Mayo 2003 • Año II
#7
Dossier Carteles

“Te deseo aunque no lo sepa”, una buena fórmula para el cartel

Beatriz Udenio

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El cuerpo de las formas (serie).
Julia Goldenberg, fotógrafa.

“Hay otra fórmula que si no se demuestra mejor en eficacia es quizás porque no sea articulable, pero esto no quiere decir que no esté articulada. Es “Te deseo aunque no lo sepa”. Allí donde ella, por inarticulable que sea, si consigue hacerse oir, les aseguro que es irresistible. ¿Por qué? No les dejaré esto como adivinanza. Si tal fórmula fuera decible (...) diría al otro que, deseándolo sin saberlo, sin duda siempre sin saberlo, lo tomo como el objeto de mi deseo por mí mismo desconocido. Es decir que en nuestra personal concepción del deseo yo lo identifico, yo te identifico, a tí, a quien yo hablo, a tú mismo, con el objeto que a ti mismo te falta. O sea que por ese circuito al que soy forzado para alcanzar el objeto de mi deseo, cumplo exactamente para él lo que él busca. Es así como, inocentemente o no, si tomo este rodeo, el otro como tal, aquí objeto de mi amor –obsérvenlo-, caerá en mis redes.”
Jacques Lacan – El Seminario, Libro 10, La angustia, Clase 2.

 

Sorpresa

Formo parte, como más-uno, de un cartel que se ha dispuesto a realizar una lectura del Seminario 10 de Lacan.

Me interesa compartir con ustedes una reflexión que se ha producido en el entrecruzamiento entre el rasgo que he tomado para trabajar en el cartel (S1: “Te deseo aunque no lo sepa”) y la función del más-uno. En todo caso, es por un efecto de sorpresa que he encontrado esta articulación, que no estaba pensada al comienzo del recorrido en este cartel (inscripto en la rúbrica “Clínica” y que se ha dado por objetivo avanzar en la función de la angustia en la experiencia analítica.). Rasgo propio del que destaco entonces su dimensión de apuesta (los remito para esta idea al texto de Daniel Barrionuevo, publicado en Mas-uno 4, “El rasgo y el cartel”).

 

Elaboración

En el recorrido del cartel, me había detenido en el párrafo que puse como epígrafe, considerando las nociones que Lacan despliega allí como una de las argumentaciones más fructíferas para pensar la función deseo del analista, por el anudamiento que produce entre el deseo y el no-saber. Fue entonces, cuando al momento de redactar este texto me di cuenta que abría la posibilidad de pensar también la experiencia del trabajo en el cartel. ¿Acaso no debemos postular la existencia necesaria de un lugar central para el no-saber en la propuesta de todo cartel? ¿Un agujero en el saber que permite el alojamiento del deseo de cada uno en el recorrido a realizar? (Para la relación estructural que podemos otorgar en el psicoanálisis en general y en el trabajo de cartel en particular a la articulación entre el saber y su agujero central, los remito al texto de Graciela Esperanza publicado en Mas-uno 4 “El cartel y el mas uno, una vuelta más”).

Analicemos el párrafo propuesto. Lacan dice allí que la fórmula “te deseo aunque no lo sepa” es infalible. Que cuando esto se dispara produce un efecto de captación, de seducción, por la percepción enigmática de ser deseado por algún otro de un modo misterioso, incomprensible, indecible, pero articulado. No es decible (eso es lo no articulable) pero sí puede percibirse que está entramado en la experiencia.

En la experiencia analítica, es el analista quien abre esa red; en el cartel, la función de ese deseo enigmático que convoca, invita, llama, podría sostenerse en la Escuela, encarnada tal vez en la función del mas-uno o en la temática elegida, o…

Si el analista lanza esta red, debería saber que el efecto inmediato posterior será, casi siempre, el surgimiento del amor: se trata de la transferencia en su vertiente de cierre del inconsciente. Esto lleva la dialéctica hacia el otro polo: la transforma rápidamente, en el “te amo aunque no lo quieras” –formulación que Lacan contrapone a la que propone en el párrafo que estamos leyendo. Es el amor narcisista, el impuesto: lo quieras o no, te lo ofrezco igual.

La propia dinámica del cartel, con el “pegoteo” por tiempo limitado, beneficia que ese tapón no se instale y que la imposición (que sería del orden de lo necesario) sea sustituida por la contingencia y la posibilidad. Pero también es preciso que no haya nadie que pretenda encarnar el “te amo aunque....”, más propicio, en realidad, para evocar la figura de un líder al estilo “Psicología de la masas...”.

En cambio, el “aunque no lo sepa” es totalmente congruente con lo que Lacan ya había enseñado acerca del deseo inconsciente como no sabido. Podemos recordar en el Seminario 6, Sobre el deseo y su interpretación, el análisis del sueño “El no sabía que estaba muerto”. El no-saber implica que el sujeto no sabe qué deseo lo habita, y si bien está articulado, no es articulable, es decir, no hay nadie que pueda decir YO (conciencia) respecto de ese deseo. Sin embargo, este deseo conjugado con el no-saber puede provocar a los cartelizantes a que vayan al encuentro de lo que puede estar allí anticipado, tal vez, por el rasgo que han tomado en el Cartel, pero aún por descubrir o inventar.

En mi opinión, en un cartel de lectura de un Seminario es deseable darse las condiciones de trabajo que permitan detenerse ante lo que aparece como hueco en el sentido, como enigma, y en ese agujero, un hallazgo es posible.

El deseo entrevisto así no hace más que llamar al deseo, a la instauración de la fórmula: el deseo es el deseo del Otro. Por ello, el trabajo del cartel no es sin Otro: representado quizás en la escuela en la que está inscripto y en los compañeros con los que realiza su elaboración colectiva.

Ahora bien, podemos deducir de lo que Lacan dice allí que la formulación “te deseo aunque no lo sepa” es cautivante, pero del mismo modo que puede serlo la mirada de la mantis religiosa. Tal vez por ello, al momento de percibirse, en la experiencia analítica, se tapona con el amor. El amor no conviene al cartel, porque si se inscribe en la vertiente del “te amo aunque no lo quieras” la figura del líder que indicábamos antes se presentifica con facilidad y el afán del pegoteo también. Por ello la operación del “te deseo aunque no lo sepa” debería sostenerse cada vez, en su función de alojar, pero también de exigir, acorralar. Podríamos decir que verifica la función del Che vuoi? (¿qué quieres?), que Lacan nos indica leer como un “¿qué quieres tu?” (podríamos agregar para nuestros propósitos: “¿qué quieres tu en el recorrido que te propones?”). La fórmula es irresistible, pero lleva al sujeto a que ceda algo en ese movimiento de operación de apertura del deseo del Otro. En el cartel, lo que se cederá al final de la experiencia si todo va bien, será el producto propio a cada uno, pero surgido de la elaboración colectiva. En la clínica, es el punto donde podemos articular la angustia de un modo particular, como punto de angustia surgido en el instante en el que el “te deseo aunque no lo sepa” se evidencia. Porque no se trata del deseo de reconocimiento entre dos sujetos semejantes. La alteridad se pone en juego, bajo la forma en que conocemos esta alteridad en el dispositivo analítico: el objeto a, lo que queda como resto –extranjero- de la operación significante. En ese sentido, el más-uno, de alguna manera sostiene esa alteridad, al sostener un agujero (deseo + no-saber) que hace posible la experiencia.

En la experiencia analítica, allí donde el significante solo es incertidumbre, malentendido, sin sentido, la certeza se impone del lado de ese resto fecundo. En el cartel, como dispositivo cercano a la investigación, ese agujero permite que se instale un lugar para el recorrido de cada uno.

En este punto Lacan es implacable: “les aseguro que esto es irresistible”. Esta “seguridad” de Lacan, no sale de la nada: se opone a la incertidumbre del significante, del reconocimiento. La experiencia del Cartel permite cierto reconocimiento: del S1 que cada uno ha elegido, del rasgo que cada uno sostiene en su recorrido, que verá cómo reencuentra al final del mismo. Pero no se detiene allí. El agujero que sostiene la experiencia es lo que puede volverse irresistible, y provocar el empuje a querer ir al encuentro de algo más.

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