Junio 2015 • Año IV
#30
Bordes de lo femenino

En los bordes de lo femenino, la posición del analista

Cristina Coronel

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Sonia Beldarrain 
Gordas + H acostado

Las mujeres analistas

Encontramos en la enseñanza de Lacan una tensión entre género, estructura y sexuación. Al comienzo la diferencia remite a cómo los sujetos se ubican en relación al falo significante y la cuestión se desliza a las particularidades de las neurosis obsesiva e histeria. A partir del no-todo y las fórmulas de la sexuación, lo masculino y lo femenino nombran posiciones sexuadas; aunque la anatomía y lo particular de las estructuras subjetivas inciden en cómo cada quien se ubica allí.

Varias referencias sobre las mujeres analistas, a veces contradictorias o equívocas, plasman dicha tensión: son mejores analistas que el hombre, comprenden muy bien el deseo del analista…, pero también, a una mujer le es más difícil ocupar la posición de semblante de a. Lacan parece expresar así la dificultad de generalización del no-todo femenino en relación al falo.


¿Qué es un(a)nalista?

Lacan retoma la pregunta freudiana sobre la sexualidad femenina; también otra pregunta atraviesa su enseñanza y su política del psicoanálisis: ¿qué es un analista? ¿Cuál es la especificad de su deseo? Propone, en el centro de la Escuela, el dispositivo del pase y con éste, la posibilidad de bordear algo vivo en relación a la función del analista: cómo cada uno puede encarnar esta función. No hay una definición universal del analista y por eso cada respuesta singular relanza la pregunta. En este sentido, localizamos algo común entre el analista y la mujer no-toda.


Lo femenino y la posición de analista

Un análisis supone el consentimiento del analista para ocupar la posición de objeto que el analizante le asigna en su fantasma. En la transferencia, está en posición de semblante de objeto a, "… en relación al goce que debe aprehender en los dichos del analizante no hay otra posición sostenible", explica Lacan en …o peor.[2]

En el Seminario 10,[3] observa que "la mujer comprende muy bien qué es el deseo del analista", si bien respecto al deseo la función del desempeña su papel tanto en hombres como en mujeres, a ellas se les simplifica, en tanto se interesan en el objeto como objeto del deseo del Otro. Mientras que en el hombre, la función fálica marcada por el signo menos de la falta hace que su vínculo con el objeto necesite pasar por la negativización del falo y el complejo de castración. Esto "no es un nudo necesario en la mujer": se enfrenta al deseo del Otro en cuanto tal; el objeto fálico interviene en segundo lugar por su papel en dicho deseo. Esta simplificación le permite, como analista, "estar respecto a dicho deseo en una relación mucho más libre, sin perjuicio de cada particularidad que ella pueda representar en una relación".

En el seminario 20 [4] formula la división de una mujer en su goce, que la vincula con el a (como plus, no en relación a la falta) y al Otro barrado. Para abordar el goce, además del goce fálico, parte del objeto a.

Pero en "La Tercera"[5] expresa que hacer de semblante de objeto a "es especialmente difícil, más difícil para una mujer que para un hombre, contrariamente a lo que suele decirse. Que en ocasiones la mujer sea el objeto del hombre no significa para nada que sea de su gusto serlo. Pero en fin, son cosas que suceden. Sucede que ella se le asemeje naturalmente".

Vislumbramos que identificarse al objeto del fantasma de un hombre es un obstáculo para la posición de analista. Y si en tanto no-toda se dirige al Otro en su inexistencia y encuentra allí su goce suplementario, ¿cómo arreglárselas con ese goce para dar lugar al deseo del analista?

Lacan [6] aclara que no es lo mismo identificarse al semblante que ocupar la posición de semblante, del semblante como máscara, distinto de sí mismo para producir efectos sobre el goce en lugar de alimentarse de él.

En un texto post-analítico Ana Lucia Lutterbach Holck [7], dice: "…no se trata de La mujer, sino de la afinidad de la posición del analista y lo femenino, que (…) no es un privilegio de la mujer, como demuestra la histeria". La revelación del fantasma y nominar el goce tuvo para ella el efecto de extracción del objeto que velaba el agujero. Esta operación, el despegue de la identificación, vaciar el fantasma de consistencia imaginaria, "traspone el objeto de su función de obstrucción, a la posición de causa de deseo (…) no se es pero puede hacerse semblante de objeto de deseo para otro".

Ram Mandil [8] testimonia su manera de obturar un vacío, instalando allí la mirada, el goce que nombra del "clandestino" que "mira al mundo por el agujero del saco". "Desprenderse del horror al vacío" y experimentar la nueva satisfacción del "vacío en el saco" dará lugar a partir de un sueño al encuentro con lo real, implicando una parte del cuerpo y "en la vertiente de la relación con lo femenino". Este episodio le revela lo imposible de interpretar del goce femenino, más allá de sus distintas versiones de la mujer, interpretaciones sostenidas por el fantasma. Una nueva alianza con esa opacidad, nueva relación con el vacío, le posibilita cernir un sinthome y su relación al deseo del analista: "el vacío en el saco permite que él pueda adquirir formas variadas".

Entonces, si bien cómo cada parlêtre –con su cuerpo de hombre o de mujer– se ubica respecto de la sexuación implica diferencias en la relación al Otro y en la manera de relacionarse con los semblantes, lo femenino es una forma de presentación de lo real para ambos.

El síntoma y el fantasma funcionan como arreglos neuróticos con lo femenino y la operación del análisis posibilita que cada uno, hombre o mujer, logre otro arreglo, invento singular –sinthome– para acercarse a ese borde cada vez. La experiencia de la inexistencia del Otro es la condición esencial para soportar la posición de semblante de y hacer operatorio el vacío, por donde fluyen las diversas figuras en que se manifiesta el deseo del analista.

NOTAS

  1. Presentado el 30 de noviembre de 2014, en Buenos Aires, XXIII Jornadas de la EOL: "Bordes de lo femenino. Sexualidades, maternidad, mujeres de hoy".
  2. Lacan, J., El seminario Libro 19. …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 170.
  3. Lacan, J., El Seminario Libro 10. La Angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, págs 193-201.
  4. Lacan, J., El Seminario Libro 20Aun, Paidós, Buenos Aires, 1981.
  5. Lacan, J., "La tercera", en Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1998, pág. 83.
  6. Lacan, J., El seminario Libro 19. …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 170.
  7. Lutterbach Holck, L., "El analista, la mujer y el arco iris". (Texto presentado en el VIII Congreso de la EBP, Florianópolis, abril de 2009), en Consecuencias 3, Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento, 2009.
  8. Ram Mandil, "Conjunto vacío", en revista Lacaniana, año VIII, Número 15, Noviembre de 2013, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Buenos Aires, Grama Ediciones, pags. 82-93.
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