Diciembre 2001 • Año I
#4
Destacados

Marie Hèléne Brousse en la NEL-Miami

Mónica Prandi

Bajar este artículo en PDF

Marie Hèléne Brousse conversó en Miami acerca del porvenir del psicoanálisis en el siglo XXI . En la época de la psicologización de las masas y frente a la expansión de las psicoterapias ya no basta con que los psicoanalistas se posicionen, sencillamente, como herederos de Freud y Lacan. El momento actual requiere de una apertura, de la conversación entre los analistas de distintas orientaciones y también con todos aquellos que conforman la opinión ilustrada.

Lo que el mundo actual exige al analista aún no alcanza para impedir que, desde los distintos lugares que en esa realidad puede ocupar, se haga un uso de la transferencia que salvaguarde la dimensión del deseo. Hoy la orientación lacaniana es una política en el mundo.

El pasado 18 de Noviembre, en Miami, el grupo L.O.G.O.S. & Florida Center For Research & Development in Psychoanalysis ha convocado a los practicantes de la clínica en el campo de salud mental de Estados Unidos, a un Workshop sobre "How Psychoanalysis cures". Durante esa jornada de trabajo, Marie Hèléne Brousse ha desarrollado algunos de los principales conceptos que en la Orientación Lacaniana se han convertido en herramientas que permiten, en cada caso, construir la lógica de los síntomas contemporáneos, para abordarlos con eficacia.

En la mañana del 19 de noviembre, en una reunión llevada a cabo en esa misma ciudad de los Estados Unidos, Marie Hèléne Brousse conversó acerca de la política del psicoanálisis junto a varios colegas. La conversación fue animada por la participación de Alicia Arenas, Juan Felipe Arango Lemos, Liliana Krutzel, todos miembros de la NEL, junto a los demás participantes de esa Escuela en la sede de dicha ciudad, Rosa Calvet i Romani de la EEP, Maria Cristina Aguirre, miembro de la AMP de Nueva York, y Mónica Prandi, miembro de la EOL.

Alicia Arenas abrió la conversación preguntando a Marie Hèléne Brousse acerca de cuál era su manera de considerar la situación actual de la orientación lacaniana en el mundo. La respuesta comenzó por señalar que desde hace dos años se produjo un cambió la época, transformándose la relación a la enseñanza de Lacan. Desde el Encuentro realizado en Buenos Aires en julio de 2000, ya no basta con ser herederos de una tradición, y puso énfasis al decir que no es suficiente con ser herederos sino que algo más hay que hacer a partir de entender que tenemos entre manos el porvenir del psicoanálisis. Ya no estamos en el momento de vernos como enemigos entre los psicoanalistas que no comparten la misma orientación, sino que se trata de que el conjunto de los psicoanalistas sean la primera línea para asegurar el futuro del psicoanálisis en el nuevo siglo.

Seguidamente Marie Hèléne Brousse desarrolló las dos cuestiones importantes que surgen de este planteo. En primer lugar se trata de cómo pensar la política del psicoanálisis en este nuevo contexto al que, según sugirió, podríamos calificar de mundializacion del psicoanálisis, y que es muy distinto al momento en que vivía Lacan. Entonces la cuestión actual es cómo se ubica el psicoanálisis en esta psicologización de la masas y en tensión con las psicoterapias.

El otro punto que destacó fue que este nuevo contexto nos lleva a definir la formación del psicoanalista, a diferenciar el psicoanálisis de las psicoterapias en un sentido teórico, práctico y político.

A continuación se relevaron algunos de los hechos que pusieron al psicoanálisis en este punto de viraje. Este momento se inicia en Europa cuando el poder público empuja a regular las psicoterapias, incluyendo al psicoanálisis. Jacques-Alain Miller hasta este momento no se había involucrado en el tema, pero ahora ha decidido que es necesaria una política con relación a los poderes públicos. Dentro de Europa, Italia ha sido el primer lugar donde el Estado comenzó a regular la práctica, y a partir de allí hubo que comenzar a pensar qué problemas eso plantea para nosotros.

También es cierto que hay un origen histórico en este asunto, ya que ha participado de él una de las personas a las que Lacan ha dirigido, en su momento, su Nota italiana.

La Ley italiana estableció un orden de psicoterapeutas que incluyó una formación en institutos que tienen que pedir el reconocimiento del Estado y que éste lo otorgará según se siga el cumplimiento de sus normas.

Un analista del Campo Freudiano de Italia, obtuvo el reconocimiento del Estado.

Por ese entonces nuestra orientación contaba con un Instituto muy fuerte, que ya tenía el reconocimiento del Estado italiano, pero se trataba de enseñanza privada, al igual que todos los demás institutos (IPA, Behaviorismo, Conductismo, etc.); y también teníamos en ese momento, la Escuela por venir. La Escuela que por supuesto no otorga títulos ni está reconocida a nivel Estatal.

En mayo del año pasado, Jacques-Alain Miller encontró la solución. No fue posible inventarla antes porque Italia operó a modo de laboratorio para el mundo.

En la opinión de M. H. Brousse, ésta ha sido una genial solución ya que toma en cuenta que no se trata de luchar en contra del Estado, y recordó que es por eso que la futura Escuela Italiana se conforma con miembros que posean título de psicoterapeuta con reconocimiento Estatal. Recién después se plantea la formación como analistas, como formación superior.

Si bien este fue el modo de resolución que se encontró, no dejó de hacer notar que conlleva un precio: la pérdida de la Escuela de Lacan conformada por analistas y no analistas. Los que no lo son, aclaró, quedan como miembros de la AMP pero no de la Escuela Italiana.

De este modo se trazó una línea de orientación donde el psicoanálisis pasa a ser definido como una especialización, lo que permite escapar de la conceptualización del psicoanálisis como una psicoterapia más. Y en ese orden establecido titularse terapeuta no es suficiente para titularse analista.

Marie Hèléne Brousse entiende que hay una relación con nuestro esfuerzo que culminará en Bruselas el año próximo, donde diremos por qué no somos psicoterapeutas.

Comentó que de hecho en Europa ya están con el movimiento de tres seminarios que pulsan el trabajo alrededor de lo que puede responder a la formación del analista.

En París el seminario trabaja la formación del analista, en Madrid lo trabajan como movimiento de desidentificación, en Roma abordan la cuestión como formación infinita para los psicoanalistas.

A continuación M. H. Brousse se adentró en una serie de desarrollos donde retomando el espíritu de sus preocupaciones, destacó la importancia de que los psicoanalistas no se mantengan encerrados en su plaza fuerte. "Hacer psicoanálisis aplicado frente a la salud mental o a la educación, tiene su responsabilidad frente al destino humano", dijo.

De este modo comenzó a orientar la respuesta al interrogante de cómo sostener el psicoanálisis en la ciudad, en el mundo, en su especificidad frente a la psicoterapización de las masas. Hay una complicación que es propia a este estado del psicoanálisis que se encuentra tan incluido en la cultura, efecto de la sociedad post-analítica donde ya todo el mundo sabe de él, de la importancia de los sueños , de los actos fallidos y es que esto no garantiza la permanencia del psicoanálisis en su justa función en el siglo XXI. El psicoanálisis como disciplina no es una más, no se trata de una disciplina clásica que se enseña simplemente en la Universidad, porque el psicoanálisis para su transmisión requiere del análisis. Entonces resituó su inquietud alrededor de la cuestión de cómo generar un movimiento de opinión que permita sostener el psicoanálisis como una disciplina que no se iguala con la psicoterapia y habló de las cartas que, como respuesta a este problema, Miller publicó después del verano.

Expresó que se trata de una propuesta a hablar con todos los analistas, como por ejemplo los de la IPA, cada uno en su institución pero pudiendo conversar.

Asimismo sostuvo, que la única manera de hacerse reconocer, es diciendo que el psicoanálisis no es sólo una psicoterapia, y abriéndonos a interlocutores de la filosofía, artistas, no sólo médicos o la gente de la salud mental, sino a cada uno que piensa. "Se ha convocado a una conversación a la opinión ilustrada, para hacer posible un movimiento de pensamiento que sostenga al psicoanálisis en su diferencia con la psicología de las masas".

Consideró que la carta ha sido un éxito total en Francia, aunque era difícil, ya que no conocían a Jaques-Alain Miller porque hasta ese momento él no se había hecho escuchar en esos ámbitos. Por ejemplo, dijo, jamás pasó nada de lo que ocurrió en nuestros Encuentros Internacionales a los diarios, mientras que otros sí tenían sus amigos en los medios y daban a conocer lo que ocurría en sus eventos. Pero por primera vez, con esta carta, se escuchó lo que esta orientación del psicoanálisis tiene para decir, y esto ha entusiasmado a una parte muy joven del público, gente de la Universidad, que a pesar de la cantidad de referencias académicas que la carta incluía, no impidieron que el mensaje sea entendido.

Marie Hèléne Brousse dio cuenta de que esa carta ha sido escrita para impactar también sobre los no analistas. Subrayó que en ella Miller habló por primera vez en nombre propio, no como delegado de la AMP, por lo tanto cada Escuela deberá hacerse cargo de las consecuencias, y responder cada una en nombre propio. Agrego que, si bien hoy ya contamos con una lengua científica común, hasta ahora no habíamos hablado cada uno por sí mismo. Eso es lo que a partir de ahora cambia, "es la hora de hablar de todo no en tanto que cada cual sino en tanto que analistas."

"Como analista podría decir que no es sin considerar la pulsión de muerte que los acontecimientos del 11 de septiembre toman algo de sentido. El mal está dentro, no se trata del enemigo afuera, y verdaderamente no hay mucha gente que piense las cosas de esta manera. Por el punto al que llega nuestro análisis sabemos que el trazo del mal puro está dentro, y que sólo si es paranoia estará fuera. Entonces como analistas hablamos a partir de ese punto fundamental, y escribir como analistas es hacerlo desidentificados, completamente, del país de origen, del sexo, de la familia."

De este modo, dijo, estamos listos para tomar posición en el mercado de la salud mental y de la cultura. Contamos con nuestra capacidad de dialogar con otros analistas porque ya todos leen a Lacan. Él ha muerto, aunque nosotros lo mantenemos muy vivo, pero justamente por estar muerto pertenece a todos.

Dejar de ser heredera, tal como Miller lo propusiera en el Encuentro Internacional que se realizó en Buenos Aires, fue una idea que la asustó mucho, porque la herencia es pública.

Mencionó que recientemente J.-A. Miller propuso hacer un Instituto con otros para que se publiquen los seminarios de Jaques Lacan, y ha ofrecido además no ser él su director, ya que supone que eso generaría rechazos, obstaculizándose el trabajo. Coincide con Miller en que han sido necesarios estos veinte años transcurridos desde la muerte de Lacan, para que esta nueva perspectiva fuera posible.

Para concluir respecto de cómo mantener lo vivo del psicoanálisis en la época, Marie Hèléne Brousse tomó como ejemplo al país donde ejerce su práctica, dijo que ya que Francia no acepta títulos privados, y el Estado no confía la formación a los Institutos de profesionales y sólo reconoce como psicoterapeutas a los médicos y doctorados en psicología clínica, las cartas se han convertido en un contrapunto a lo que la realidad exige. Jacques-Alain Miller a través de esas publicaciones implementó una llave de judo, donde se trata de abrir otra vía que sólo nosotros podremos defender.

Pero aclaró que "seremos muy cuidadosos de decir que psicoterapeutas devienen analistas. " En este sentido y a modo de ejemplo, propuso que en Miami los analistas podrían publicar textos sobre la inmigración. Podría hacerse una investigación donde se aplica el psicoanálisis a problemas políticos, civiles, y destacó que sin duda no es eso lo que harán los psicoterapeutas. Los psicoterapeutas no tienen una idea acerca de la "filiación" de la " función de transmisión" articulable al tema de la inmigración.

Sostiene que para que el psicoanálisis tome poder público la vía es la opinión ilustrada, lo que convertiría a la orientación lacaniana es una política en el mundo.

Durante el trabajo realizado en día anterior en el workshop, donde los analistas de Miami interrogaron acerca de cómo lidiar en nuestra práctica con la fuerte regulación del Estado, así como a lo largo de esta conversación, Marie Hèléne Brousse indicó con insistencia la importancia de que los analistas tomen presencia en los distintos lugares para crear transferencia, para producir un deseo para ello. Señaló que esto será una gran exigencia para nosotros, tanto frente a la teoría como frente a la práctica, para lograr ser simples y fieles a la vez.

Coincide con Miller que el psicoanálisis en su reconocimiento no es sostenido por ningún poder como tal, sino por la gente. Los psicoanalistas apuestan a la trasmisión de la división subjetiva. Se trata de hacer pasar el propio malestar y la propia división como lo que permite una identificación; al fin de cuentas, dijo, es así que siempre comienza la transferencia.

Además, siempre existe el problema de cómo pasar eso que se reduce al corazón de la experiencia analítica y que cuando se va a transmitir, parece nada, vale nada. En ese sentido la formación del analista es infinita, cada tratamiento remite al límite del propio análisis.

Sobre el final de la conversación precisó el alcance actual de esta perspectiva en nuestras Escuelas: "Por ahora, desde el Encuentro en Buenos Aires, hay un congelamiento a nivel de las admisiones y nominaciones. Tenemos que tener una respuesta sobre la formación del analista y después del trabajo que realizaremos en Bruselas a mediados del 2002, espero que podamos decir cómo se entra a la Escuela.

Noviembre 19 de 2001

Reseña realizada por Monica V. Prandi

El Caldero Online Cuatro+Uno EntreLibros
La Red PAUSA ICdeBA IOM2
EOL Wapol FAPOL Radio Lacan