritos el goce es imaginario-simbólico, pues es en los años 70 que presenta la inversión del desarrollo que había sostenido hasta ese momento. Es desde el Seminario 20 que Lacan otorga al significante el estatuto de ser causa del goce, en tanto el cuerpo es definido como una sustancia cuya condición está dada por lo que se goza. En esta instancia, dice que Hay goce, goce del Uno, goce sin el Otro. Si al comienzo de su obra el goce era imaginario, en el Seminario 20 el goce es fundamentalmente Uno, prescinde del Otro y el lugar de goce es el cuerpo. A esta altura de la enseñanza de Lacan, no se trata únicamente de lo imaginario-simbólico ya que hay un cuerpo y nos conduce al concepto de vida por su conexión con el goce. Modo de referirse a lo vivo y modo como el goce llega al cuerpo, la vida como condición de goce. Formulaciones que lo conducen a referirse al síntoma como acontecimiento del cuerpo. A partir del Seminario 20, ya estamos en la última enseñanza, no corresponde a los años de los Escritos. En consecuencia en los Escritos, el goce es imaginario-simbólico.

Desde el aspecto dinámico, en los Escritos, también localizamos el goce en lo imaginario-simbólico, ya que se trata de una interpretación orientada por el inconsciente transferencial donde el sujeto no siempre tiene la misma relación con la verdad. Una interpretación orientada por el sentido, siempre se puede agregar un nuevo sentido. Una significación en la que el elemento imaginario es vital. En Radiofonía & Televisión, Lacan sostiene: "Ahora bien, lo que Freud articula como proceso primario en el inconsciente ‒esto es mío, pero que se recurra y se lo verá‒, no es algo que se cifre, sino que se descifra. Yo digo: el goce mismo. Caso en el cual, no constituye energía, y no podría escribirse como tal". [17]

Otra es la interpretación orientada por el inconsciente real (última enseñanza) que ya no está hecho con los efectos de significantes sobre un cuerpo imaginario, sino un inconsciente que incluye la instancia de lo real como pura repetición de lo mismo fuera de sentido. Esto indica que si la interpretación se mide por el goce la consecuencia en cuanto al efecto de la interpretación sobre alguno de los goces es que el goce se reduce, no se modifica.

Desde el punto de vista económico en Freud tenemos el punto de vista de la satisfacción, es decir, desde el inconsciente algo se satisface, se libera el sentido. Cifrado y descifrado del inconsciente. Primacía de lo simbólico frente a lo imaginario tal y como lo refleja en "Función y campo de la palabra y del lenguaje". [18] Satisfacción debida a que el Otro sanciona, por ejemplo, en el chiste, una satisfacción de orden semántico.

El encarcelamiento del sentido produce sufrimiento, se trata del síntoma como sentido reprimido. La satisfacción adviene por la aparición del sentido y el reconocimiento del sujeto por parte del Otro. En ese sentido, la satisfacción simbólica es la primera respuesta desde el punto de vista económico. El goce se satisface mediante un objeto encontrado en el Otro. Meta de un análisis en relación con la positividad del goce, es disminuir el displacer que este causa y aumentar el placer del que es capaz.

Ahora bien, la dinámica incide en la economía, ya que a eso apunta la interpretación. Entonces, desde el punto de vista económico, habría que separar goce y satisfacción y en cuanto a la constancia de la suma de los goces o, lo que es equivalente, al hecho de que reducir algún goce entrañe necesariamente el incremento de otro(s) goce(s). Tenemos que, al localizar en los Escritos un goce imaginario-simbólico, el único efecto buscado sería la reducción de goce, de modo que habría pérdida de goce y no podría hablarse de una economía.

En lo relativo a la economía de los goces, elaboración que abarca la última enseñanza, cabe situar el desborde, la negatividad en el se goza que no hace falta; exceso que no haría falta. Goce fálico del exceso que impide, estropea, el goce. Es el punto de exceso, del goce femenino, goce que excede, desborda.

NOTAS

  1. Lacan, J., Escritos, Siglo XXI, México, 1984.
  2. Lacan, J., "Acerca de la casualidad psíquica", Escritos 1, op. cit.
  3. Lacan, J., "El estadio del espejo como formador de la función del yo [Je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica", Escritos 1, op. cit.
  4. Lacan, J., El seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1991.
  5. Lacan, J., "Función y campo de la palabra y del lenguaje del psicoanálisis", Escritos 1, op. cit.
  6. Lacan, J., "Discurso de Roma", Otros Escritos,Paidós, Bs. As., 2013.
  7. Lacan, J., Imaginario, Simbólico y Real, Conferencia presentada en la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, París, 1953.
  8. Lacan, J., "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Escritos 2, Siglo XXI, México, 1985, p. 796.
  9. Lacan, J., "La dirección de la cura y los principios de su poder", Escritos 2, op. cit., p. 617.
  10. Lacan, J., El seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, op. cit., p. 104.
  11. Lacan, J. "Kant con Sade", Escritos 2, op. cit.
  12. Lacan, J., El seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1995.
  13. Lacan, J., Seminario 14, "La lógica del fantasma", inédito.
  14. Lacan, J., Seminario 15, "El acto psicoanalítico", inédito.
  15. Lacan, J., El seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 2008.
  16. Lacan, J., El seminario, Libro 20, Aun, Paidós, Caracas, 1981.
  17. Lacan, J., Radiofonía & Televisión, Anagrama, Barcelona, 1977, p. 102.
  18. Lacan, J., "Función y campo…", op. cit.
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