Diciembre 2013 • Año XII
#27
EL SABER HACER DEL ARTISTA

Cómo hablan los cuerpos - Cómo hacerlos hablar: Yayoi Kusama y el Analista-Sinthome

Viviana Fruchtnicht

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Déborah Pruden | Sin Título, 2012
Oleo sobre tela. Cosmocosa. Gentileza arteBA fundación, 2013.

¿Cómo hablan los cuerpos más allá del síntoma histérico? Exigencia de contemporaneidad y esfuerzo de invención para no poner mieles nuevas en viejos odres.

Cuando Lacan se pregunta dónde están las histéricas de antaño desliza que el psicoanálisis ocupó su lugar y en El Sinthome afirma que el psicoanalista es sinthome, única concepción posible para pensar al analista en tanto el inconsciente conlleva una referencia al cuerpo. El sinthome tiene propiedades. Puntúo algunas: 1) Restablece el nudo borromeo allí donde el nudo está mal anudado, donde hay un falso nudo. 2) No cifra –por eso no se lo puede descifrar- pero empuja al cifrado del inconsciente. 3) Es real -sin ley. 4) Cuando se anuda al inconsciente lo que sostiene el nudo es el cuerpo.

Pensar cómo hablan los cuerpos más allá del síntoma histérico requiere no quedar atrapados en la partición abonados y desabonados del inconsciente, sistema binario que nos conduciría a pensarlo sólo en las psicosis. Para poder pensar –dice Lacan- hay que pensar en contra del significante, y saca un conejo de la galera: la histeria rígida en la Dora de Cixous: rígida porque es un nudo de tres que se sostiene sólo. Saca el conejo no por llamar a esto cadena rígida sino por llamar a esto histeria. Porque la Dora de Cixous es con síntoma pero fuera del horizonte del amor al padre. Se trata de la materialidad del síntoma, que remite siempre al trauma, siempre sexual. Tanto en los abonados como en los desabonados del inconsciente.

Un lunar. Un lunar. Un lunar. Un falo. Un falo. Un falo. Autoborramiento, Redes infinitas, Acumulación. Yayoi Kusama testimonia de la repetición al infinito del Uno sólo, pura marca de goce en el cuerpo que no hace serie. A diferencia de Joyce, que ignoraba que su escritura era sinthome, Kusama tiene conciencia de la función de su obra: evita que se suicide. No es poca cosa si uno se adentra en su biografía. Su obra, a diferencia de Finnegans wake de Joyce, muerde algo del inconsciente del espectador. El Uno sólo que se repite en su obra no alcanza a tramitar lo traumático de su encuentro con lo sexual allí donde una madre feroz la mandaba a espiar a su padre en el encuentro con sus amantes, para luego de obligarla a describir lo que había visto, descargar su furia contra ella golpeándola frenéticamente. Dice Kusama: La sóla idea de que una cosa larga y fea como un falo me penetre me aterra, y es por eso que aparecen tantos falos en mi obra. Los hago y los hago y sigo haciéndolos hasta que me sumerjo totalmente en el proceso. Lo llamo "borramiento". Borramiento como operación destinada a ausentarse de la invasión de goce, a introducir aire en lo invivible que es para una mujer quedar subsumida al Todo goce fálico. Sitúa la simbolización en su obra: Los lunares simbolizan la enfermedad. La camilla erizada con falos. El piso cubierto de fideos simboliza el miedo al sexo y a la comida, las redes simbolizan el horror frente a la finitud del universo. No podemos vivir sin aire. Falsos falos que no verifican el agujero real y falsa simbolización de lo traumático, que sólo hace signo de la problemática que ella misma se plantea: ¿no sería una forma de mostrar cuán necesitada de afecto estaba? Necesidad de un afecto que apunte a Otro goce. Los afectos se ligan al cuerpo. Lo des-afectado del cuerpo de Yayoi habla en su obra. El cuerpo en Joyce se desprende como una cáscara. En Kusama no se suelta pero su cuerpo de mujer es invasivamente cubierto por lo que alucina, hace obra con lo que alucina, y la obra nuevamente cubre su cuerpo hasta borrarlo. En el Lust-Ich –dirá Lacan- se trata de que no hay relación del exterior con el interior. Los límites entre obra y cuerpo, entre yo [je], cuerpo, y obra se borran para poder sostener –literalmente- su vida. Joyce nunca se desanudó gracias a la escritura-sinthome, Kusama está desanudada desde su infancia, y no cesa de intentar restablecer el nudo con su arte.

El síntoma en su materialidad da que hablar. Joyce quería que su obra diera que hablar cuatro siglos a los universitarios. Kusama dice que esta es la mejor época de su vida porque logró que el mundo sea el campo de batalla de su arte. En ambos lo fallido de su anudamiento restablece algo en la universalización de su obra. Ambos tienen un verdadero saber hacer, un saber de artistas. No todos tienen ese saber hacer excepcional. Nuestra época testimonia de los cuerpos marcados, fragmentados, mutilados, violentados, anoréxicos, intoxicados, tirados a la basura, llevados al límite –con el que kusama sabe hacer- de la vida y la muerte. Algunos llegan a la consulta analítica. Para que esos cuerpos -que sólo dan que hablar- hablen, es crucial el lugar del analista. Para hacer hablar a los cuerpos desanudados de lo simbólico y lo real, o falsamente anudados, o sostenidos solos, para hacer hablar a los cuerpos mudos escritos con un goce deslocalizado no cifrado por el inconsciente, para hacer hablar a los cuerpos más allá del síntoma histérico: el analista-sinthome.

NOTAS

  1. Presentado en el VI ENAPOL: Hablar con el cuerpo. La crisis de las normas y la agitación de lo real. Bs. As. 22 y 23 de noviembre de 2013.
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