Enero 2016 • Año X
#31
Dossier sobre cuerpo

Cuerpo-Sínthome-Pârletre

Fernando Gómez Smith

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"Unos"
Maria Eugenia Cora

Para Aristóteles lo real solo se puede explicar admitiendo una unión íntima entre la idea y la materia física. A este pensamiento Aristóteles lo llamó Teoría Hilemórfica. Todas las cosas, tanto los seres naturales como los artificiales están construidos por dos principios: la materia, "hylé", y la forma, "morphé". La forma de los seres es el elemento que los configura y les hace cumplir determinadas actividades que están en su esencia. Este pensamiento a diferencia de la idea de Platón no se encuentra fuera, en el mundo ideal, si no en el interior de la realidad concreta de cada sustancia. La materia de los seres es de lo que están hechos, es siempre la misma, es algo pasivo, informe, ininteligible, indeterminado, es el principio de los caracteres individuales de todas las cosas reales, naturales y artificiales.

La materia y la forma, el cuerpo y el alma, no son dos elementos que se puedan separar físicamente, constituyen una realidad única. En la Naturaleza no hay forma sin materia ni materia sin forma.

En su teoría del cambio, del movimiento, Aristóteles introduce tres principios: un substrato, una forma y una privación. En todo cambio hay algo que permanece, algo que es inmutable, entonces lo que permanece es el substrato y el cambio supone que el substrato adquiere una forma de la que antes se encontraba privado.

Estos cambios podemos entenderlos como: un punto de partida, un punto de llegada, y algo que asegura la continuidad del cambio.

Relacionando estos tres principios con la teoría Hilemórfica vemos que la materia es el substrato donde se produce el cambio y la forma es el elemento que la materia tiende a hacer presente en el cambio. El sujeto al cambiar lo que hace es realizar cada vez más la forma que le es propia. Para hacer más comprensible la relación en el cambio, Aristóteles utiliza dos términos: acto, "entelécheia", y potencia, "dynamis". Potencia es poder ser, acto es ser actualmente.

Cada ser posee unas características que constituyen su acto, y ese mismo ser posee unas posibilidades que puede desarrollar, y que constituyen su potencia, el movimiento es el paso de la potencia al acto, del poder ser al ser.

Aristóteles intenta explicar todos los procesos y los cambios en la Naturaleza y para ello distingue cuatro tipos de causas: dos intrínsecas que son la causa material, y la causa formal, y dos extrínsecas que son la causa eficiente y la causa final. Plantea que todos los seres poseen siempre una causa eficiente e igualmente una causa final.

Del alma humana llega a pensar que está ligada al cuerpo que desaparece con él. El alma no es sino la forma del cuerpo, para cumplir las funciones que exige la vida, tal vida permanecería en potencia, en mera posibilidad, si el alma no la llevara al acto. El alma es acto, el cuerpo es materia, potencia.

El alma aparece como la forma superior. El alma al contrario que en Platón no es un ser que pueda subsistir en sí mismo. El alma no es una sustancia; la única sustancia es el hombre, el compuesto de cuerpo y alma. Si para Aristóteles la materia y la forma son indisolubles, si el alma y el cuerpo mantienen una relación de mutua necesidad, en el Lacan del Seminario del Sinthome se incide, al igual que Aristóteles, en el apego, la sujeción al cuerpo.

Todos los seres vivos tienen alma para Aristóteles. La planta tiene alma vegetativa; el animal, alma sensible y el hombre, alma racional, el noûs o capacidad intelectiva. Se trata de realidades distintas que se caracterizan por sus funciones específicas.

El noûs es la parte del alma con que el alma conoce y piensa y es a la que se refiere Lacan cuando nos dice que el hombre piensa con su alma.

Según Aristóteles existe una continuidad entre el conocimiento sensible y el intelectual. Solo hay conocimiento intelectual en la medida en que hay conocimiento sensible. Este conocimiento intelectual es la actualización de lo universal que se encuentra en potencia en el conocimiento obtenido a través de los sentidos. Lo universal se obtiene de lo particular mediante la abstracción, que es cuando el hombre capta a través de los sentidos algún objeto, se forma una imagen del mismo. En esa imagen se recoge la individualidad de ese objeto, lo universal se encuentra en ella solo en potencia.

El conocimiento o bien lo es de lo necesario e inmutable, o bien lo es de lo contingente, el primero es un saber teórico que se ocupa del conocimiento de los principios a través de la intención, es el conocimiento más elevado y peculiarmente humano, el conocimiento de lo contingente constituye la técnica. Estamos ante un saber práctico, moral o político, un saber vivir con prudencia, cuyo ideal es el conocimiento de lo inmutable.

El noûs aristotélico implica una continuidad entre el conocimiento que proviene de los sentidos y el conocimiento intelectual. Solo hay conocimiento intelectual en la medida en que hay conocimiento sensible. El conocimiento, el pensamiento, está ligado indisolublemente al cuerpo y aquello que afecta a ese cuerpo en tanto que la materia, tiene como sustrato lo sensible, hecho que también podemos pensar desde la perspectiva de Lacan.

En el último Lacan el pensamiento está ligado al cuerpo solamente que este cuerpo no es una idea, no es algo abstracto, sino que hay que situarlo como una modalidad de goce; es por esa vía que la experiencia analítica, obliga acordarle al cuerpo otra sustancia, la sustancia-gozante.

El cuerpo goza, y el pensamiento fracasa –hecho que no está presente en la teoría de Aristóteles-, fracasa como actividad superior del ser humano racional, como lo demostró Freud. El pensamiento no es una actividad racional superior y alejada del cuerpo, es lo que viene a decir Lacan en su última enseñanza. El fracaso del pensamiento es consecuencia del cuerpo y su goce. Este fracaso no es casual, para el Lacan de la última enseñanza el fracaso y el goce forman un par dado que entre el goce que pertenece al registro del cuerpo y el fracaso del pensamiento hay una relación. El fracaso se desprende del cuerpo y de su goce y es por eso que Jacques-Alain Miller va a decir, en su seminario de Piezas sueltas, que el goce del cuerpo, como tal falla, falla en el registro que corresponde a la especie, la sexualidad… Todo cuando tiene que ver con el sexo –dice Lacan- falla, fracasa.[1]

Lacan nos enseña que el pensamiento, incluido el pensamiento que Freud designará inconsciente, tiene que ver con el cuerpo, y por esa vía con su sexuación. Es la razón por la cual el pensamiento falla, deja escapar siempre aquello de lo que se trata.

En este momento de su enseñanza el Otro, al que nos habíamos habituado para referirnos a lo simbólico, ahora va a hacer referencia al cuerpo, cuerpo del Otro, al que la relación sexual apunta pero no alcanza.

Lo que interesa resaltar a Lacan en el Seminario Aún[2] es que la relación con el Otro del sexo siempre es fallida, pues por estructura el inconsciente solo inscribe una manera de abordarlo, y no dos. Es por eso que decimos que no hay proporción sexual, pues tal relación de los dos sexos no tiene inscripción inconsciente.

Fallarlo a lo macho o fallarlo a lo hembra es la única opción, y el síntoma el modo en que cada cual anuda ese imposible de la relación sexual. Por eso para Lacan todo fracaso es sexual, es de esto de lo que se habla en un análisis: de lo que se fracasa. Es una verdad que se impone al pensamiento a partir de Freud y el Lacan del Seminario del Sinthome no sale del fracaso del pensamiento sino que él lo explota.

Por eso en el Seminario del Sinthome, Lacan señalará: "No espero de ninguna manera salir de la debilidad", refiriéndose a que no hay manera de salir de la debilidad mental; no hay manera de salir del fallo fatal del pensamiento introducido por el cuerpo gozante, por lo que el pensamiento da una respuesta sintomática al agujero de la relación sexual.

Es por esta vertiente que se puede plantear que el cuerpo es aquello que hace objeción al sujeto, porque el sujeto del significante, aquel representado por la S tachada, es una función universal.

Siguiendo a Jacques-Alain de Piezas sueltas se puede plantear que uno sueña con despejar este universal e incluso creemos que allí se encontraría la salida para aquello respecto de lo cual cada uno ha quedado tenazmente adherido. Esta salida consistiría en alcanzar la necesidad pura del orden simbólico. Orden que soñamos dominando a todos cuantos hablan. Lacan intentó deducir de este orden simbólico los efectos singulares del cuerpo.

En el seminario del El Sinthome Lacan confiesa que esto no es posible, que el caso Joyce objeta esta alternativa.

James Joyce en Lacan es un nombre propio que funciona como un sintagma, un nombre propio que designa un singular, efecto de su operación de encarnar el sínthome, contrapuesta a la de significantizarlo, llevarlo al universal.

Pero se trata de un movimiento exactamente inverso, de una encarnación que en Joyce, tal como Lacan lo construye, lo conduce a reducir a una estructura que es la del hombre y que la escribe como: el sintoma/hombre.

La propuesta de Lacan es que Joyce es aquel que aportaría el aparato, la esencia, la abstracción del síntoma. ¿Pero de que abstracción se trata? Y Lacan nos va a decir que de lo que se abstrae al síntoma es de la relación con el Otro.

Y eso es lo que nos muestra Lacan que hace Joyce en Finnegans Wake, en tanto "se abstrae del querer-decir, lo cual quiere decir que de hecho él ya no quiere decir nada"[3] en consecuencia es imposible de traducir, porque no está escrito en una lengua.

Es lo que nos dice Miller de la lectura que hace de Lacan. Se abstrae del querer decir, no aportan el significado del significante, sólo aporta el eco, aquel que levanta en una lengua y en muchas otras un eco homofónico y translingüístico que desconcierta, que hace perder la pista a todo significado, que los anula y los multiplica. Queda demostrada la relación pura de cada uno con la lengua (Joyce, Lacan). El hecho que la lengua toca a cada uno a la manera de esa cámara de ecos, contingencia que es para cada uno un traumatismo.


El trumatismo

¿Qué quiere decir traumatismo? Que el sonido de lalengua nunca es armónico, que no está de acuerdo con nadie, que la desarmonía no puede ser vendada / curada. Es lo que nos dice Lacan en el seminario de El Sinthome cuando nos indica que el pensamiento es una venda, un emplasto y que el traumatismo sería que esta desarmonía que introduce lalengua no puede ser reparada, que la lengua hace del ser que habita y que la hablará, un enfermo, un minusválido, y que todo cuanto le está permitido hacer a partir de ella es un sínthome, una obra nos dice Miller. Esto ya hace al sinthome, que apunta a lo singular, a las marcas de la relación de cada uno con lalengua, en tanto que ésta produce una desarmonía original, un traumatismo propio a cada sujeto, que no puede pasar por el significante.

Queda el recurso a la obra, al escabel, forjado a partir del afecto del cuerpo, al que Lacan llama con su nombre freudiano: sínthome. El síntoma es una respuesta, una suplencia a la inexistencia de la relación sexual, a la ausencia de complementariedad entre los dos sexos, por lo cual no hay sujeto sin sínthome. Y ese es el ejemplo de Joyce, de hacer de aquello que afecta a su cuerpo, de aquello que constituye un acontecimiento en su cuerpo, hacer de ese acontecimiento, una obra.

Es la cuestión que plantea el Seminario del Sinthome: como se extrae del acontecimiento singular, de ese traumatismo contingente, y que no se parece al de nadie, traumatismo que afecta en su singularidad a cada hablanteser (pârletre), como se extrae algo que puede valer a título de lección y que será válido para los demás.

A esta altura de su enseñanza Lacan ya no habla de sujeto, ahora dice pârletre. La fórmula del significante del Otro tachado expresa justamente la imposibilidad del Otro, para dar cuenta de la identidad sexuada del sujeto. A esta altura, hacia el final de la enseñanza, Lacan no lo va a llamar sujeto para no hablar de ese sujeto "sujetado" al Otro, que es como es definido; sujetado entre dos significantes, el S1 y el S2. Entonces, al sujeto lo va a llamar parlêtre. Y es la necesidad estructural de pasar a una conjunción entre el significante y el goce la que lleva a Lacan a introducir el concepto de «parlêtre» que designa en adelante el ser por el goce del cuerpo.

Esto lo lleva a Lacan a hablar del parlêtre, para introducir el cuerpo en tanto cuerpo de goce. El Otro, ahora, es representado por un cuerpo sexuado.

Miller explica que Lacan se refirió al inconsciente y el síntoma como hechos de goce-sentido, y que él, en su enseñanza, promovió esta fórmula y la conjunción que expresaba, hasta que captó lo limitado de su alcance. Al final del texto Joyce y el síntoma, Lacan dice, del síntoma: su "goce opaco de excluir el sentido", abriendo el camino a una distinción entre dos goces: el goce transparente, que es sentido, que refiere al nudo elaborable del síntoma a partir del trabajo sobre el significante; y el goce opaco, ajeno al sentido, y que se corresponde con la definición de síntoma que hallamos en el Seminario XXIII: un acontecimiento de cuerpo.

En la perspectiva del síntoma se produce un cambio, ahora ya no se pone el acento en el hecho de que el síntoma molesta, sino en que el análisis nos enseña que el síntoma sirve, sirve para continuar.

El síntoma sirve para continuar, dice Miller, y se acude a un análisis para que sea un poco menos molesto, para obtener cierta felicidad: que se encuentre el querer decir -Lacan, en Seminario XXIII, lo comenta: el querer decir es lo que llamamos "inconsciente"- el querer decir en el acontecimiento del propio cuerpo. Pero el alivio que produce aprender a leer el acontecimiento del propio cuerpo tropieza siempre con lo ilegible, con lo que refleja el traumatismo inicial. Ello implica renunciar a la búsqueda de una verdad última, al desciframiento total; también al pensamiento como aquello que hace sentido, y que es impotente para ponerse de acuerdo en lo sexual, por más que en aquello que se piensa siempre se responde a la sexualidad: la respuesta siempre es sintomática.

El sinthome, una palabra que viene a producir algo nuevo: unir simbólico y real en un punto inédito, añadir un sentido a lo real- que implica la certeza de que hay un afecto irreducible al efecto de sentido, inanalizable. El sinthome designa aquello que del síntoma es rebelde al inconsciente, que no representa al sujeto, que no se presta a los efectos de sentido y de verdad.

Lo real de Lacan es un negativo de la verdadero, en la medida en que no está religado a nada, está desprendido de todo e incluso de todo todo; lo real no tiene ley, no obedece a ningún sistema, condensa el hecho puro del traumatismo.

BIBLIOGRAFÍA

  • Aristóteles. Acerca del Alma. Biblioteca Clásica Gredos. Gredos, 1988
  • Marías Julián. Historia de la filosofía. Alianza Editorial, Colección Filosofía y pensamiento. 2003
  • Lacan, Jacques. Seminario Libro XXAún. Ediciones Paidós, Buenos Aires, 2006.
  • Lacan Jacques. Seminario Libro XXIII. El sinthome. Ediciones Paidós, Buenos Aires, Octubre 2006.
  • Miller, Jacques-Alain. Piezas Sueltas, ediciones Paidós, Buenos Aires, 2013
  • Miller, Jacques-Alain. Sutilezas analíticas, ediciones Paidós, Buenos Aires, 2011

NOTAS

  1. Miller, Jacques-Alain. "Piezas Sueltas". Ediciones Paidós, Buenos Aires 2013, Pág. 44.
  2. Lacan, Jacques. Seminario Libro XX, Aún. Ediciones Paidós, Buenos Aires 2006.
  3. Op. Cit. pág. 46.
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