Julio 2001 • Año I
#2
El pase

Un santo letrado

Graciela Kait

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Vicente
[Ana Casanova]
1998 - Papel sobre tela
1,80 x 1,20

Planteando al analista como resultado de su propia experiencia analítica, sostiene que el decir que organiza los dichos, produce un objeto que a su vez puede constituirse en causa vaciada de goce. Así, si el analista es un objeto en el mercado, por la lógica de su discurso, no es un gadget de la ciencia, ya que en tal caso, quedaría condenado al aislamiento y la segregación, es decir, a un fuera del lazo social.

En las últimas décadas del siglo XX se hizo cada vez más patente que vivimos en un mundo poblado de letosas, objetos producidos ilimitadamente por la ciencia que vienen –como lo afirma Lacan en al Seminario 17– a causar nuestro deseo de una manera casi siniestra bajo la promesa más o menos velada de que consumirlos redundará en un estado de felicidad y satisfacción al que debemos aspirar.

Estos objetos son productos que la tecnología desparrama por el mercado global en el que el capitalismo, como modo de producción, se despliega. La acumulación de capital, motor cuyo combustible es la plusvalía, no tiene reparos a la hora de decidir con qué mercancía se negocia, siempre y cuando cumpla con la condición de la avaricia. Recientemente, por ejemplo, hemos tomado conocimiento de un negocio más rentable que el tráfico de drogas: el tráfico de personas que buscan nuevos horizontes, sobre todo laborales, por haber quedado fuera del circuito de intercambio en sus países de origen. De este resto humano que el capitalismo produce, la mayoría de los países se protegen en aras de defender su mercado laboral y/o cultural con una legislación que no favorece la inmigración; ellos son el desperdicio humano, lo segregado de la economía del más de goce. Así, el ingreso de ilegales es un hecho cotidiano, tanto como lo es que este resto humano se constituya a su vez en objeto de lucro para algunos, cuando se trata de desplazarlos en condiciones infrahumanas –para tener mayores ganancias– y de entregarles documentación falsa. Se negocia con el resto para que el resto siga quedando como resto dado que en la mayoría de los casos son engañados luego de pagar cifras importantes o mueren en el intento. La mención del ejemplo basta para recordar la lógica capitalista que se asienta sobre la eliminación del resto de lo que la segregación resulta su consecuencia inmediata. Todo es objeto de consumo, ese es el cinismo del goce.

Es en Televisión donde Lacan refiere la miseria al discurso capitalista y plantea, quizás para sorpresa de muchos, al discurso analítico como la salida del discurso capitalista.

Sobre este punto, la orientación que nos da J.-A. Miller en sus comentarios sobre Televisión,es precisa.Lacan opone al capitalismo astuto con todos sus excesos de goce el analista como santo, tal como B. Gracián –cuya lectura nos recomienda desde el Seminario 1– nos lo presenta en su Arte de Prudencia. El santo es el que deja con hambre, el que usa la ausencia, el que muestra no saber, el que no se guía por las impresiones, el que recurre al artificio, el que no dice todas las verdades, el que no apura y sabe esperar, el que hace parecer, el que nunca habla de sí, el que sabe decir qué no y qué sí, el quedistingue lo que debe desearse y lo que debe rechazarse.

Así, si el analista en función, como el santo, distinguen lo que debe rechazarse sosteniendo un decir que no, su operación se realiza en un desierto de goce, desde un vacío que a su vez deja con hambre, es decir, es él mismo causa de vacío para el ser hablante. Esto es lo contrario a la operatoria capitalista en la que la verdad del amo encarnado en el mercado no conoce ningún no, siempre es –como diría Freud–, un más y más en el que la voracidad y la gula son lo opuesto al vacío del hambre.

Si la función deseo del analista opera, es porque hubo allí un parlêtre que consintió a una renuncia, a la renuncia de un más de goce que anidaba en su ser y que hacía del mundo el lugar del encuentro con lo pesadillesco de su escena fantasmática; la renuncia a su libra de carne que conmoverá su economía de goce, es el fruto que se espera de su propio análisis para que el pasaje de analizante a analista tenga lugar. En fin, un analista, es el resultado de su propia experiencia analítica cuando queda demostrado lo que queríamos demostrar, a saber: el decir que organiza los dichos, la cifra de goce en el corazón de la pareja-síntoma que deja un plus a disposición, un objeto que a su vez puede constituirse en causa vaciada de goce para aquel que se disponga a hacer la experiencia del inconsciente en la que el análisis transcurre. Si el analista es un objeto en el mercado, por la lógica de su discurso, no es un gadget de la ciencia que, dice Lacan, ...es una ideología de la supresión del sujeto [1] ... que lo condena al aislamiento y la segregación, es decir, a un fuera del lazo social. Por el contrario, es un objeto, un semblante que se dirige al sujeto en su división por lo real para producir la cifra de su padecer, de lo que resulta que lo segregado es el goce y no el sujeto, ...el santo es el desperdicio del goce [2]; entendemos que es en este sentido que el discurso analítico es la salida del discurso capitalista, porque apunta a producir un resto fecundo.

El analista –afirma Lacan en Televisión–,va al lugar del desperdicio, ese es su destino. Al final de la experiencia, una vez que las vueltas han producidos los S1 que eran causa de goce en su síntoma, la necesidad de los semblantes del Sujeto supuesto Saber también cae. Si hay santos, hay risa; allí donde la tragedia del goce pierde su peso, la comedia del falo entra en escena.

En el último apartado de "La dirección de la cura…", leemos:

Puesto que se trata de captar el deseo, y puesto que sólo puede captárselo en la letra, puesto que son las redes de la letra las que determinan su lugar de pájaro celeste, ¿cómo no exigir al pajarero que sea en primer lugar un letrado?

Si de lo que se trata en el análisis es de una reducción a la letra en tanto que cifra y de sus consecuencias pulsionales, entonces, lo que se espera del analista es la formación del analista en su saber hacer de santo letrado.

NOTAS

  1. Lacan J.: Radiofonía. Ed. Anagrama.
  2. Lacan.J.: Televisión. Ed. Anagrama.

BIBLIOGRAFÍA

  • Freud, S.: "El malestar en la cultura". Obras completas, Ed. Biblioteca Nueva.
  • Lacan, J.: Radiofonía y Televisión. Ed. Anagrama.
    —, "La dirección de la cura...", Escritos 1. Ed. Siglo XXI.
    —, El seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis. Ed. Paidós.
  • Miller, J.-A.: El lenguaje, aparato de goce. Ed. Colección Diva.
    —, El hueso de un análisis. Ed. Tres Haches.
    —, "Las contraindicaciones al tratamiento psicoanalítico". Lazos 2. Ed. Fundación Ross.
  • Laurent, E.: Debate con E. Laurent en ¿Cómo verificar el final de análisis? Ed. Eolia.
  • Gracián, B.: Arte de prudencia. Editor José J. de Olañeta. Diario Clarín.
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