Febrero 2006 • Año V
#14
Mesa de presentación de Virtualia en el Palais de Glace

Todos contra la pared

Mónica Torres

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I) Freud y el cine norteamericano actual

Hay una primera teoría del trauma en Freud. Es la que esboza en el momento inaugural del psicoanálisis, cuando cree que las histéricas han atravesado un trauma como acontecimiento de su biografía. Han sido seducidas por un adulto enfermo, en general impotente. Es increíble que hoy día, después que Freud hace ya un siglo descubrió que sus histéricas lo habían engañado, una parte del cine norteamericano actual a través de películas como Río místico (Clint Eastwood, 2003) o Monster (Patty Jenkins, 2003), pretenda hacernos creer todavía en aquella primera teoría freudiana. En Río místico, tres niños han atravesado una experiencia traumática, uno de ellos ha sido violado y los otros dos han presenciado pasivamente parte de la escena. Cuando el film los vuelve a encontrar, ya adultos, la huella de aquella primera experiencia traumática habrá marcado para siempre sus destinos. Lo mismo ocurre con Monster, una mujer que ha sido abusada en la infancia deviene asesina serial. Es el trauma singular el que la ha condenado. Es una teoría política la de este cine norteamericano, trata de hacernos creer que el trauma es un acontecimiento aislado derivado de episodios concretos de la biografía de un sujeto.

Esta teoría, en verdad, es prefreudiana. Porque si bien Freud va a decir en su primer teoría del trauma, que el niño o la niña ha sido seducido en un acontecimiento de la biografía por un adulto enfermo, sin embargo desde el principio va a necesitar dos escenas para que el trauma se constituya. Es necesario que la segunda escena resignifique a la primera como traumática.

La teoría de las dos escenas en Freud es un antecedente de lo que Lacan va a demostrar en su escrito sobre el "Tiempo lógico….". Es decir, de los conceptos de tiempo de comprender y momento de concluir. El momento de concluir pone fin al tiempo de comprender y no a la inversa. Así como la segunda escena freudiana determina la primera.

Luego Freud pasa del concepto de trauma al concepto de fantasía, cuando le escribe a Fliess: "Todas mis histéricas me han engañado". Con lo que abandona en parte el concepto de trauma que va a retomar posteriormente y de otro modo en El malestar en la cultura.

En su artículo "El revés del trauma" [1] Éric Laurent nos relata que el sindicato de conductores de trenes alemanes pidió compensación por el estrés producido por el hecho de que Alemania es el país de Europa donde se producen más suicidios de gente que se tira bajo el tren ( uno cada cinco minutos).

Es en este sentido que voy a contraponer las películas norteamericanas, ya comentadas, con su teoría del trauma prefreudiano a la película alemana Contra la pared, allí donde se nos habla del trauma generalizado, del trauma de la civilización.

Sabemos con Lacan que el sujeto está afectado a la vez por el trauma del lenguaje y por el de ser sexuado, que no son sino uno.

En la civilización del Otro que no existe el trauma se ha generalizado, lo que es el modo actual de no hay relación sexual.

¿Cómo inventar un nuevo Otro después del traumatismo? Creo que hay ciertos films que atraviesan la ficción y tocan lo real, como sólo algunas obras de arte pueden hacerlo.

 

II) Un hijo del trauma

Fatih Akin, el director de Contra la pared, nació en Alemania en 1973 [2]. Es hijo de inmigrantes turcos y estudio en la Escuela de Bellas Artes de Hamburgo. Con esta película ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín de 2004. Akin es uno de los representantes del llamado "cine turco-alemán", constituido por directores pertenecientes a la primera y segunda generación de inmigrantes turcos, cuyos padres y abuelos fueron parte de la mano de obra masculina que para reemplazar a los hombres muertos en la Segunda Guerra Mundial, arribaron en masa a Alemania y formaron parte del llamado "milagro alemán". Esto hijos y nietos de inmigrantes hablan alemán pero permanecen en una frontera, en un borde, entre la nostalgia del objeto perdido, es decir el viejo terruño que no pueden abandonar aunque nunca lo hayan conocido, y la vida local de la Alemania actual. Por eso la cultura a la que se refiere Akin no es ni la turca de sus padres, ni la Alemania de su país natal. La vida de sus personajes suele transcurrir en la multicultural y abierta Hamburgo y algunos están orgullosos de vivir en esa ciudad aunque estén en general confinados a un barrio, Altona, en el que también habitan hijos de griegos, serbios y albanos.

Los personajes de Akin son frenéticos y excesivos, están dibujados en blanco y negro. En Contra la pared, Caith y Sibel, sus dos protagonistas se conocen en un centro de salud, al que han sido enviados después de sendos intentos de suicidio. Caith, el personaje masculino, drogadicto, borracho, y perdido, casi muerto, intenta suicidarse estrellando su auto contra la pared. Por otra parte su vida, sin futuro probable, ya lo había puesto contra las cuerdas.

Sibel hace un intento de suicidio más bien fingido, para intentar huir de la tutela de su familia turca, machista, conservadora y cruel. Sibel le propone a Caith un matrimonio blanco, un matrimonio por conveniencia, para poder huir de su familia. Caith finalmente acepta, ante la ferocidad de Sibel por conservar la vida aun a riesgo de jugar con la muerte. Quizás por compasión, quizás porque ya no tiene nada que perder. Sibel y Caith transitan por los bordes, se marcan los cuerpos con heridas y tatuajes. La sangre corre de una manera casi erótica en este frenesí de seres acorralados e imposibles de domesticar.

Sibel representa la luminosidad femenina, es su determinación la que va a ir salvando a Caith de su ruina.

Sin embargo, la segregación que ambos sufren, el exilio de cualquier tierra posible, ya que no son ni turcos ni alemanes, y sobre todo el exilio de la relación sexual, terminará por separarlos.

 

III) Trauma y real

El trauma entonces es a la vez proceso y acontecimiento.

En la película mencionada los protagonistas sufren del trauma de ser sexuados y del agujero que el trauma produce en el interior de lo simbólico.

Si tomamos los dos sentidos del trauma que Éric Laurent refiere en "El revés del trauma" [3] Caith está abrumado por la angustia que produce el hecho de que lo real esté en exclusión interna respecto de lo simbólico. Este punto de real, que no puede ser reabsorbido por lo simbólico, es la angustia, que tiene un sentido generalizado pero que a la vez incluye la angustia traumática.

Por otro lado, a mi entender, Sibel nos demuestra que hay simbólico en lo real. Cuando por una contingencia fatal, pierde a Caith en el momento que descubre su amor por él, Sibel se queda realmente sin Otro. No hay lugar para ella, ni en Alemania donde habitan su padre y su hermano que la rechazan para siempre, porque ha mancillado el honor familiar, ni en Estambul, lugar al que vuelve, aunque nunca ha estado allí, para intentar nuevamente el suicidio, esta vez no fingido. Y trata de que al fin los turcos la asesinen y esa vida en la frontera, en el borde, entre la alegría de vivir, el gusto por el sexo y el oscuro yugo paternal, termine de una vez.

Se trata de la civilización del trauma. Cuando al fin Caith y Sibel se encuentren para volver a separarse, los dos habrán sobrevivido. Han vivido en el borde feroz que la segregación delimita para ellos. Él, condenado ya, sin ganas de vivir. Ella luchadora empecinada en una empresa difícil de inventar. Sibel inventa para Caith una nueva vida, aunque para eso él deba atravesar la cárcel. También para ellos el trauma finalmente, es el trauma sexual.

En un sentido que el trauma sea sexual lo hace generalizado. Pero hay otro sentido, vivimos en tiempos en que el sujeto acuciado por la violencia, la guerra, la pérdida de ideales, el terrorismo y la segregación, atraviesan la civilización del trauma. Ya no se trata del malestar en la civilización, sino de que el trauma es la civilización de nuestro tiempo [4]. Es decir, un fenómeno cultural que se sitúa a nivel del acontecimiento y que ningún discurso puede cubrir. Es la manera en que el sin-sentido se expresa en la época actual.

Hay una escena crucial en la película en la que Caith, internado en lo que parece ser un Centro de Atención al Suicida, lastimado, vendado y con su aspecto de vago, sucio y desesperado, se enfrenta con un psicoterapeuta alemán, que pretende reinsertar la vida del turco en un sentido. Cariñoso, afable, el terapeuta pretende encauzar a Caith por la buena senda. Si usted no quiere vivir más, le dice, no es necesario que se mate, puede ir a Africa a ayudar a los carenciados, por ejemplo. Caith lo mira atónito y le contesta, antes de abandonar el consultorio: "Usted está loco". Poder decir esto inicia su posible salida. Se trata de un terapeuta que pretende reparar el sentido que el sujeto ha perdido.

Un analista no puede restaurar el sentido en una vida atormentada, este terapeuta quiere incluso hacerse simpático a los ojos del pretendido paciente, recordando la música que él supone que ama el suicida en cuestión. Tratando de establecer entre ambos un sentido común, un mundo común.

Pero no vivimos en un mundo común, donde termine por unirnos la referencia al lenguaje. Antes bien, vivimos en un mundo que nos tiene a todos contra la pared del sin-sentido y lo que nos es común es la referencia al trauma de la lengua y a la no-existencia de la relación sexual. Lo real elude lo que puede comprenderse. Es por eso que Caith desprecia al terapeuta, y en especial a uno que desconoce los contragolpes agresivos de la caridad.

 

IV) Ojos bien abiertos

Jacques-Alain Miller, en su seminario de este año, nos recuerda al Kubrick de Ojos bien cerrados, subrayando que esos ojos bien cerrados ponen en evidencia los ojos bien abiertos. [5]

El terapeuta duerme, pero Caith y Sibel personajes y dobles del director Fatih Akin, están despiertos. Sibel, presencia femenina luminosa, despierta a Caith del vel alienante al que él se había sometido: o una vida miserable o una muerte digna. Sin embargo, los espectadores asistimos, atravesados por el genio del artista, al final de la trama, allí donde Sibel y Caith encuentran, separados, una vida de sobrevivientes. En este mundo de todos contra la pared, ¿no quedará sino la salida del sobreviviente?

Quizás si nuestro sujeto se hubiera encontrado con un analista, en vez que tener que vérselas con un representante de la OMS, un analista que hubiera podido encarnar el lugar de la pérdida esencial del objeto, es decir el lugar mismo del trauma, entonces, nuestro sujeto habría podido recobrar la palabra después del trauma.

Entre el turco y el alemán, en una secuencia insólita, que transcurre en un hotel internacional de Estambul, Caith habla en inglés. Caith ha olvidado el turco tratando vanamente de volverse alemán. Pero no se trata de hablar turco, alemán o inglés. En este mundo global y traumatizado el parlêtre tendrá que inventar la lengua que habla. Como los exiliados de Joyce, Fatih Akin, más allá de sus propios personajes, produce la obra de arte para inventar su lengua. Este hijo del trauma realizó su primera película a los 22 años.

 

V) Efecto de agujero

Recordemos aquí las palabras de Lacan en su seminario L’insu…: "Felizmente hay un agujero. Entre el delirio social y la idea de Dios, no hay común medida. El sujeto se toma por Dios, pero es impotente para justificar que se produce de significante, del significante S1 […] La astucia del hombre es atiborrar todo eso, se los he dicho, con la poesía que es efecto de sentido, pero también efecto de agujero. No hay más que poesía que permita la interpretación."[6]

Frente a lo acuciante de lo que Éric Laurent ha llamado la civilización del trauma, queda la neutralidad del analista, la aspiración del analista por lo real [7].

El otro camino que hay, con relación a esa aspiración por lo real, es el camino del artista. [8]

En el artículo de Éric Laurent titulado "El teatro de la crueldad" publicado en Élucidation nos dice: "Es necesario aceptar que la luz no está solamente en la razón. Ella surge del movimiento violento de lo real." [9]

Tendremos que ocuparnos, ahora más que nunca, del movimiento violento de lo real. Este mundo le pide al analista que invente una nueva práctica con relación al trauma. Será el único modo de que pueda estar a la altura del tiempo que le ha tocado vivir.

El primer Freud ya se había encontrado con lo que hoy podemos llamar el trauma de ser sexuados. Un trauma que no les ocurre a unos sí y a otros no. La sexualidad es traumática, y las diferentes neurosis expresan las respuestas que da el sujeto a ese trauma.

Sin embargo, en nuestra civilización, aparecen nuevos síntomas y nuevas angustias, lo que hace necesario nuevas respuestas del psicoanálisis.

La clínica contemporánea, que es la clínica del Otro que no existe, pone en evidencia nuevas modalidades de goce, síntomas que no se organizan alrededor del Nombre del Padre y que dejan al sujeto cada vez más desamarrado del lazo al Otro y librado a lo mortífero del goce pulsional.

¿Qué hará el analista, con estos hijos del trauma, qué lugar para el analista Después de la masacre? [10]

El artista, nos lleva siempre la delantera, como Akin nos lo demuestra, él mismo un paradigma de lo que significa ser hijo del trauma de nuestro tiempo. El suyo es un tratamiento posible para el trauma. El psicoanálisis propone su respuesta: se trata de sintomatizar el goce para hacerlo compatible con la vida.

NOTAS

  1. Laurent E., "El revés del trauma", Virtualia N° 6, Junio/Julio del 2006, Revista Digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana.
  2. Campero A., "Cine con filo", Revista El Amante N° 155, abril de 2005.
  3. Laurent E., op.cit.
  4. Laurent E., "Hijos del trauma", en La urgencia generalizada, Buenos Aires, Editorial Gramma, 2004.
  5. Miller J.-A., Pièces détachées, Curso 2004/2005. Inédito.
  6. Lacan J., "L’insu que sait de l’une-bevue s’aile à mourre", Clase del 17 de mayo de 1977. Inédito.
  7. Lacan J., "Palabras sobre la histeria", 26 de febrero de 1977. Inédito.
  8. Torres M., "La neutralidad lacaniana", en Revista Enlaces N° 10. Publicación del Departamento de Estudios Psicoanalíticos sobre la Familia.
  9. Laurent E., "El teatro de la crueldad", en  Élucidation, Buenos Aires, Editorial Atuel- Anáfora, 2003.
  10. Milner J.-C., "Después de la masacre", en Élucidation, op.cit.
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