Diciembre 2001 • Año I
#4
Dossier

¡Ah, sí! Diez años de la Escuela

Germán García

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Julieta Espósito
Sin Título. 2004.
Acrílico sobre madera.
20 x 25 cm.

En siete puntos precisos, Germán García –nunca contemporizador- nos habla de objetivos, de rectificaciones necesarias, de realizaciones efectivas, también de dogmatismo, de infatuación de saber y de un despertar que no duda en atribuirle a la determinación de Jacques-Alain Miller, al hacernos partícipes de su proyecto.

1. Hace diez años se trataba de revertir la fragmentación en grupos, de crear una estructura que pudiera albergar la experiencia del pase, los carteles y la permutación. Para eso se procedió a una dispersión de las enseñanzas consolidadas, una nueva selección basada en el principio "enseñanza por cuenta y riesgo", cuyos resultados no son los esperados.

La apelación a la instancia "Instituto" es una rectificación, en tanto devuelve a la enseñanza una finalidad que puede sustraerse –en parte– de la "competencia" por el micrófono, donde los que enseñan son más que los que tienen algo que aprender. El Instituto Oscar Masotta, en particular, renovó, y anudó por primera vez, la red federal de la orientación lacaniana.

2. La experiencia del pase es una dimensión nueva, cuyas incidencias aún no podemos calcular. Las nominaciones homologadas por la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) modificaron la circulación de la palabra; insertaron al psicoanálisis de Buenos Aires en un contexto que exige de cada uno una seriedad renovada.

En estos años se produjeron trabajos que no son el resumen de experiencias ausentes, sino el testimonio de una realización efectiva. El pase no es la última palabra, ni vale por sí mismo (existe en una Escuela, que necesita además de otros dispositivos de formación).

3. La enseñanza de Jacques Lacan recaló entre nosotros en los años sesenta. Sobrevivió a la aventura en la que estaba envuelta (recordemos, el "paragua" estructuralista) y se consolidó en un "mercado paralelo" (que llegó a ser para lelos) compuesto por la minusvalía de los psicólogos frente al psicoanálisis médico.

4. Fue la intervención de Jacques-Alain Miller la que despertó a nuestra Escuela de ese "sueño dogmático" y, a partir de un diálogo con Horacio Etchegoyem, produjo lo que comienza a ser una configuración inédita del intercambio entre psicoanalistas. Qué hará cada uno ahora que está despierto, es otra cosa. Pero algo del pasado fue escandido, se perdió la dimensión ilusoria de una epopeya cuyas batallas se libraban en nombre de la verdad, en la ceguera de una infatuación del saber que sólo mostraba la ignorancia de la ignorancia.

5. De la diversidad a la selección. Ahora, frente a nosotros los límites de lo instituido situados en el campo de lo real. No se trata del Bien, como en Artistóteles, ni del Deber como en Kant, ni de lo Útil como en Bentham: se trata del enigma del goce en relación al saber constituido. A la fantasía de atravesar la fantasía le sigue la dura verdad de la identificación al síntoma. "Todo por hacer", como se dice.

6. No quiero imaginar la respuesta de Jacques Lacan a las torpezas que cometemos en su nombre. Prefiero imaginar que llegaremos a entender las "razones de un fracaso". Reconozco que nos divertimos bastante, incluso a través del tedio de algunos mantras que nos identifican.

7. No sabemos cual sería la historia si Jacques-Alain Miller no hubiera decidido incluirnos en su proyecto. Por mi parte estoy seguro de que haber asentido a su iniciativa cambió no sólo mi relación con el psicoanálisis: también cambió mi vida.

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