Marzo 2010 • Año IX
#20
Arte de psicoanalistas

Las dos virtualidades

Joseph Attié

Bajar este artículo en PDF

Formulación de la demanda

En el transcurso de las Jornadas de Noviembre en París llevé mi primera sesión de análisis. De entrada anuncié que pedía un análisis para devenir analista. A continuación de esas palabras, no sé ni cómo ni por qué, había señalado que quería también escribir poesía. El analista pareció tomar las cosas seriamente y me respondió "usted será entonces el primer analista poeta"[1]. Se trata, y desde el primer cuarto de hora, de la formulación de dos deseos. Hay ahí dos virtualidades de las cuales nadie, en esos tiempos de comienzo, sabría prejuzgar sobre su futuro. La primera de esas dos virtualidades estaba ya comprometida en acto por la presencia del analizante y del analista, donde diríamos que algo de la transferencia tuvo lugar. La segunda, por el contrario permanecía completamente aleatoria, si no fuera por la palabra del Otro que le dio un peso sorprendente.

Estas dos virtualidades hicieron camino paralelamente. Una siguió su curso por la palabra en el diván. La otra se armaba por escrito sobre la hoja en blanco. La primera fue efectiva por mi admisión a la Escuela Freudiana de Paris y en la práctica analítica que jamás cesó. La segunda prosigue siempre. El ejemplo de la coexistencia de estos dos tipos de anhelos o deseos está lejos de ser excepcional. El interés aquí es el de interrogar sobre sus especificidades. ¿Qué es lo que pasa por la palabra? ¿Qué es lo que pasa por el escrito? A lo cual se agrega una tercera pregunta: ¿hay un lazo de necesidad entre la palabra analizante y el escrito poético? La pregunta no es simple.

Notemos para comenzar lo que surge de la constatación, a saber que lo que opera sobre el diván proviene del síntoma y de las formaciones del inconciente. Lo curioso en el ejemplo dado, y que merece ser subrayado, es que esta demanda de un análisis no se apoyaba sobre la vertiente de una dificultad en la existencia, de un sufrimiento psíquico y de un llamado de socorro. Se trataba, diríamos inocentemente, ¡de una demanda de volverse analista simplemente! ¿Sobre qué demanda puede estar fundada? Esta pregunta merece ser planteada mejor, por los tiempos que atraviesa la demanda, en Francia en todo caso es esencialmente terapéutica. No sé si esto puede ser confirmado en Argentina.

Recordemos simplemente que es Lacan quien subrayó el enigma de una tal demanda. Que se anuncie desde el comienzo o que emerja al cabo de cierto tramo del análisis. Esto fue, como sabemos, el objeto de la Proposición sobre el Pase de octubre de 1967, que permanece siempre como la punta más apasionante de nuestra actualidad analítica como lo demostraron, ampliamente, las últimas Jornadas de Noviembre.

 

De la singularidad de dos progresos

Sin embargo el asunto que busco interrogar aquí no es tanto el de devenir analista en relación al Pase, como la conjunción de un deseo doble. Hay ahí algo de la singularidad. La cuestión de la relación del psicoanálisis y de la creación fue planteada muy rápidamente por Freud. Paralelamente, desde la existencia de la práctica analítica, numerosos escritores, poetas, artistas tuvieron necesidad de recurrir al psicoanálisis por razones frecuentemente terapéuticas sin que eso toque su propia práctica. Diríamos que había en ellos una elección decidida que no fue puesta en causa.

Lacan por su lado, no cesó, a lo largo de su enseñanza, de interrogar el estatus de la poesía en su relación a la teoría analítica. Así desde su segundo seminario El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, encontramos esta notación: "(…) los poetas, que no saben lo que dicen, sin embargo siempre dicen, como es sabido, las cosas antes que los demás"[2]. Toma entonces una fórmula de Rimbaud para ilustrar su idea: Yo soy otro. Lo que importa en esta frase es que Rimbaud fue el primero en decirla, antes que los psicoanalistas en todo caso. La pregunta es la de saber ¿qué permite al poeta adelantarse? Notemos primero que hay en esta fórmula una dimensión poética, dicho de otra manera hay algo de hablante para todo ser humano por poco que el sea sensible a la poesía; y una segunda dimensión epistémica que la teoría analítica vino a esclarecer. Resulta que hay un saber del significante que es del analizante, y un saber de lo real que se deja captar por el poeta. Es necesario subrayar que ese saber no es el saber de la ciencia. Lo que plantea la cuestión de la relación entre la poesía y la ciencia. En la poesía hay una ciencia de la lengua, que no es la lingüística. En la ciencia propiamente dicha hay un saber en lo real.

En el Seminario sobre Las psicosis (1955-56), encontramos la perspectiva siguiente: "La poesía es creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica al mundo"[3]. Metáfora y metonimia son los indicios de una nueva relación del sujeto al mundo, es decir a la palabra y al lenguaje, es la singularidad propia de cada poeta que mira entonces el mundo de distinta manera que los demás. El poeta es entonces creador porque él innova en su relación a lo simbólico. Su palabra no surge de la comunicación cotidiana sino procede de lo que podemos llamar un nuevo significante. Este no se entiende como un concepto, es una creación ex nihilo por sí misma y para él mismo como una emergencia del inconciente.

Hablando sin saber lo que dice, el poeta es también el portador de cierto saber que no le interesa mucho. Esto enseña el psicoanalista. Diez años después del seminario sobre Las psicosis, Lacan dirá lo mismo a propósito de Lol V. Stein, la novela "donde Margueritte Duras confirma saber sin mi lo que yo enseño"[4]. Y agrega "Que la práctica de la letra converge con el uso del inconciente, es todo de lo cual testimoniaré ofreciéndole homenaje"[5]. Aquí entonces una indicación tan precisa como preciosa entre la poesía y el uso del inconciente, por la práctica de la letra. Dicho de otra manera hay aquí un medio de establecer una distinción y una articulación entre el significante y la letra, entre el psicoanálisis y la poesía. En efecto, tanto el analizante como el poeta recurren el uno y el otro al significante, no vemos cómo pueden cortocircuitarlo. El analizante busca el sentido detrás del significante y es por la vía del Otro de la transferencia. Esto no es para nada el problema del poeta que deviene de golpe él mismo el Otro de su propio significante, este significante surge de la letra, y toma de tal manera un estatuto real.

Es sabido que la cadena significante desplegada a lo largo, en el diván, termina por circunscribir un real que va más allá del sujeto, es la parte de goce que ella comporta. El poeta, operando con la letra, trabaja directamente sobre este goce. Es lo que hace que no siempre tenga necesidad de recurrir al análisis. La parte de verdad que agujerea el analizante como sentido de un síntoma, es completamente secundaria para el poeta, que se escapa, podemos decir, de la verdad. El real en juego en la perspectiva analizante es otro que el real en juego en la perspectiva poética, incluso si de un lado y del otro podemos hablar de goce. Es que la primera proviene del goce fálico mientras que la segunda es tributaria del goce del Otro.

Es necesario ahora detenerse sobre la situación particular planteada primero, a saber, la existencia de una demanda de devenir analista redoblada de un deseo de hacer poesía. ¿En qué esto hace obstáculo? Pero esto no hace tanto problema más que lo que compromete de pregunta. ¿Qué es lo que opera por la palabra analítica y qué es lo que se juega en el escrito poético?No se trata aquí de una cuestión metapsicológica e incluso menos metafísica, ella se apoya sobre un hecho de experiencia clínica. Para ese sujeto por ejemplo, el discurso sobre el diván, tan lejos como pudiera avanzar, y a pesar de los beneficios terapéuticos que pudieron desprenderse, esto aparentemente no le era suficiente. Le haría falta recurrir a una escritura poética que permanecía enigmática.

Lacan no cesó de preguntarse sobre el estatuto de la poesía distinto del psicoanálisis. En su seminario Les non dupes errent, marca sin embargo la existencia "de una cierta homología entre lo que llamamos obra de arte y lo que recojemos en la experiencia analítica"[6]

 

Tres concepciones de la poesía

Siguiendo los diferentes tiempos de la enseñanza de Lacan, podemos notar que comenzó poniendo el acento sobre la "creación" por vía de lo simbólico. En un segundo tiempo articula el significante a la letra y permite así juntar psicoanálisis y poesía. En su última enseñanza, tal como J. A. Miller viene haciendo la lectura, la perspectiva cambia totalmente. El ideal entonces para Lacan "sería en resumen terminar con lo simbólico"[7] la cuestión se plantea entonces de saber qué perspectiva Lacan dibuja para la poesía. Resulta de ello, en efecto, grandes consecuencias que Miller desprende en su curso, a saber que esto pasa "por la eliminación de la gramática en la estructura del inconciente, después Lacan elimina también la lógica. Lo que queda entonces, es una X, que es la poesía"[8] Pero sentimos, agrega Miller, que tampoco es la poesía, y que hay profundamente, debajo "una cosa después de la cual gritamos (aboyons)[9] y que no responde"[10]

Queda por saber detrás de qué gritamos sin obtener respuesta. Es lo real de hecho lo que no responde. Encontramos de nuevo la disyunción entre el analizante y el poeta. Si el primero grita puede obtener una respuesta bajo la forma de un sentido, el segundo permanece en el fuera de sentido porque lo real excluye el sentido. Las vías analizantes y poéticas se encuentran aquí en divergencia. De ahí la cuestión de nuevo planteada de lo que necesita en tal sujeto el recurso a estas dos vías diferentes. Como si la transferencia no agotara la parte de real. Es el caso más común, como si hubiera un ombligo de la transferencia equivalente al ombligo del sueño que es el límite de lo que puede decirse en la búsqueda de una interpretación. Pero el deseo de decir no permanece menos presente. En la vía analítica habrá conversión del "trabajo de la transferencia" en "transferencia de trabajo". En la vía poética el camino es más enigmático porque diríamos que ese deseo de decir parece estar presente todo el tiempo. Lacan puede entonces otorgar una acepción nueva de la poesía: "Podemos decir de cierta manera que la poesía es imaginariamente simbólica"[11] Ella proviene desde este punto de vista, de una duplicidad de sentido, como todo uso del significante por otra parte. Lo que condujo a Lacan a decir que "el psicoanálisis pone de relieve la estafa, de la misma manera que la poesía se funda en el doble sentido."[12]. La poesía realza la violencia hecha con el uso del lenguaje.

De esta manera abordamos el estatuto de lalengua que reúne lo imaginario y lo simbólico en un juego de goce.

 

De la palabra poética

Es así que esto comienza con la lengua materna. Como el ejemplo de Mallarmé en su poema Hérodiade "Anulada y su ala terrible en las lágrimas de la cuenca abolida"[13]. Y esto no se detiene, el sujeto y su escritura son tomados en un movimiento inacabado, salvo soñar como Mallarmé de escribir el "Libro" que englobará todos los significantes.

Así, un verso emergió en el analizante que avanzaba a ciegas, ha surgido paralelamente a lo que sucedía en el diván: "Yo iluminaré los amaneceres y los colocaré en las catedrales". "

¿De dónde puede venir esto? Para decir algo podemos recurrir a otro verso de Mallarmé: "calmo bloque caído, aquí abajo, de un desastre oscuro"

Hay aquí como una metáfora que buscamos iluminar con otra metáfora. Por mucho que una carta se refiere a sí misma. De ambos lados nos encontramos en el misterio del lenguaje. Siempre el primer verso del analizante permaneció tal cual sin necesitar, ni soportar ninguna reorganización posible. Esto no comprometió la búsqueda de sentido por parte del analizante. El analista tampoco se embarcó en alguna interpretación.

Otro ejemplo de un analizante merece interés aquí porque él ha salido de un sueño: "El dinero no sirve para nada ni siquiera para ser una mujer".

Es una fórmula extraño que ha mantenido su misterio hasta el final del recorrido analítico.

Se puede decir de la poesía que se basa en un deseo de Cratylian donde se trata de apoyar la creencia de que la palabra hace la cosa. Algo similar puede residir en el sueño y en el fantasma. Una generalización de la teoría, entonces puede surgir dando primacía a lo imaginario. Hay entonces "una puesta en continuidad del sueño, de la poesía, de la filosofía, del fantasma y del delirio, que son todas las formas en que vemos lo simbólico pasar a lo imaginario"[14]. Hay un movimiento interno de la subjetividad del cual es imposible dar cuenta, salvo recurriendo al término innato. Término que no explica nada, ya que se refiere a algo en el rango "de lo que tenemos al nacer"[15]. Esto claramente no ilumina nada excepto para captarlo por su antítesis, a saber, por lo que Freud llamó la libre asociación, que es otro nombre para el aparato psíquico, es decir, la relación de un sujeto a la palabra y al lenguaje.

Una vez que participan en este proceso de la asociación libre, nos imaginamos que nos encontraremos muchas fórmulas como esas. Y bien, para nada es así, en general el discurso continuará su rutina diaria, de tal manera que tomará la forma de lo que Lacan ha llamado "la palabra vacía." La poesía en estas condiciones surge simplemente del hecho de la existencia de una palabra. Simplemente porque habla, el analizante hace poesía sin saber lo que hace. Es la Cosa entonces que habla.

Y "la cosa mientras habla, responde a nuestras censuras [16]" Es así como procede el discurso del chamán, el chamán haciéndose parte de la naturaleza como Lacan escribió explícitamente en su escrito La ciencia y la verdad. El chamán hace, en efecto, hablar a la lluvia, al trueno o al arco iris, obteniendo de tal manera efectos tanto poéticos como terapéuticos "La única manera de hacer hablar a lo real que está mudo"[17]

¿La poesía no logra, por otro lado, hacer hablar a lo real en un discurso diferente al discurso analítico? Tenemos que vérnoslas con dos tipos de discursos que corresponden a dos tipos de prácticas. El discurso analítico y su propia práctica y, el saber hacer poético. Este surge de lo singular, no de lo universal. No se puede dejar de constatar la existencia de un nudo entre estos dos discursos, dos discursos que tienen funciones muy diferentes.

Es esta singularidad la que hizo decir a Lacan "Yo no soy un poeta, sino poema"[18].

Queda el caso del analizante en el que la pulsión mantiene la necesidad de decir por la poesía lo que no sabría decirse de otra manera.

13 marzo de 2010

  1. En el otono de 1960, ignorando completamente quien era Lacan, y aun menos sus trabajos, me encontré por el mayor de los azares en la rue de Lille. Mi analisis empezo en el otono de 1960 y se continuo hasta su deceso en 1981.
  2. Lacan, J. El Seminario, Libro II, Ed. Paidós, pág. 17.
  3. Lacan, J.El Seminario,Libro III,Las Psicosis, ED. Paidós, pág.114.
  4. Lacan, J. Autres écrits, Ed. Du Seuil, 2001, página 193.
  5. Idem.
  6. Lacan, J. El Seminario, Libro XXI, Les non dupes errent, inédito, lección 9 abril 1979.
  7. Lacan J. El Seminario, Libro XXIV, L’ ìnsu que sait de l’ une venue s’ aile l’ amour, inédito. Capítulo VI.
  8. Miller, J.-A. Curso L’ Esp. Du Laps, 2006-2007, inédito, lección 9 mayo 2007.
  9. N.T. aboyer significa ladrar, en sentido figurado significa gritar contra alguien, gritar de manera furiosa.
  10. Idem.
  11. Lacan, J. El Seminario, Libro XXIV, L’ insu que sait de l’ une bévue s’ aile à mourre, inédito,(1976-77) lección 15 marzo 1977
  12. Idem
  13. Mallarmé, S. Obras Completas, Ed. Gallimard,1945,Texto establecido por Henri Mondor, pág.41.
  14. Miller, J-A., Curso l’Esp.du Laps, inédito, lección 30 marzo 2007.
  15. Diccionario de la lengua francesa, Le Robert.
  16. Lacan, J. Escritos II Ed. Siglo XXI, La ciencia y la verdad.
  17. Miller, Curso l’Esp.du laps, op.cit. lección 23 mayo 2007
  18. Lacan,J.Autres écrits,Ed Du Seuyil, 2001, página 572.
El Caldero Online Cuatro+Uno EntreLibros
La Red PAUSA ICdeBA IOM2
EOL Wapol FAPOL Radio Lacan