Septiembre 2010 • Año IX
#21
Hacia el VIII Congreso de la AMP

Brainstorming

Fabián Naparstek

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GACHI PRIETO. Artista: Ana Lizaso.
Título: ½=3. Año: 2010.
Técnica: Chapa de hierro con pintura tricapa.
Medidas: 80 x 60 x 60 cm. (medidas variables).

Freud despertó a sus contemporáneos haciéndoles creer que los síntomas tenían un sentido. De alguna manera, hubo una época de cierta fascinación con los sentidos del síntoma. Sin embargo, uno de los cambios que señala Lipovetzky a partir de la hipermodernidad es que los síntomas han perdido los viejos sentidos. A mi gusto, lo dice con una especie de añoranza de los síntomas de antes. ¡Síntomas eran los de antes! Que, al menos, tenían un sentido.

Considera que en la actualidad hay una banalización de los síntomas por la pérdida del sentido, lo cual lleva a un fanatismo del síntoma, si entendemos fanatismo en la acepción que le da el escritor israelí Amos Oz cuando se desvela en pensar cómo curar del fanatismo. En este camino, Amos Oz define fanatismo como una causa sin sentido alguno. Es llevar algo al punto de una causa única y última sobre la cual, en el extremo, ya no hay sentido alguno. Un fanatismo cotidiano y que no es solo propiedad del islam. Se ve que es el punto de coincidencia entre ambos autores: el vacío de sentido.

Sin embargo, sabemos que Freud no se ha quedado sólo con los sentidos de los síntomas y pensaba que en el centro del mismo hay un núcleo de goce, al cual no duda en llamar el núcleo tóxico del síntoma. De hecho, la clínica contemporánea muestra que la trama que daba envoltura al síntoma pierde su lugar y los síntomas se presentan hoy al natural, como los nombraba Lacan.

Frente a esta situación, Eric Laurent se preguntaba cómo seguir siendo el partenaire que tenga posibilidades de responder en la cura, frente a estos síntomas sin sentido.

Tenemos allí una investigación por hacer, para ver cómo se responde cada vez a este fanatismo contemporáneo sin la herramienta del antiguo orden del lenguaje. Cómo nos las arreglamos en esta época para ser el partenaire de sujetos que son consumidos por un síntoma sin sentido alguno y que no se dirigen al Otro. Cómo desintoxicar de ese síntoma contemporáneo. Al menos, frente a este estado de cosas, tengo presente que Freud comparaba al analista con el químico y no dudaba en equiparar el dispositivo analítico con una especie de laboratorio donde se produce un síntoma artificial -un síntoma sintético, si ustedes quieren y para estar a la altura de la época- al cual se le agrega, en su naturaleza autoerótica, el lazo con el Otro.

Freud tomaba el término analizar de la química y uno podría decir -siguiendo este razonamiento- que hay una química del Psicoanálisis. Se dice comúnmente que una pareja tiene química para decir que se llevan bien en la cama como algo inexplicable. No se sabe por qué, en la vida no pueden ni verse, pero se llevan bien en la cama; tienen química. Sin embargo, Freud buscaba la química que hay entre el sujeto y el síntoma. Freud buscaba qué es lo que los liga de una manera tan especial e inexplicable.

Pues bien, tenemos dos años, de aquí al próximo congreso, para verificar cómo cada analista se las ha arreglado en esta época y en su pequeño laboratorio para introducir en esa esencia básica del síntoma un elemento que permita hacer de él un uso nuevo. También tenemos el laboratorio del pase que nos puede orientar para ubicar la manera en que los análisis permiten encontrar solución a síntomas que han perdido su sentido en el recorrido mismo del análisis. A partir de esto quizá podamos responder la pregunta de Freud cuando se interrogaba acerca de la diferencia entre un analizado y un sujeto que nunca pasó por un análisis.

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